Caso Bolivia: En Washington brindan con champán
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Otra vez utilizaron a esa mala palabra que es la OEA en función de sus maquinaciones.
Grave error volver a darle protagonismo, a pesar de su podrido historial.
Ahora cumplió instrucciones de Estados Unidos, asegurando que hubo fraude en los recientes comicios bolivianos.
Muy distinto a cuando, por ejemplo, en dos mil seis, ejecutaron una estafa a la victoria electoral de Manuel López Obrador.
¿Dijeron algo sobre ello Washington o su OEA? Ni una sílaba.
Esa organización regional prestó su bandera para encabezar invasiones a territorios latinoamericanos, como República Dominicana.
¿Rasgo inherente y ahora corroborado de la OEA? Guardar un silencio total frente a las jugarretas de Estados Unidos.
El repugnante capítulo escrito en Bolivia ha tenido un sobresaliente actor que nunca ha exhibido ni un átomo de honor, la OEA.
Quizás no debió ser invitada, pero ahora es más importante revisar otras atrocidades allí cometidas.
Como, por ejemplo, que un sector de la oposición se haya transformado en una suerte de jauría neonazi.
Bajo tal característica han incendiado hogares de funcionarios gubernamentales, arrastrado por calles a otros y amenazado a familiares de estos.
Frente a ello, sin presentar ni una sola prueba concreta, divulgan contra Evo Morales y sus colaboradores las más aberrantes acusaciones.
Y todo, para hacer más alucinante el espectáculo impuesto a Bolivia, en medio de una religiosidad no creíble para los verdaderos religiosos.
En fin, la negra noche que, por el momento, se apodera de esa noble, sufrida y laboriosa nación andina.
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