¿Racismo en EE.UU.?: Reviviendo al muerto

Entre tantas y tantas teorías para tratar de hacer creer la inferioridad de los hispanos está la genética de las desigualdades, surgida hace once años y que ahora se trata de revivir para justificar un hecho propio de la etapa esclavista y que ahora se mantiene con el neoliberalismo.

En fin, es una ideología promovida por círculos conservadores y neoliberales, a fin de justificar el enorme crecimiento de las desigualdades que caracterizan los tiempos actuales.

Intentan justificar que estas desigualdades son consecuencia de la diversidad genética dentro de las poblaciones en las que ellas existe.

Así, revistas y universidades norteamericanas de prestigio son utilizadas para afirmar que la estructura genética de una persona o grupo es la única causa de su desarrollo educativo y a través de ella el nivel de renta que adquiere.

Ya en la Universidad de Harvard se había aprobado y publicado una tesis doctoral de Jason Richwime, del Departamento de Políticas Públicas, en la que se sostiene que los hispanos en Estados Unidos tienden a concentrarse en las clases menos adineradas y con menos recursos, debido a su inferior estructura genética, menos desarrollada y de menor calidad que la existente entre la población blanca de Estados Unidos.

Para demostrar sus tesis, asume  que los hispanos tienen una estructura genética distinta a la de los nativos blancos estadounidenses. Y afirma que el cociente intelectual (CI) -la puntuación obtenida en una prueba diseñada para medir la inteligencia- de los blancos es superior a la de los hispanos, concluyendo que la supuesta inferioridad de los hispanos se debe a su inferior estructura genética.

Es sorprendente que esta tesis haya sido aprobada en uno de los centros que tienen mayor prestigio en el mundo académico estadounidense.

El test del CI es una prueba bien conocida por su sesgo clasista, pues mide más la habilidad de respuesta al test que el nivel intelectual, estando determinada esta habilidad por una socialización dependiente del contexto social del individuo.

Los errores y las mentiras de este estudio son múltiples, comenzando por asumir una estructura genética propia de los hispanos, un grupo que, más que étnico, es cultural, que se caracteriza por su enorme diversidad genética.

Este supuesto de uniformidad genética es subjetivo, claramente racista, lo cual es confirmado cuando el documento atribuye también la naturaleza de la pobreza en Latinoamérica a la inferioridad genética de las poblaciones que viven al sur del Río Bravo, en comparación a la existente en Estados Unidos entre los blancos. 

Que esta tesis con gran debilidad ideológica vuelva a surgir y se pretenda establecer en Estados Unidos dice mucho del clima ideológico que se ha alcanzado en círculos del establishment, en momentos de gran dominio neoliberal.

Tal dominio requiere una teoría hegemónica, legitimadora y justificativa del enorme crecimiento de las desigualdades.

Esta teoría, en que lo social se presenta como biológico, recuerda a las genetistas del nazismo, que hoy enseñan sin pudor en algunos centros educativos estadounidenses.