«Juvenecer» en Cuba

«Juvenecer» en Cuba
Fecha de publicación: 
10 Febrero 2020
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Cada vez está más cerca el XI Congreso de la UJC y el tema juventud, siempre presente en Cuba, ocupa cada vez más los titulares, porque justo por estos meses tienen lugar las asambleas provinciales previas al importante evento, previsto para el venidero abril.

Como parte del proceso orgánico de ese Congreso, primero acontecieron 178 asambleas municipales y distritales, así como más de 25 mil asambleas de base.

Artemisa fue la pionera en estas asambleas provinciales que ahora acontecen, calificadas por la primera secretaria del Comité Nacional de la Juventud Comunista, Susely Morfa González, de muy importante paso, prólogo de la magna cita juvenil cuyo lema «Tu futuro, hoy» reunirá en la capital cubana a 700 delegados y unos cien invitados.

En cada uno de estos encuentros previos a la cita de abril, los asistentes han debatido en torno a las peculiaridad de la vida juvenil en cada territorio, sobre sus necesidades y sobre cuánto pueden aportar, considerando criterios de los jóvenes militantes y no militantes.

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«La juventud cubana está en el centro de todos los procesos, está consolidada y proyectada hacia el futuro y confiamos en su capacidad de avanzar en la construcción del socialismo», había afirmado José Ramón Machado Ventura, segundo secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), al intervenir —según reporte de la Agencia Cubana de Noticas— en la Asamblea de Balance XI Congreso de la UJC en la provincia de Sancti Spíritus, efectuada el último día de enero.

¿Pero cómo es esa juventud cubana? O mejor preguntar: ¿cómo son esas juventudes?, porque la heterogeneidad de ese grupo poblacional así lo condiciona. ¿Cuáles son las tendencias y retos que en la actualidad les identifican?

Ante el espejo

Si en cualquier espacio público cubano se mira en derredor, una de las primeras singularidades que destaca es la abundancia de cabezas canosas.

Las estadísticas demográficas respaldan tal observación. En esta Isla, apenas un 33% de sus habitantes cuentan con 24 años o menos y dentro de una década, para el 2030, la población joven de esta geografía será menos de un tercio de un total: 29,2%, según proyecciones de la Oficina Nacional de Estadística e Información.

Así sucede en este enclave caribeño mientras en el resto de América Latina y el Caribe, cerca de la mitad de los pobladores tiene 24 años o menos.

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Pudiera no resultar fácil ser joven entre tantas canas porque, esta sola condición demográfica, significa para los jóvenes asumir roles y dinámicas que generaciones anteriores no llevaron con tanto peso sobre sus hombros: cuidar a personas de la tercera edad, convivir en familias donde abundan mayores, así como insertarse en espacios laborales y políticos donde igual predominan adultos, cada vez más envejecidos, con mentalidades y conductas propias de sus respectivas generaciones.

A lo anterior hay que añadir las nuevas realidades socio económicas aparecidas en la Isla, a partir de la convivencia de formas de gestión estatal, no estatal y cooperativa. Esta diversificación, en correspondencia con la actualización del modelo económico y social cubano, ha dado paso a nuevas formas de empleo y de espacios laborales «que impactan de manera especial en las prácticas cotidianas de las juventudes, crea nuevos referentes y aspiraciones, y genera tensiones para la dinámica económica y social, en la cual los grupos juveniles se constituyen cada vez más en importantes actores».

Así lo resume la investigación «Las juventudes cubanas en el contexto de actualización del modelo económico y social», de un colectivo de expertos encabezado por la doctora María Isabel Domínguez, Investigadora Titular y Coordinadora del Grupo de Estudios sobre Juventudes del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas del CITMA.

Contenida en el volumen Juventudes e infancias en el escenario latinoamericano y caribeño actual, publicado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, dicha indagación ha servido de fuente para este texto en su totalidad.

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Las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), aunque algunos adultos aún pudieran subestimarlas con expresiones peyorativas como «los aparaticos esos», son cuestión que igual está impactando de manera decisiva en cómo son aquí los jóvenes.

Como pilar de la informatización de la sociedad, las TIC van posicionándose cada vez con más solidez en la Isla, y los usos que de ellas hacen algunos sectores juveniles, al decir del estudio mencionado, generan nuevas formas de asumir y producir cultura, de organización y participación social, reconfiguran relaciones de poder y ciertas prácticas ciudadanas.

Migraciones hacia el exterior y en lo interno del territorio nacional, remesas, aumento de las hostilidades del gobierno de EE.UU. hacia Cuba, igual signan la vida de los jóvenes en esta Antilla Mayor.

