Níger: pasó lo que tenía que pasar

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Níger: pasó lo que tenía que pasar
Fecha de publicación: 
31 Julio 2023
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Los manifestantes, que apoyan a los golpistas, ondean banderas de Níger y Rusia gritaban "abajo Francia". Foto tomada de RT

No hay por qué sorprenderse del golpe de Estado en Níger, el último aliado que le quedaba a Occidente en el Sahel, donde aún saquea sus ricos recursos naturales, millones de personas pasan hambre y un gobernante se enriquecía a más no poder.

El portavoz del Ejército de Níger, el coronel mayor Amadou Abdramane, explicó las causas del golpe de Estado, con el fin de combatir las grandes desigualdades, en tanto el depuesto presidente Mohamed Bazoum era retenido en el palacio presidencial, en Niamey, según Reuters.

A Estados Unidos le quedaba el “mérito” de haber armado a un ejército que creía le era fiel, mientras tiene allí dos bases de sus fuerzas armadas, con unos mil soldados, y otra de la Agencia Central de Inteligencia.

Alemania también tiene destacados en Niger un centenar de militares, pero el que sí está con fuerte presencia es Francia, bajo el pretexto de combatir el terrorismo, pero es realmente para seguir protegiendo su explotación del uranio.

Ahora se habla de que tropas africanas y de algunas naciones occidentales emprenderán una ofensiva para derrocar a los promotores del golpe de Estado contra el depuesto presidente sumiso a Occidente, cuando gran parte de la población ha saludalo y apoyado a los militares que asumieron el poder.

Aunque trataron de involucrar a Rusia en el golpe de Estado, medios occidentales, incluido el francés Le Monde, admitieron que no hay indicio alguno de que Moscú haya intervenido en el hecho, que pone en peligro la explotación de sus riquezas por los consorcios occidentales.

CONTRASTE

Mucha pobreza y ostentación lujosa occidental, principalmente francesa, abrumaban las calles de las principales y abandonadas ciudades nigerinas.

La agencia francesa AFP reconoce lo difícil que se le hacía sobrevivir al nigerino más corriente, ese que no estaba bautizado con el dinero de los explotadores.

Por ejemplo, la ciudad de Arif, donde hay una base militar estadounidense, emerge en el desierto como un espejismo amarillento de rocas de uranio, chatarra radiactiva, turbantes, grúas y chabolas. Allí donde no hace tanto pastaban plácidamente los camellos, palpita ahora una destartalada urbe de 80 000 habitantes. 

Alejados de los miles de peones, comerciantes, cargadores, artesanos y prostitutas llegados de todo Níger y los países limítrofes, residen unos centenares de técnicos e ingenieros franceses, blindados en su burbuja parisina, con sus tiendas exclusivas, su hospital privado (el mejor del país) y sus clubes con piscina. Mientras, los autóctonos rebuscan en la basura radiactiva y enferman en su pugna por sobrevivir.

El contundente simbolismo de esta imagen -el perfume francés aromatizando la angustiosa pobreza de millones de personas- explica por sí sola la razón del golpe de Estado de hace unos días.

No hay que rebuscar mucho para explicar un golpe de Estado en el que, según sus protagonistas, tienen su origen en el hecho de como uno de los países más pobre del mundo, es preso de continuas hambrunas, pese a haber exportado decenas de miles de toneladas de uranio desde 1974 y ser rico en petróleo, oro, fosfatos, estaño, hierro, platino, carbón, titanio y coltan.

El uranio en Níger es más un mal que un bien, dice Jeremy Cenan, profesor de la Universidad de Bristol y una autoridad sobre el Sahara. “Es una maldición y tiene todo el potencial de una situación explosiva. Una mecha que enciende también el terrorismo y el tráfico de drogas en la zona”, consideró.

Aunque los observadores internacionales no pueden demostrar la ya mencionada influencia de Moscú en el golpe y que tampoco están involucrados los rebeldes tuareg, el Movimiento de los Nigerinos por la Justicia (MNJ) aprovechó el hecho ara defender sus postulados de siempre:

Transferencia del 50% de los ingresos mineros a las colectividades locales, contratación prioritaria de los autóctonos, fin al mercadeo de los permisos de explotación y suspensión de las actividades de investigación en las zonas de explotación ganadera.

Salamín Belga, un inmigrante que acaba de regresar a España tras unas vacaciones en Níger, resumió a Efe el sentir local: 
"Ha pasado lo que tenía que pasar. Y aún deberían de pasar más cosas para poner fin a esta vergüenza".

Níger, uno de los países más pobres del mundo, que ha sido un servil baluarte de Occidente, es hoy noticia y lo seguirá siendo en los tiempos que se avecinan.
 

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