El primer recorrido afroasiático del Che: Validez y vigencia de sus aportes

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El primer recorrido afroasiático del Che: Validez y vigencia de sus aportes
Fecha de publicación: 
13 Junio 2024
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“…es el compañero al que se le puede
confiar cualquier misión, cualquier
posición, cualquier acción…”
 Fidel sobre el Che1

Parte I

Bandung: en el camino de la proyección tercermundista de la Revolución cubana

El 12 de junio de 1959, 65 años atrás, el Che inicia un recorrido por diez países afroasiáticos pertenecientes en la época al llamado Pacto de Bandung.  

Casi tres meses después, el 8 de septiembre, regresa a Cuba. Como al partir, Fidel está en el aeropuerto. Conoce perfectamente la importancia del viaje para el futuro de las relaciones externas, políticas y estatales, de la Revolución. Juntos lo habían concebido semanas antes y ahora, es evidente, le urgía conocer sus resultados, los que - como se confirmó posteriormente - abrieron una página en la historia de la proyección internacional de la Revolución.

Ambos, además, conocían perfectamente el significado histórico de la Conferencia de Bandung (18-24/Abril/55) celebrada en la ciudad Indonesia de igual nombre. Sabían que en esa parte del mundo líderes de talla mundial como Gamal Abdel Nasser (Egipto), Yawaharlal Nehru (India) y  Sukarno (Indonesia), junto a los líderes de Pakistán, Birmania y Ceilán (actual Sri Lanka) habían logrado que 29 países afroasiáticos recién descolonizados uniesen sus plurales voces y proyectos para buscar opciones de desarrollo cooperado en pro de sus pueblos, así como un lugar de respeto en el sistema internacional surgido de la Segunda Guerra Mundial.

A su regreso, el Che caracterizó así lo ocurrido en Bandung: “El poder de aglutinación de los pueblos ha sido más grande que la capacidad de división de las fuerzas coloniales y se produce de pronto un hecho que es la alborada de la recuperación de los pueblos afroasiáticos, la Conferencia de Bandung” (Verde Olivo, 5 de Octubre de 1959). Y luego añade: “…no hubo unanimidad, pero hubo conjunción. No fue un bloque disciplinado que votara como un solo hombre las ponencias de la conferencia, hubo intentos de división…El sentido común pudo más que los intentos coloniales y la fecha de Bandung tiene ya características históricas” (Ob. Cit.).

No estaba en los planes del Che encabezar la delegación que había concebido junto a Fidel. Pero éste y el núcleo dirigente de la Revolución pensaban lo contrario2. Se necesitaba para ella a una figura de vasta cultura; visión compleja del mundo de la época; plena claridad sobre las necesidades de la proyección externa de la Revolución para lidiar con un vecino hegemonista, que ya había dado señales inequívocas de que no aceptaría desafío sin respuesta en su frontera sur; capacidad para construir alianzas políticas y sociales amplias; y visión realista para adoptar acuerdos comerciales y de cooperación operacionales, ajustados a las capacidades del país en esos momentos de despegue del proyecto revolucionario.

Frente a este cuadro de expectativas, con una presencia diplomática débil de Cuba en Asia y África, sin todas las informaciones previas que hoy sabemos que resultan vitales para estas misiones de apertura de relaciones, con integrantes de la delegación que se estrenaban también en estas lides, se puede comprender por qué algunos autores califican de desiguales los resultados por países. También el Che lo admite y explica durante su conferencia de prensa, el 9.9.59, con su habitual honestidad y sentido crítico y autocrítico, dos rasgos éticos vitales para los días que corren.

¿Por qué rememorar esta primera misión internacional del Che? Entre otras razones también relevantes, porque mostró en la práctica cómo se pueden y deben combinar, al unísono, los objetivos de la política externa de un Estado en proceso de transformación revolucionaria, y los relacionados con su proyección externa3 o internacional. Esta aseveración exige que el contenido de ambos conceptos sea precisado, de manera que ello contribuya a aquilatar mejor los resultados inmediatos y estratégicos del recorrido. Así, en consecuencia:

-Por política exterior se asume “la actividad de un Estado en sus relaciones con otros Estados, en el plano internacional, buscando la realización de los objetivos exteriores que determinan los intereses de la clase dominante en un momento o periodo determinado.” En el caso de Cuba, los intereses del “pueblo” que, “si de lucha se trata”, Fidel define con precisión en La Historia me Absolverá. La materializan de forma especializada la diplomacia, aunque también los representantes de otras instituciones del Estado en cuestión.

-La proyección externa o internacional, por su parte, será entendida en dos niveles con contenidos propios: 1/ como el impacto (o los impactos), más allá de las fronteras nacionales cubanas, de las principales decisiones y acciones de la política interna4; y 2/ como la expresión del contenido e impactos internacionales de la actuación, con carácter sistémico, del Partido y el conjunto de organizaciones de masas y sociales, así como de los medios de comunicación en este ámbito.

