Elecciones en EE.UU.: la incógnita de la nominación demócrata
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Según expertos, una de las mayores sorpresas dadas por Trump es su capacidad para lograr el apoyo de su partido.
'Después de todo, el mandatario no era una figura del establishment republicano, sino un outsider que venía a cuestionar a las élites nacionales y partidarias', considera el analista Francisco de Santibañes en un artículo publicado por el diario Politico.
Su presidencia significó un abrupto cambio respecto a ciertos temas de la agenda republicana, como fueron la adopción de políticas migratorias más restrictivas y la imposición de barreras al libre comercio, argumentó Santibañes.
A pesar de esto, durante su impeachment en el Congreso Trump contó con el apoyo de todos los senadores de su formación (con la excepción de Mitt Romney) y las encuestas muestran que las bases del partido le son sumamente fieles (algo que también puede observarse durante sus concurridos actos políticos).
Lo previsto es que el presidente llegue a la elección en noviembre contando con un fuerte apoyo de su electorado (mayormente conservador y blanco).
Pensando en el resto de los votantes, su principal activo será la buena situación económica y, más específicamente, la subida de los salarios reales y la baja del desempleo.
Los sectores de mayores ingresos se han visto beneficiados no solamente por la suba de las acciones y los bonos, sino también por la baja de impuestos que Trump impulsó un par de años atrás.
En definitiva, de acuerdo con Santibañes, a los demócratas les será sumamente difícil cuestionar el estado actual de una economía que, si bien enfrenta problemas estructurales debido a sus déficits fiscales y el bajo crecimiento de su productividad, crece y brinda beneficios a gran parte de la población.
Así, el experto del Wilson Center considera que la principal ventaja que tendrán los demócratas durante la campaña será la impopularidad de Trump.
Su índice de aprobación es de aproximadamente un 50%, un número que en términos históricos es bajo para un presidente.
A esto debemos sumarle la intensidad de la oposición que el jefe de Estado despierta en ciertos sectores de la sociedad y del establishment (preocupados, entre otros temas, por el debilitamiento de las instituciones republicanas y los valores liberales).
Pero cuando uno analiza las encuestas, se encuentra que la impopularidad no es exclusiva de Trump, sino que los políticos estadounidenses -incluyendo a los demócratas- generan rechazo.
Los observadores creen que una presidencia del senador demócrata Bernie Sanders seguramente marcaría un cambio económico respecto a la actual administración e incluso a la de un demócrata más moderado.
Pero difícilmente Sanders pueda aprobar legislación progresista en un Senado que tiende a ser conservador.
Independientemente de quien sea electo, la política exterior difícilmente se verá afectada en el que quizás sea el punto más relevante, insite Santibañes.
En los últimos años surgió un nuevo consenso respecto a la necesidad de contener el ascenso de China como nueva potencia mundial.
Tanto republicanos como demócratas, y gran parte del sector empresarial, abandonaron la idea de que con el paso del tiempo Beijing abrazaría el sistema internacional promovido por Washington y se transformaría en una democracia liberal.
Hoy, por lo contrario, reina el realismo y el esceptisismo, sostiene el investigador.
En parte, las políticas que introdujo Trump reflejan cambios más profundos que han tenido lugar tanto en la sociedad como en el sistema internacional, y es por este motivo que probablemente continuarán en el tiempo más allá de quien ocupe la Casa Blanca, concluye.
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