Cuidar a Martí le hizo más revolucionario

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Cuidar a Martí le hizo más revolucionario
Fecha de publicación: 
27 Enero 2020
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El valor de la amistad, la modestia, la solidaridad como condición humana, la inteligencia para sortear grandes obstáculos, y sobre todo el amor y respeto a los héroes de la Patria, lo aprendí de las lecturas martianas.

Aprendí también, que él es un símbolo sagrado para Cuba y para el mundo, porque llevó en sí el decoro de muchos hombres y dedicó su existencia a luchar por la independencia de su país, y con ella, evitar la expansión de los Estados Unidos por América.

A Martí lo llevo en mi corazón porque a él debemos regresar siempre para ser más humanos, más dignos y sentirnos más cubanos.

Las palabras anteriores son de Eduardo Ricart, un joven que, como pocos, tuvo el privilegio de custodiar el mausoleo que resguarda los restos del Apóstol en el cementerio patrimonial Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, durante el cumplimiento de su servicio militar, hace un tiempo ya.

Según el entrevistado cuidar a Martí lo hizo más revolucionario. Bien sabe que cuidar el sendero de los padres fundadores de la Revolución Cubana es tarea que dignifica a los hombres, es así que considera ese año como uno de los más importantes de su existir.

Cuando le explicaron que pasaría el servicio militar en el pelotón de ceremonias del “ Santa Ifigenia” sintió gran orgullo, comentó, en tanto es un sitio trascendental para la historia patria y como joven se propuso asumir lo mejor posible tal responsabilidad, porque --a su juicio-- era la manera de homenajear a quienes tanto hicieron por la Cuba libre y soberana que hoy se tiene.

Eduardo nunca imaginó permanecer tanto tiempo en ese sitio, más allá del 27 de enero en la tradicional Marcha de las Antorchas como estudiante de preuniversitario o cada cuatro de diciembre, día que el pueblo de la Ciudad Héroe peregrina hasta el monolito del Comandante en Jefe Fidel Castro; sin embargo, la vida le cambió.

Supo de la historia de los cinco entierros del Apóstol, de la construcción del mausoleo, de la necesidad de los cubanos por darle una tumba digna al autor intelectual de los sucesos del Moncada, tal como lo definió Fidel Castro el 16 de octubre de 1953, en su alegato de autodefensa La Historia me Absolverá.

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