Venezuela. Lecciones

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Venezuela. Lecciones
Fecha de publicación: 
14 Enero 2025
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Nicolás Maduro en la toma de posesión el pasado 10 de enero. Foto Presidencia Cuba

El hermoso país, que nada en un mar de petróleo está condenado, justamente por lo anterior, a enfrentar lo que parecer ser la única política que le va quedando a la reacción internacional, con centro en Washington: la agresión simple y llana.

Esta historia, que como se dice resulta de una actualización de lo visto en el 2013 y en el 2017, comenzó cuando se informó por las autoridades venezolanas que en julio del 2024 se realizarían elecciones para elegir al Jefe de Estado del país, según lo mandatado constitucionalmente.

Previo a ello, el país había transitado por una compleja situación socio económica, impulsada por 926 medidas de acoso, bloqueo económico y persecución financiera de parte de sucesivas administraciones como la de Obama, que declaró a Venezuela un peligro para la seguridad nacional de los Estados Unidos, y de ese total, 765 implementadas por Trump.

Esta guerra económica generó un impacto directo en la calidad de vida de la familia venezolana, provocó un flujo migratorio importante, también convenientemente estimulado con falsas promesas y que merece un capitulo en si mismo, pero trajo consigo un inesperado resultado: por primera vez en su historia contemporánea Venezuela se volvió parcialmente auto suficiente en varios rubros alimenticios y otros productos industriales, logró un crecimiento por encima del 6% del PBI cerrando el 2024, según lo proyectado por la CEPAL.

En otras palabras, la convocatoria a elecciones se hace a un pueblo lacerado por las penurias pero que ve, al menos desde el 2021, la famosa luz en el túnel, y se descubre asimismo como capaz de salir de los escombros de la agresión económica, más allá de la prepotencia imperial.

Aclarar estos antecedentes es vital para entender la magnitud de la agresión en el contexto electoral. Es decir, la situación ha mejorado en muchos aspectos de manera palpable para el común, razón por la que tuvieron que montar una operación en el universo mediático y de las redes sociales digitales, pero está visto que con ello no se gana automáticamente la voluntad electoral, mucho menos con una ciudadanía que de tantos palos, ya sabe por dónde viene la mano.

El fenómeno por otro lado, tiene un ámbito subjetivo, donde como nunca antes quizás, se produce una guerra de sentimientos, de emociones, en las que el chavismo claramente sale vencedor, bueno, de allí los resultados con una mayoría a favor de Maduro, cercana a 10 puntos porcentuales, en las elecciones del 28 de julio.

En resumen, con una realidad socio económica en franca mejoría, un extraordinario trabajo proselitista y una capacidad envidiable en el terreno mediático comunicacional de los bolivarianos, a la ultra derecha no le quedaba otro espacio que aplicar el Plan B, mejor dicho el Plan A: la agresión al mejor estilo del así llamado “cambio de régimen”, descrito en los manuales de la guerra no convencional.

En estos años se han usado varios términos, guerra de 4ta generación, guerra hibrida, agresión multifacética, etc, etc. Preferimos usar el de guerra no convencional, cuyos parámetros fueron definidos en la famosa directiva 1801 del Pentágono emitida en noviembre del 2010, que estableció las fases, los medios y los actores.

Qué pasó ahora, en julio del 2024, y que lo diferencia de operaciones parecidas como las mencionadas en el 2013 y 2017.

Por el lado anti chavista, lo mismo con lo mismo. Empezar por desconocer los resultados, para ello, presentar unos resultados informáticamente fabricados, por cierto con una pésima calidad, hablamos de las mal llevadas y traídas actas, que hoy se exhiben sin pudor a sabiendas que son falsas de punta a cabo.

Algunas almas preocupadas por esta “confusión” exigieron al chavismo que presentara sus actas públicamente, como prueba de la victoria sobre la derecha; pero los procesos electorales son en cualquier lugar un acto también jurídico, sometido a leyes concretas, y ninguna ley en Venezuela establece la publicidad de más de 30 mil actas, tamaña tarea si las hay, en todo caso es material que debe presentarse a las autoridades competentes como el CNE, como fue el caso.

En paralelo, al montaje del anterior y rocambolesco acto, desplegaron pandillas, en muchos casos armadas, que deberían generar, ya se sabe, la reacción de las autoridades, convenientemente presentados posteriormente, como victimarias de un pueblo que protesta pacíficamente.

Acompañando con alto despliegue, la gran prensa occidental, en coro cerrado se aprestó para cuestionar los resultados oficiales, insistir en el circo de las actas truchas, como le llamarían en Argentina, e intensificar un nuevo intento de deslegitimar al gobierno reelecto, incluso montar otro Grupo de Lima.

En el ataque, participaron lamentablemente actores y dirigentes que se consideran de izquierda, olvidando que cuando sea pertinente, a ellos también le aplicaran recetas parecidas; la historia tiene la última palabra.

Este guion de revoluciones de colores, que tuvo cierto andamiento antes, no tuvo ahora ninguna posibilidad de prosperar. Ajenos a las realidad real, la derecha domestica descubrió que los pueblos, que el chavismo en este caso, aprenden de sus dolores, de sus angustias pasadas. Y ciertamente la dirección chavista podría escribir una suerte de contra directiva 1801 del Pentágono, condicionada a Venezuela.

El cierre de este capítulo en el entorno del 10 de enero del 2025, no pudo ser peor para los derrotados, con un intento de victimización de parte de la sra. Corina, un auto apresamiento, que duró pocos minutos pero que ha dejado una curiosa estela de desengaños, ridículo con esteroides y frustración colosal de seguidores y apoyadores de la derecha.

Segundas partes suelen ser peores, en modo comedia, dicen desde la filosofía. La gira de sesgo turístico del candidato perdedor, tratando de impulsar un repudio internacional al gobierno bolivariano, terminó siendo el último capítulo de esta telenovela pintoresca y peligrosa, por el costo humano que pudo evitarse. Como dicen en redes sociales, la ultra derecha venezolana va camino de convertirse en polvo cósmico.

Al resto de los revolucionarios de la Región y el mundo les queda el aprendizaje, las lecciones de esta batalla victoriosa para los chavistas. E insistir en el tema de la subjetividad revolucionaria, que explica por ejemplo la sorprendente capacidad movilizativa de los bolivarianos, en Cuba lo sabemos bien, es imposible semejante masividad bajo parámetros de obligatoriedad o cualquier otro tipo de amenaza.

Y si, el chavismo se ha apropiado de los sentimientos, las esperanzas y en particular de las alegrías de millones de personas; tenían de donde sacar, de su idiosincrasia, de la cultura, de la música popular, convertida genialmente en canción protesta, para usar un término icónico.

El combate en las redes, con la construcción de un relato fresco, atractivo para jóvenes y no tanto, y en especial la capacidad de defender a la Revolución desde la esfera de la seguridad, son parte de esta victoria, develando que un proceso de esta naturaleza, contra todos los demonios, solo sobrevive si deja a un lado veleidades y confusiones ideológicas, y reafirma en la practica la unidad de los revolucionarios y especialmente, el carácter antimperialista del proceso, el enemigo principal de nuestros pueblos.

Quedan por delante muchas expectativas, en particular que viene ahora en materia de una escalada de la agresión anti venezolana, con la nueva administración Trump; en lontananza se escuchan los tambores de la guerra, desde tribunas fétidas de amplio currículo asesino.  Pero la América Latina del 2025 es diferente a la del 2017, cuando el anterior gobierno del susodicho comenzó. Veremos.

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