Chistes sobre la Cuba dictatorial
especiales
Se cuenta que el presidente doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, satanizado por naciones y fuerzas opuestas a su empeño de hacer de Paraguay un país donde el pueblo tuviera prosperidad y caminos de justicia social, solía comentar entre disgustado y sarcástico algo que aquí se parafrasea de memoria: “En este país donde yo soy dictador hay quienes se hacen célebres publicando alegatos en mi contra”.
No se espere de esta nota una valoración de peso y con matices acerca de Rodríguez de Francia y los análisis hechos sobre su figura, ni del Paraguay que, bajo su presidencia, sufrió asedio y devastadoras agresiones desde el exterior. Por ello terminó, además de aplastado, convertido en imagen diabólica por la propaganda burguesa y “liberal” de su tiempo, camino seguido por los actuales representantes de esa ideología y de las maniobras destinadas a perpetuarla.
Similar satanización sufrió antes, y la sufre hoy, el Haití de la primera revolución independentista y abolicionista en América. Más acá la ha venido sufriendo la Cuba que en la región se erigió como el primer pueblo en zafarse de la potencia imperialista estadounidense, a la que no tardó en propinarle la derrota de Girón y ha seguido haciéndola fracasar en su empeño de doblegarlo.
Más de una vez anunció Roberto Fernández Retamar su deseo de escribir un estudio —del que dejó semillas en textos suyos— acerca de un territorio “imaginario” llamado Haipacu, resumen de los nombres de esos tres pueblos, a los cuales hay derecho a sumar, por lo pronto, la Venezuela bolivariana. Podría hablarse de Haipacuve.
Llegue hasta ese punto la referencia histórica sobre un tema inagotable en unos pocos párrafos que solo pretenden esbozar, a partir de lo dicho por Rodríguez de Francia, un breve cuadro sobre la Cuba revolucionaria, acusada de dictatorial. Para ese cuadro se rozarán elementos vinculados con el humorismo, sin entrar en clasificaciones.
Es curioso que en Cuba, en circunstancias y con apoyos que no es del caso comentar ahora, se pueda hacer carrera como heraldo complaciente de Barak Obama en el afán del césar de seducir al pueblo cubano, y como ridiculizador de la realidad nacional, sin hacer ni un guiño visible contra quienes atacan al país.
En fecha más cercana y con claridad patriótica al menos, Virulo, asimismo humorista, expresó asombro por un hecho: la ausencia o larga escasez, en Cuba, de burlas a Donald Trump, cuando humoristas de diversa orientación se despachaban contra él en el mundo.
A lo dicho sobre complacer a Obama, súmense denuncias de un supuesto “bloqueo interno”, junto con la minimización de lo que significa el verdadero bloqueo, el bloqueo, cuyos patrocinadores tienen motivos para recibir y celebrar tales denuncias como expresiones de complicidad.
Agréguese asimismo el escenificar —no en cualquier parte, sino en el Miami donde acampa centralmente la mafia anticubana que sirve al imperio— burlas acerca de las penurias que Cuba sufre, sobre todo, por el acoso imperialista, que no mencionan, y entusiastas loas al confort de los Estados Unidos, en particular del propio Miami. Y nada de eso impide que se retorne a Cuba, para recibir mimos de medios que, hasta donde se sabe, son propiedad del Estado al que se acusa de dictatorial.
Tampoco se espere que estas líneas abunden en esos hechos, ni que insistan en el carácter genocida del bloqueo imperialista impuesto a Cuba por cerca de seis décadas, ni en que es difícil, o un oficioso acto de manipulación, separar las deficiencias internas del país de las grandes limitaciones derivadas del bloqueo, que existe. Eso no niega que el país necesita erradicar las deficiencias internas, cualquiera que sea la esfera en que se den, y que ellas merecen ser reprobadas también por el humorismo patriótico.
Para terminar, las presentes líneas apuntan un pequeño detalle: después de todo eso, ¿cómo probar que Cuba está gobernada por una dictadura? ¿Será que los protagonistas aludidos, y otros, buscan fomentar conciencia de las libertades que hay en el país y que ciertamente hasta desmedidas podría alguien considerar en algunos casos? Sí, porque no se habla de un país en abstracto, sino de uno concreto y asediado y amenazado, donde quienes lo han agredido hasta militarmente y se anuncian dispuestos a volver a hacerlo, patrocinan una patética oposición interna, de baja estofa por lo menos en lo más visible y gritón de ella.
Pero si lo que dichos protagonistas procuran es que, por contraste entre lo que ellos dicen, de un lado, y los hechos, de otro, quede claro que Cuba no es una dictadura, tal vez se les debería otorgar un premio que los enaltezca como defensores de la patria. Solo que —un detalle más—, mientras no se pruebe lo contrario, si se quiere ser objetivo y sensato aunque sea en grado mínimo, nada autoriza a considerar que lo sean.
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