Tras el Superclásico la vida sigue igual
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Algo así es necesario en la Liga, donde el club blanco tiró la toalla demasiado temprano en las dos últimas versiones y a los catalanes les bastó con dar pinceladas aisladas para llevarse la corona, sobre todo en la pasada campaña, cuando el Madrid estaba completamente roto y sin alma.
Ahora parece que habrá batalla, como no puede ser de otra forma si en el banquillo merengue está Zinedine Zidane, quien considera la Liga como el trofeo más importante, aunque en su institución lo que se venera es el reinado en Europa.
Más allá de la polémica (oficialmente el Real se ha quejado por los supuestos dos penales que cometieron sobre Raphael Varane), inevitable en estos encuentros, fue un choque equilibrado, y las tablas no son un resultado injusto.
Para los merengues este resultado es un buen premio porque llegaban de visitantes y con dos bajas muy significativas como las de Eden Hazard y Marcelo, pero lo más importante es que al final se pudo jugar normalmente, a pesar de algunos incidentes extradeportivos. No obstante, a Zidane le sigue faltando algo para sonreír, pues en sus dos mejores partidos ante los rivales más fuertes (PSG y Barcelona) solamente pudo empatar.
Para cerrar el año a los capitalinos les resta un choque ante el siempre peligroso Athletic de Bilbao, y a los culés un tope frente al Alavés, pero en su caso como visitantes.
Todo parece indicar que ambos equipos han encontrado su paso y conformado su núcleo duro de jugadores titulares, amén de que todavía se le exige mucho más a Antoine Griezmann y a Gareth Bale, por ejemplo, y de que los blaugranas siguen dependiendo demasiado de la inspiración de Messi y los de Chamartín añorando la eficacia goleadora de Cristiano.
Luego llega el parón de fin de año, que por tradición se les hace duro a los blancos, y habrá que ver si pasada la resaca se mantiene cerrada la porfía, que sería lo mejor para el torneo.
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