Vender la guerra… ¿nuclear?

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Vender la guerra… ¿nuclear?
Fecha de publicación: 
15 Julio 2024
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Biden puede equivocarse en confundir a Zelenski con Putin y a Kamala Harris con Trump, pero no lo hace cuando vende la guerra con enormes ganancias para el multimillonario y poderoso complejo militar.

Así lo atestiguó otro candidato a la presidencia de Estados Unidos, Robert Kennedy Jr., quien, sin quererlo, evocaba el plan norteamericano iniciado hace una década para enfrentar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte contra Rusia, mediante la utilización de Ucrania, sin afectar bélicamente al territorio norteamericano.

La más reciente intervención del comprobadamente senil mandatario norteamericano ya develó los planes estadounidenses de convertir a Alemania en una lanzadera de misiles con ojivas nucleares, envolviendo aún más a sus socios europeos en una parafernalia bélica en aras de mayores ganancias del sector, que incluye la aquiescencia servil de Macron para enviar tropas  francesas a territorio ucraniano o, por lo menos, dar fuerte respaldo a las muy maltratadas, y engañadas, huestes mercenarias.

Estados Unidos reforzará sus bases en Europa con lo más moderno de su armamento, apuntando por ahora hacia Rusia, poniendo al mundo aún más cerca de una hecatombe nuclear, en la que, locamente, piensa subsistir a costillas de sus aliados europeos.

NADA FANTASIOSO

Desde hace mucho, varias agencias norteamericanas han hecho planes para el día después de un enfrentamiento nuclear.

Pero lo cierto, lo real, es que Estados Unidos desde siempre ha pretendido que esa tercera guerra mundial tenga su principal teatro de operaciones en Europa y repercuta en otras partes del planeta.
Es una guerra provocada unilateralmente por Estados Unidos, con la complicidad activa de Europa. A ello habría que añadir que las fuerzas navales y las bases norteamericanas en los océanos Índico y Pacífico intervendrían contra China.

O sea, su blanco principal es Rusia y, de forma indirecta, China.
Todo autorizado desde hace diez años por el Congreso norteamericano, que en aquel entonces, mediante la Resolución 758, autorizaba al presidente a adoptar medidas más agresivas para sancionar y aislar a Moscú, a proporcionar armas y todo tipo de apoyo al gobierno de Ucrania y a fortalecer la presencia militar de Estados Unidos en los países vecinos de Rusia.

La escalada de provocaciones a Rusia tiene varios componentes que, en conjunto, constituyen una Segunda Guerra Fría. A diferencia de la primera, en esta Europa es un participante activo, aunque subordinado a Estados Unidos, con lo que asume la responsabilidad de una guerra nuclear.

TRES COMPONENTES

La provocación de Occidente tiene tres componentes: sanciones para debilitar a Rusia, instalación y mantenimiento de un régimen satélite en Kiev y guerra de propaganda.

Asimismo, el establishment norteamericano maniobra para que se mantenga la economía de los petrodólares, sin la cual el dólar colapsaría como reserva internacional y, con él, la economía de EE.UU., el país con la mayor y más obviamente impagable deuda del mundo.

Ya desde el 2014 hay un régimen satélite en Ucrania, y aún se recuerda aquella frase de la entonces Secretaria norteamericana de Estado, Victoria Nuland: “¡A la mierda la Unión Europea! ¡Maldición! Ucrania es nuestra. Pagamos para eso”.

El tercer componente es la guerra de propaganda. Los grandes medios de comunicación y sus periodistas fueron presionados para difundir todo lo que legitime la provocación occidental y ocultar lo que la ponga en cuestión.

Los mismos periodistas que llenaban las páginas de los diarios con la mentira de las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein, ahora las llenan con la de la agresión de Rusia a Ucrania.

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