Tiroteos: Mal endémico en USA

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Tiroteos: Mal endémico en USA
Fecha de publicación: 
1 Octubre 2025
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Un tiroteo ocurrido el pasado domingo y un incendio provocado por el tirador, en una iglesia mormona de Michigan, dejó 10 víctimas.

Escribir sobre cualquiera de los males generados que suceden en Estados Unidos sería el del nunca acabar y más cuando acabo de ver un video reciente en el que un joven en motocicleta se pasea por las calles de Miami con un AK-47 terciado en su espalda, sin temer a nada ni nadie, porque está permitido y, en definitiva, él es el peligro.

Esta libertad de llevar un arma por un civil es la que otorga la malinterpretada y luego camuflada Segunda Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, una acción que anula la libertad de los demás, porque la reaccionaria derecha en el poder cree que todo el mundo debe estar armado, por lo que no tienen nada de extraño los masivos tiroteos en las escuelas.

Durante el primer semestre de este 2025 han sido asesinadas en ese país más de 10 000 personas, casi mil menores de edad.

En fin, es una sociedad que supera la violencia de las películas sobre el oeste, porque en ella se mezclan las drogas, las masacres, las mafias y el sicariato.
Hasta hace unos años este compendio de elementos describiría perfectamente la realidad de varios países latinoamericanos o africanos que durante las últimas décadas han sido etiquetados entre los más peligrosos del planeta.

Sin embargo, ahora la situación revela el caos y el sangriento ambiente que erosionan a la sociedad estadounidense, donde las pandillas, el narcotráfico y el crimen organizado sobrepasan al Estado y quiebran el orden hacia un entorno violento en el que prevalece la ley de la fuerza y de las armas.

Este clima de violencia no solo afecta la calidad de vida de la ciudadanía sino que, al mismo tiempo, genera un entorno caótico similar al de una tierra hostil e insegura.

La prueba más reciente de esta realidad sangrienta ha sido el asesinato del activista político de ultraderecha Charlie Kirk, quien recibió un disparo certero en la vena yugular, acción por la que se señala como responsable a un joven de 22 años identificado como Tyler Robinson.

El crimen contra Kirk, de 31 años y quien era un bloguero, activista ultraconservador cristiano, presentador de 'podcast' y partidario del presidente Donald Trump, fue ejecutado en la Universidad del Valle de Utah justo cuando hablaba sobre la violencia armada en EE.UU. y los tiroteos masivos registrados a lo largo de ese país, especialmente en escuelas de menores.

El asesinato del activista de ultraderecha se suma a la lista de violentos ataques con motivos políticos que sacuden a EE.UU., que tan solo en los primeros seis meses del 2025 registra al menos 150 agresiones de este tipo, cifra que representa casi el doble del 2024 en el mismo período.

En la misma jornada que matan a Kirk, al menos otras tres personas, entre ellas dos estudiantes, resultaron gravemente heridas tras ser víctimas de un tiroteo en una escuela secundaria de Evergreen, Colorado, a más de 800 kilómetros del ataque en Utah.

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El pasado mes de agosto dos menores de edad perdieron la vida y 14 se encuentran heridos tras un ataque armado en la iglesia Annunciation de Minneapolis.

Aunque los tiroteos masivos en lugares públicos y escuelas no son algo nuevo en la sociedad estadounidense, sus ejecuciones han dejado una huella letal en la ciudadanía, que incluso se han incluido en dramáticas campañas mediáticas de organizaciones defensoras de derechos humanos y han provocado que las instituciones académicas tengan protocolos para generar alertas de emergencia.

Una de las más controvertidas ha sido publicada por la Fundación Sandy Hook Promise, una organización sin fines de lucro integrada por familiares de la masacre en la Escuela Primaria Sandy Hook el 14 de diciembre del 2012, donde murieron 26 personas baleadas: 20 niños y seis maestros. Una de estas piezas muestra a niños en el regreso a clases. Cada menor relata cómo sus padres los prepararon y les regalaron una herramienta nueva para enfrentar el mayor desafío del año escolar: la violencia armada.

EPIDEMIA

Tan solo en el 2023 hubo 565 tiroteos masivos, incidentes armados en los que un agresor dispara, mata o provoca lesiones, y desde ese entonces también ha entrado en un ciclo de violencia y crímenes políticos sin precedentes, como los dos intentos de asesinato de 2024 contra Trump.

Hechos similares fueron el asesinato de la demócrata Melissa Hortman y de su esposo; y el ataque en el que fue herido de gravedad el senador John Hoffman y  su mujer.
Otro hecho reciente que muestra la peligrosidad en la sociedad estadounidense, fue el brutal asesinato de la ucraniana Irina Zarútskaya, de 23 años, quien fue atacada en agosto luego que se montara en un metro subterráneo en Charlotte, Carolina del Norte.

La joven fue agredida violentamente por la espalda por el estadounidense Decarlos Brown Jr., de 34 años, quien la apuñaló repetidamente en el cuello con un cuchillo plegable hasta provocar su muerte. La violenta escena fue registrada bajo la mirada de otros viajeros, algunos de ellos tomaron sus dispositivos telefónicos para grabar el momento en vez de ayudar.

Los pasajeros más cercanos al crimen, a pesar de ver a la chica gravemente herida, prefirieron huir y momentos después otras personas intentaron ayudarla. Mientras todo esto ocurría, el asesino caminó tranquilamente por el vagón, se cambió la camiseta y salió del ferrocarril sin prisa.

El propio Kirk, antes de ser víctima, fustigó el crimen. "Si queremos que las cosas cambien, es 100 % necesario politizar el asesinato sin sentido de Irina Zarútskaya, porque fue la política la que permitió que un monstruo salvaje con 14 antecedentes anduviera libre en las calles para matarla", dijo el activista sobre el agresor, una persona sin hogar con problemas psiquiátricos y de drogas que cumplió cinco años de prisión y que tiene un amplio historial delictivo.

Este caso, más allá de la víctima, pone la mirada también en el entorno violento en el que se desenvuelve el atacante de origen afroamericano. Su vida estuvo marcada por un ciclo de violencia y exclusión social, fenómeno que en su gran mayoría se vuelve constante a través de la revictimización comunitaria.

Tal situación se agrava debido a la falta de oportunidades, la pobreza, el consumo de drogas, la debilidad institucional, la falta de programas de atención social, la proliferación de la actividad delictiva y la ausencia de gobierno, lo que privilegia el germen para un ambiente hostil, de desconcierto, desorden y caos, donde también cobra protagonismo la brutalidad policial.

 

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