La banalidad se adueña de los Oscar

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La banalidad se adueña de los Oscar
Fecha de publicación: 
4 Marzo 2025
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Mikey Madison, protagonista de Anora.

Quien escribe estas líneas es un cinéfilo empedernido, y solo por ese motivo se arriesga a emitir su opinión, aunque alguien lo vea como intrusismo profesional.

Respeto enormemente la profesión de crítico de arte, entre otras cosas porque nada más que de anunciarse ya te crea enemigos, algo así como los árbitros en el deporte; profesiones ambas vituperadas hasta el cansancio, pero imprescindibles.

Por eso, desde la simple perspectiva de espectador me atrevo a abordar el tema porque ya me parece recurrente que la entrega de los premios cinematográficos más prestigiosos del mundo deje de lado lo artístico para ensalzar otras cosas.

En esta última década y media, iniciada a mi juicio de manera ignominiosa al premiar el bodrio patriotero de The Hurt Locker, le siguieron Green Book, CODA y en esta ocasión Anora, historias todas que hemos visto mil veces en pantalla, y sin que realmente aporten mucho cinematográficamente hablando.

Incluso vivimos la premiación de Parasite y Everything Everywhere All at Once, productos de la creatividad foránea aunque este último haya salido como Made in América, que sí son muy valiosas, pero hacen pensar que no hay nada mejor salido de los tradicionales estudios cinematográficos.

No es que estemos viviendo la época dorada de Hollywood ni mucho menos, pero me parece que los filmes políticamente correctos se están adueñando peligrosamente del panorama, en vez de historias originales y profundas que les pasan por el lado sin penas ni glorias.

De hecho, mencionando a esas primeras ganadoras creo que les hago un favor, porque ya están en el cajón del olvido.

Algo similar creo que ocurrirá con Anora, cuyo pobre argumento, excesivo lenguaje soez y metraje innecesariamente largo le restan demasiado.

Increíble que una historia sensiblemente original como la de Emilia Pérez sea soslayada, como consecuencia fundamentalmente de los comentarios totalmente censurables de su protagonista. Esos dichos, publicados hace buen tiempo, vale recordar, no debieron lastrar las posibilidades de esta película muy notable, pese a que pierde fuelle al final.

Pero bien, supongamos que “le pasaron la cuenta” por culpa de Karla Sofía Gascón, había mucho más para escoger antes que esta tragicomedia tipo Pretty Woman.

Me voy a salir incluso de las nominadas, pues una cinta como Juror 2 fue olímpicamente ignorada y tiene muchísimo más que aportar. No sé si los miembros de la Academia se hartaron de Clint Eastwood, pero el veterano sigue rezumando sensibilidad y buen gusto en cada entrega y en este caso no le da miedo que le comparen con un monstruo como 12 hombres en pugna, aquella joya de Sydney Lumet.

Aunque comparte las deliberaciones de miembros de un jurado, esta parte desde una perspectiva completamente distinta, y no digo más para no arruinarle el visionado a quienes no la hayan visto.

Quiero cerrar destacando la gran actuación de Mikey Madison, pero ahí está su merecido Oscar, no era necesario premiar tanta banalidad.
 

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