Evocar las razones que determinaron el primer periplo afroasiático del Che, así como precisar sus resultados políticos y estatales, persigue un objetivo práctico: mostrar el grado de actualidad (vigencia) y sobre todo la validez (utilidad) del estilo de actuación y la capacidad para construir relaciones de amplio espectro desarrolladas por él y su delegación, más allá del contexto que Cuba tenía en junio del 59: una presencia diplomática y política muy débil en África y Asia, carencia de cuadros conocedores de esas todavía “lejanas culturas”, y la presión que ya sentía sobre sus espaldas por la hostilidad de los EEUU, como más de una vez lo pudo constatar la delegación. Esta última, una realidad que prevalece.

La creatividad y la capacidad del Che para percibir lo esencial para Cuba en cada país; la humildad para identificar las enseñanzas potenciales que cada uno de ellos podía aportar; la comprensión lograda sobre la interrelación de intereses entre las excolonias africanas y asiáticas con las realidades vividas en Cuba y América Latina y el Caribe; la identificación precisa de las causas que empobrecieron a unos y otros en virtud del lucro de unos pocos países; y la convicción resultante de que sólo mediante la lucha unida se podría avanzar en los procesos emancipadores, cobran vida para la Revolución cubana en el actual contexto geopolítico mundial.

Uno de los elementos de validez de la misión, que es útil rescatar hoy, es el siguiente: la intensa agenda política y de Estado cumplida por el Che y su delegación por 10 países afroasiáticos mostró una relación de estricta continuidad con el estilo de hacer política que Fidel Castro había desarrollado con éxito durante sus primeros recorridos internacionales por Venezuela, Argentina, Uruguay y los EEUU., entre el 23 de enero y abril de 1959.

No había para ellos sector gubernamental o no gubernamental, político o social, empresarial o comunicacional, de importancia subalterna durante sus respectivas escalas. Para ambos, promover las ideas de la Revolución, ganar adeptos y cortar el camino a los enemigos de la primera eran objetivos de prioridad permanente y simultánea. Influir y sumar parecían ser las metas de valor omnímodo.

Tal coincidencia no era fortuita, resultaba de la unidad de criterios políticos e ideológicos, de valores éticos compartidos y de estilos convergentes de actuación entre ambas figuras cimeras de la Revolución, justo cuando estaban en proceso de gestación y desarrollo las políticas interna y externa del país, tanto en materia de contenidos programáticos, como en el campo de las búsquedas de las formas institucionales más apropiadas a su particular contexto histórico y geopolítico.

Fidel y el Che – es clave subrayarlo en este punto – desde aquella noche de julio de 1955 en que hablaron por primera vez, y el argentino se transformó en el segundo expedicionario del Granma, forjaron una relación paradigmática de amistad y de unidad en la acción política, culta y de principios éticos que bien valdría la pena estudiar y entender mejor, sobre todo cuando se analizan situaciones particulares como la que nos ocupa.

Demostrar de manera sumaria lo expresado, constituye el objeto central de este texto. Los argumentos probatorios los aportará el propio Che: están contenidos en la conferencia de prensa que ofreció el  9 de septiembre, horas después de su retorno a Cuba (Parte II), así como en los testimonios que escribió para Verde Olivo semanas después (Parte III/Final), entre el 5 de octubre y el 16 de noviembre, todos concebidos con objetivos formativos para los integrantes del Ejército Rebelde, su destinatario priorizado en aquellos momentos, aunque el alcance o significado final fue mayor: legó experiencias claves para todos los que pretendan defender la Revolución en el terreno internacional.

Notas

1 Fidel Castro Ruz. Comparecencia ante el programa “Comentarios Económicos”, del canal 4 de la TV, La Habana, 28.9.59.

2 Ver “Che Guevara: Revolución cubana (1959-1965) y diplomacia”, de María del Carmen Ariet, en Paradigma, Vol 3, Año 2, Dic. 2014.

3 Este concepto, propuesto por el sociólogo e historiador Luis Suárez Salazar, permite deslindar las diferencias e interrelaciones que existen entre la materialización de la política externa a través de la diplomacia y demás actores estatales y de gobierno, respecto a las prioridades y estilos específicos de actuación del Partido, la UJC y las organizaciones sociales y de masas del país en sus relaciones internacionales con fuerzas homólogas. Posibilita, además, aquilatar el impacto externo de las principales acciones y decisiones de orden interno que en cada etapa ha adoptado la dirección político-estatal del país, en función de los objetivos estratégicos de la Revolución, en una relación coherente con el desempeño de la diplomacia, pero sin supeditar de manera mecánica las posiciones de principio a la lógica natural de la acción que a ésta compete, esto es, buscar siempre la preservación de las relaciones bilaterales con otros Estados y sujetos de derecho internacional. El referido autor incluye un tercer concepto, el de política internacional, para aludir a la actividad particular del Partido y las demás organizaciones sociales y de masas. Este texto asume su conceptualización.

4 Incluye desde las grandes manifestaciones populares, expresivas del nivel de apoyo social y político a la dirección revolucionaria y al proyecto de sociedad en construcción; el impacto de leyes como las de la Reforma Agraria y la Reforma Urbana; las misiones internacionalistas y las demás acciones de cooperación internacional protagonizadas por el pueblo cubano y entre muchas otras, como colofón, los efectos externos de la capacidad de resistencia y victoria mostrada por el pueblo cubano y su liderazgo en cada momento histórico.

 

 

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