Siria: Dar a César y a Trump lo que se merecen
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Después de haber liberado las nueve décimas partes de su territorio, el pueblo sirio se encuentra resarciendo lo destruido durante los nueve años de la guerra desatada por las inteligencias occidentales e israelí, en medio de obstáculos tan serios como la presencia de tropas norteamericanas y turcas, y miles de efectivos mercenarios y de organizaciones terroristas en sus fronteras norte y noroeste y la constante incursión aérea y artillera de Israel en el sur.
Al respecto, Rusia ha aumentado su presencia militar en la nación árabe, subrayando que seguirá defendiendo su soberanía, así como aseguró que tampoco la dejará sola ante la ley mercenaria César, esgrimida por Estados Unidos para hacer perecer por hambre al pueblo sirio.
En este contexto, el presidente norteamericano, Donald Trump, ha reforzado el macabro plan, aprovechando quizás estos últimos meses en la Casa Blanca, mediante nuevas sanciones contra funcionarios sirios y subrayando las amenazas contra cualquier compañía o banco que haga negocios con Damasco.
Al mismo tiempo, el ejército de Estados Unidos sigue destinando efectivos para el control de bases en la zona fronteriza norte, especialmente instalaciones cercanas a los yacimientos petrolíferos.
Así, en el conflicto sirio, que se lleva desarrollando desde el 2011, EE.UU. domina varias posiciones en campos de petróleo y gas en Siria y apoya a grupos armados en la región de Al-Jazeera, al este del río Éufrates.
Ello ocurre cuando la tensión entre Ankara y Damasco es máxima, a pesar de que Vladimir Putin y Recep Tayip Erdogan firmasen un alto el fuego para la zona de Idlib, acuerdo que, en el fondo, no han solucionado los problemas, porque Turquía sigue persiguiendo a los elementos kurdos, a los que acusa de acciones terroristas contra intereses otomanos; y el Ejecutivo sirio trata de recuperar el control de todo el país, a falta de derribar a los insurgentes instalados en la mencionada provincia de Idlib.
En cuanto al plan estadounidense denominado César, éste recibió su nombre de un traidor sirio desertor de la policía militar, quien brindó amplias informaciones a la inteligencia estadounidense.
Así, Trump, en medio de su lucha por no dejar la presidencia, ha estado reforzando un plan contra una más pequeña nación árabe que enfrenta la pandemia de la COVID-19 y con 11 millones de pobladores que necesitan protección y ayuda humanitaria, tras este conflicto que ha dejado más de 300 000 muertos y 13 millones de desplazados dentro y fuera de la nación.
A juicio de expertos como Berma Alloush, del Consejo Noruego para Refugiados, las nuevas sanciones de Trump son más complicadas y amplias, lo cual aumenta el riego de que los bancos y los comerciantes extranjeros eviten hacer negocios con los sirios,
También van a evitar que el sirio común intente reconstruir sus hogares para establecer un sentido de normalidad crear cualquier tipo de recuperación o reconstrucción.
Empero, Damasco ya está buscando la solución a los problemas aumentados por Trump con su plan César, con el fin de darles lo que se merecen.
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