Palestina: la inmensa vergüenza que quedara para la "civilización"

Hace unos días, durante las jornadas del III Coloquio Internacional Patria, celebrado en la capital cubana, vi a hombres y mujeres, cubanos y cubanas  de muchas edades, políticos, científicos, intelectuales, comunicadores de varias regiones del planeta y hasta adolescentes, llorar, gemir, emitir sonidos de dolor y/o rabia y hasta dar golpes en una pared para después salir caminando casi sin parar, como si se intentara huir de un horror.

Se trataba de personas que asistían a uno de los stand más concurridos del Coloquio, una iniciativa de la televisora árabe Al Mayadeen con la que podían, mediante el uso de tecnología de cine 3D sumergirse en una sala, en un corto espacio en el que se observaban las bombas, la masacre, los cuerpos destrozados, los edificios cayendo casi encima, los hospitales hecho polvo y las personas siendo asesinadas mientras recibían comida.

Se trata de un caos, el más criminal de todos que ha estado viviendo el pueblo palestino por más de 75 años pero desde hace varios meses las cifras de muertes, la agonía, lo ya inenarrable o indecible, lo que pudiera parecer ficción sino lo estuviésemos viendo todos los días y ser noticia ante los ojos incrédulos del mundo, pareciera irreal.

Lo peor que ya se habla de eso con normalidad, el mundo sigue su cauce y las cientos de muertes diarias, las familias enteras desaparecidas y la niñez arrebatada a un pueblo al que parece que quieren - definitivamente- hacerlo desaparecer de la faz de la tierra, es ya parte de nuestro día a día.

"Esto es lo que no podemos permitir que nunca llegue a ocurrir en Cuba ni en ningún lugar", le escuché decir a un hombre con lágrimas en los ojos, los puños cerrados y el rostro muy rojo, como acalorado, una vez que salió de la mencionada sala de inmersión promovida con alta tecnología, por los colegas de Al Mayadeen, a quienes no cabría nunca en palabras,  el agradecimiento por la labor informativa y de denuncia que realizan todos los días, más allá de amenazas y peligros. Ellos bien saben de qué lado está la razón y el deber.

Ojalá esta humanidad diga BASTA y definitivamente eche a andar, como dijera en sus palabras provisorias el Che Guevara en Naciones Unidas, con fe inquebrantable en los seres humanos y su capacidad de luchar, unidos, por un mundo mejor, aunque hoy ni siquiera esa organización sea capaz dar pasos firmes y reales para frenar tanta crueldad.

El pasado 5 de abril fue el Día del Niño Palestino, establecido en 1995 por Yasser Arafat (entonces líder de la Autoridad Palestina) y luego adoptado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), para resaltar el impacto de la ocupación colonial israelí en los niños y niñas.

En las mismas redes sociales donde todos los días vemos los sinsentidos de la casi extinción de un pueblo entero, con un ensañamiento aterrador contra sus infantes, una colega y amiga recordó y denunció, las palabras que ahora hago mías: "así se secuestra la esperanza de un bravío pueblo, lo que nos recuerda hoy la inmensa vergüenza que quedará para la historia de la "civilización".