Bukele, tres años después: Controvertido, pero aún popular

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Bukele, tres años después: Controvertido, pero aún popular
Fecha de publicación: 
8 Junio 2022
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Confieso que no tuve inicialmente la mejor impresión de Nayib Bukele, un empresario que ganó inobjetable y ampliamente la presidencia de El Salvador venciendo a los partidos tradicionales y que, pese a las campañas adversas, sigue hoy en día aumentando su popularidad a límites insospechados.

Su inicial persecución al ex presidente Salvador Sánchez Cerén, su ruptura con Venezuela por este motivo, el reconocimiento al mercenario Juan Guaidó como el único mandatario de la nación suramericana y los elogios y aplausos que cosechó por tal motivo de Donald Trump y su secretario de Estado, Mike Pompeo, no fueron realmente buenas cartas de presentación del hombre de negocios de origen libanés tildado de centrista que pretendía sacar del marasmo a uno de los países más violentos del mundo.

No hay un medio tradicional de derecha del continente que hable bien de Bukele, e incluso, aquellos locales que aplaudieron a rabiar la ruptura con Venezuela, se quejaron repetidamente de la negativa del mandatario a que Guaidó representara a Alba Petróleos y menos a que manejara los activos de la compañía, los cuales ascienden a 1 200 millones de dólares, ni indagar sobre los 276 millones de cuentas por cobrar que reporta.

Así, Bukele ayudó a la filial de Petróleos de Venezuela (PDVSA) en El Salvador, a enfrentar una demanda por 40 millones de dólares de una corte de Connecticut. EE.UU., acusándola, con pruebas fabricadas, de lavado de dinero, haber tenido vínculos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y favorecer con préstamos al presidente salvadoreño.

Además, el grupo que se mueve alrededor de Guaidó, junto a periodistas tarifados del Imperio que utilizan al periódico El Faro, acusaron a Bukele de “copiar a Nicolás Maduro”, señalando seis proyectos al respecto: entrega de cajas de alimentos, introducción de la criptomoneda en el país, entrega de bonos de 30 dólares, uso de la aplicación estatal, el satélite y la construcción de un hospital veterinario.

Los ataques al mandatario son particularmente violentos cuando provienen de las “caritativas” Amnistía Internacional (AI) y Human Rights of Watch (HRW).

En el caso de AI, Erika Guevara Rosas, directora para las Américas, consideró que Bukele “busca silenciar a los medios de comunicación independientes” y “sigue los pasos de Ortega, Maduro y compañía”; calificó de vagas las enmiendas oficiales y dijo que “buscan amedrentar” a la prensa.

En tanto, la directora en funciones para las Américas de HRW, Tamara Taraciuk, calificó de grave esta “reforma que criminaliza hasta pintar un grafiti sobre maras y la publicación de información sobre ellas en medios si generan ‘zozobra’”.

Este miércoles, Taraciuk también publicó que se necesitan “pronunciamientos fuertes de la OEA y de la Unión Europea”, como si fueran el non plus ultra de la libertad.

En respuesta a las protestas contra la medida, Bukele la comparó con lo que se hizo en Alemania: “Cuando los alemanes querían erradicar el nazismo, prohibieron por ley toda la simbología nazi, así como los mensajes, apologías y todo lo que fuera dirigido a promocionar el nazismo. Nadie dijo nada, era entendible que fuera así. Ahora nosotros haremos eso con las pandillas”.

Las pandillas, un fenómeno considerado como herencia de la guerra civil salvadoreña (1980-1992) y que se fortaleció con la deportación de pandilleros de Estados Unidos, han resistido a los planes de seguridad implementados en las anteriores cuatro administraciones y generado picos de violencia a través de los años, hasta que llegó Bukele al poder.

Así, a la ola de violencia desatada por los grupos gansteriles, que causaron casi un centenar de muertos en tres días, el mandatario declaró la guerra a las pandillas, decretó el estado de excepción –que aún continúa- y encerró hasta ahora a 36 000 integrantes de las bandas, calculados en unos 70 000.

Sin dudas, ello ha causado una gran merma de los hechos delincuenciales, todo lo cual se produce con el apoyo de un legislativo, electo hace año y medio, que ha respaldado a Bukele en sus medidas para cesar a fiscales, jueces y funcionaros corruptos que apoyaban a los mafiosos y habían sido nombrados por la entidad derechista ARENA, autora de numerosos crímenes.

COMO SIEMPRE, LOS COMPARSEROS

El Faro, AI, HRW y comparsa hablan de dictadura, llaman a intervenir contra Bukele y ponen el grito en el cielo cuando el mandatario no acepta las imposiciones “sugeridas” desde Washington.

Hace unos días, en ocasión del tercer aniversario de su llegada al poder, y en un discurso de 38 minutos, el presidente trato el tema de la seguridad ciudadana y otro buen porcentaje en atacar a los sectores y gobiernos extranjeros que le señalan desapego a la Constitución.

La revista digital Disruptiva, de la Universidad Francisco Gavidia, detalló temas que el presidente abordó en su discurso a la nación:

Ha arrebatado a los poderes fácticos el poder y se lo ha entregado al pueblo, tal cual lo prometió, a pesar de la oposición y lobistas extranjeros; está a punto de ganar la guerra contra las pandillas, no como un triunfo del gobierno, de la policía o la fuerza armada, sino de los que aman el país. Se dará lo que se ha negado por décadas: un país seguro.

Luego, el presidente dedicó un espacio a lo que él les atribuye a sus predecesores, ahora en la oposición: violencia estatal y saqueo al pueblo para beneficio privado.

Sobre el conflicto armado, dijo que los países extranjeros pusieron las armas y el dinero, y el pueblo los muertos en vez de combatir el cáncer de las pandillas, se les alimentó y se dedicaron a bloquear y criticar cada acción que se daba para combatir a los grupos terroristas.

Luego, hubo un espacio para respaldar el trabajo de las instituciones de seguridad, centrándose en la fuerza pública básica y su bancada legislativa; afirmó que se está cambiando el sistema educativo y de la salud, y preguntó: “¿Por qué se preocupan por nuestro país, si lo único que se intenta es salir adelante?”

Por lo pronto, Nayib Bukele, electo por más del 50% de los votos, mantiene una popularidad sin precedentes, la más alta de un mandatario en el continente, con cifras, reconocidas por sus detractores, que van del 74% al 91%; manteniendo una política exterior independiente de los dictados de Estados Unidos que, según él, no acepta amigos, sino gente que le sirva.

 

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