OPINIÓN: Lula con Los Olvidados

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OPINIÓN: Lula con Los Olvidados
Fecha de publicación: 
19 Octubre 2022
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Lula visitó la favela Complexo do Alemão. . Imagen: EFE

Casi al mediodía del pasado miércoles 12 un locutor anunció a gritos: “¡El papá llegó!”, y desató la euforia en el Complexo do Alemao por la presencia de Luiz Inacio Lula da Silva, quien comenzó así la visita a las siempre olvidadas favelas brasileñas por una de las más pobres y violentas ubicada en Rio de Janeiro, donde están la mayoría de las chabolas en la nación suramericana.

Reporta AFP que desde que arrancó la campaña en agosto, Lula sobrevive a una agenda frenética que le lleva a tomar varios aviones en un día para visitar todos los rincones del país. Pero allí, donde la expectación era máxima, la desbordante simpatía por su favorito estalló en aplausos, cuando anunció que volvería a ser implantada la agenda para combatir el hambre, de cuyo mapa Brasil fue sacado en el 2014, y ahora está plenamente en apogeo, al duplicarse en estos cuatro años de permanencia de Jair Bolsonaro.

Tras los empujones y codazos para poder tocar la mano al favorito para convertirse en próximo presidente de Brasil, Lula prometió que, si gana, los pobres volverán a comer tres veces al día, las universidades serán para todos, habrá un Ministerio de los pueblos indígenas y otro para la igualdad racial. Habló incluso de acabar con la plantación de soja en la Amazonia y del precio del barril de petróleo, y sobre la violencia endémica que azota a las favelas expresó que “no será la policía la que resuelva los problemas de la comunidad”, sino el Estado haciendo lo que tiene que hacer: invertir en educación, salud, ocio y cultura para sus habitantes.

En una entrevista para AP, María Rosa Balman, farmacéutica residente en otra favela, el Morro de Sao Carlos, destacó que durante los mandatos de Lula su familia mejoró, fue la primera en estudiar en la universidad, financió su apartamento con las ayudas estatales y su hija hoy es abogada, gracias a las cuotas para estudiantes negros, “Ahora hay que eliminar la creciente violencia, porque lo que Bolsonaro propone no resuelve nada. Su solución es entrar disparando, matando pobres. Eso no es una solución, el crimen continúa”, criticó.

La campaña de Bolsonaro basa su discurso en la mano dura contra la delincuencia y las facilidades para que el ciudadano de a pie se compre un arma. Atribuye a ello la caída en el número de homicidios. Brasil registró en el 2021 el menor número de muertes violentas desde el 2007, con 41 000 víctimas mortales, según el Fórum Brasileño de Seguridad Pública. Los especialistas lo atribuyen a múltiples factores, pero Bolsonaro, ya usa ese dato a su favor. A pesar de la mejora, Brasil está entre los más peligrosos del mundo: ocupa la octava posición en un ránking de 102 países.

Lula suele vincularla a la falta de oportunidades, una relación causa-efecto. En los años de su Partido de los Trabajadores en el poder, la desigualdad y la pobreza tocaron mínimos históricos.

FAVELAS Y HAMBRE

El número de favelas en Brasil pasó de 6 329 a 13 151, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística.

Con una mayor tasa de desempleo y la caída de ingresos, las viviendas con patrón urbano irregular y sin saneamiento básico sumaban 5,1 millones hace tres años, el dato más reciente.

La cifra es otro reflejo del aumento de la pobreza en el país, donde 33 millones pasan 24 horas o más sin comer algunos días; 24,5 millones han empeorado su dieta, no están seguros de cómo comerán, y otros 74 millones temen pasar por ello.

En septiembre el porcentaje de artículos que han encarecido, fue del 64%, lo que lleva a muchos a reemplazar lo que consumen por productos ultra procesados.

LULA DEBE GANAR

Salvo situaciones extremas creadas por la reacción, con una ventaja sobre Bolsonaro de 6,19 millones de votos y 5,2 puntos en primera vuelta, Lula parte como claro favorito para la victoria en la segunda el venidero 30.

Lula y Bolsonaro encarnan una batalla entre las fuerzas progresistas y la ultraderecha brasileña que es fruto de una polarización extrema, empujada a la radicalización por los bolsonaristas.

Sin duda, las encuestas fueron las grandes perdedoras de la primera vuelta, al no acertar en su análisis sobre los apoyos ocultos que conserva el mandatario ultraderechista, aunque con Lula sí ajustaron mejor el pronóstico.

La tendencia de voto por regiones, además, dejó en evidencia la fragmentación profunda que vive Brasil. Aparte de la elección presidencial, en estos comicios también se estaban eligiendo gobernadores estatales, diputados y un tercio del Senado y Asambleas Legislativas Regionales. Ahí, los bolsonaristas también obtuvieron buenos resultados.

Lula tiene la oportunidad de regresar a la presidencia de Brasil tras haber sido apartado de la carrera presidencial en el 2018 y haber pasado injustamente 580 días en prisión. Finalmente, en noviembre del 2019 las inventadas condenas por corrupción fueran anuladas por la Justicia y Lula volvió fortalecido a la arena política.

Pero la altísima votación a favor de Bolsonaro preocupa. Su apuesta por la difamación, la propaganda engañosa y la desinformación funciona a muchos niveles y representa una amenaza. Tanto, que los dos partidos y candidatos de centroizquierda y centroderecha, que cosecharon 8,5 millones de votos, se han visto motivados a apoyar a Lula en la segunda vuelta.

 

 

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