Como una buena parte de los cubanos menores de 24 años se dedican al estudio, también transformaciones acontecidas en el panorama educacional como las referidas a la continuidad de estudios, igual marcan derroteros e impactan en ese difícil oficio de ser joven.

En particular, la relevancia conferida por el país, en función de sus necesidades económicas, a carreras universitarias de perfil técnico y agropecuario, así como el privilegiar la enseñanza técnica o de oficios como continuidad de estudios para los egresados de Secundaria, ha generado «contradicciones entre motivaciones y aspiraciones personales de los jóvenes y las necesidades y demandas sociales», asegura la investigación citada.

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El ámbito del empleo y el trabajo, por su parte, también plantea replanteos y nuevas visiones a los jóvenes cubanos: más de la tercera parte de quienes hoy ejercen el trabajo por cuenta propia en Cuba son jóvenes, y, como tendencia, su inserción en estos espacios ha sido más acelerada que la de la población adulta.

No es un dato de menor importancia el que aumente la proporción de mujeres en puestos del sector no estatal asociados a los llamados roles tradicionales de género como la elaboración y venta de alimentos, contratos para labores domésticas y otros, reproduciendo así inequidades de género.

En general y como tendencia, «en el escenario laboral coexisten dos grandes opciones para las juventudes. De una parte, el empleo estatal, al que se le reconocen mayores posibilidades de superación y desarrollo profesional, así como garantías laborales y seguridad, pero con salarios que muchas veces no cubren las necesidades y, de otra, el empleo privado, mejor remunerado, con mayor autonomía para desarrollar su propia estrategia de trabajo, aunque muchas de las actividades suponen la subutilización de los conocimientos y capacidades, así como la emergencia de nuevos escenarios con menores garantías laborales...».

Así refiere la investigación citada, que igual apunta cómo «para muchos jóvenes, el trabajo por cuenta propia ha constituido su primera experiencia laboral».

Consumo cultural

A los apuntes —solo pinceladas— sobre los escenarios educativo y laboral en que se proyectan hoy las juventudes de Cuba, debe añadirse sus prácticas en el ámbito cultural, que no han de entenderse desvinculadas de todo lo anterior.

Mientras la igualdad de derechos y oportunidades se mantiene y protege en cuanto al enriquecimiento espiritual y cultural, en el más amplio sentido del término, defendiendo patrimonios e identidades culturales, no puede obviarse que en el acceso a determinadas ofertas de orden cultural, sobre todo vinculadas a la recreación, se expresan desigualdades.

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«Al respecto, varias investigaciones han constatado la insatisfacción de un sector de la población joven con los niveles y contenidos de consumo en esta área, debido a la imposibilidad de cubrir con sus recursos —personales o familiares— la oferta de su interés. El incremento de espacios de propiedad privada acentúa las disparidades...», precisan los estudiosos citados.

En cuanto al consumo cultural, la indagación sociológica citada como fuente, recoge un par de contradicciones que ameritan muchas reflexiones y acciones: aun cuando los jóvenes cubanos cuentan con un elevado nivel de instrucción, determinados sectores están consumiendo de modo acrítico productos culturales cuya factura y contenido distan mucho del aplauso, y aún más, de los valores que identifican y que defiende la sociedad cubana.

Por otro lado, mientras los de menos años muestran insatisfacción por no poder acceder cuanto quisieran a determinadas instalaciones como discotecas, el país cuenta con una red de instituciones culturales gratuitas o con precios muy asequibles a todos, que no despiertan el interés de los jóvenes por no cubrir sus expectativas.

El momento es suyo

Lo dicho hasta aquí son solo trazos del complejo y hermoso dibujo que conforman los jóvenes cubanos.

Tantos son los colores y matices de este segmento poblacional, que resulta imposible resumirlos. No obstante, aunque la heterogeneidad es hoy uno de sus distintivos, sí es posible asegurar que son hijos de este tiempo, marcado por un diálogo de aprendizajes y crecimientos recíprocos entre las generaciones que hoy alientan en esta Isla.

Los jóvenes cubanos saben que el desarrollo económico de este país, y el porvenir de toda la obra construida por sus padres y abuelos, está hoy en sus manos. No por gusto la primera secretaria del Comité Nacional de la UJC, Susely Morfa González, recientemente aseguraba: «Este es nuestro momento y nadie nos lo puede quitar».

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«Son nuestra inspiración y confianza en el futuro», había subrayado el mandatario cubano, a propósito del Día Internacional de la Juventud. La confianza en esa garantía de continuidad fue la que marchó con Raúl y con el presidente Miguel Díaz-Canel el pasado 28 de enero, entre un mar de antorchas que, en manos juveniles, rendían tributo a Martí en el aniversario de su natalicio.

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