ZAPPING: Tú, la telenovela que acaba (II)
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El director rodeado de parte de su elenco.
Podrá decirse cualquier cosa de Tú (y se dice, basta con revisar las redes para comprobar el entusiasmo de admiradores y retractores), menos que es una telenovela "enlatada", un producto más (sin pretensiones o marcas de autor) de la "industria" del entretenimiento. No. La impronta de su director es tan fuerte que para casi todos es "la novela de Lester Hamlet", independientemente de los indiscutibles aportes de los escritores y el resto del equipo de realización.
Lester Hamlet ha hecho la telenovela que ha querido... o quizás la que ha podido (no se pueden obviar las difíciles circunstancias en que tuvo que trabajar) y el resultado es una obra muy singular, que ha tenido la capacidad de encantar a muchos y decepcionar a otros.
Más allá de los extremos (y probablemente en los comentarios al pie de esta reseña abunden expresiones de esos extremos) se trata de una creación con luces y sombras, que ha querido honrar la tradición del melodrama sin poder evitar (o con toda intención de) fracturarla en alguna medida, y que ha mostrado en la televisión cubana una visualidad otra, una "factura" fuera de lo común... que también tiene pros y contras.
Mucho se habla de la importante presencia de la música en Tú, que es mucho más que cortina sonora o puro acompañamiento de las peripecias. Los temas musicales aquí denotaron, impusieron tonos, marcaron derroteros. Tiene que ver con la vocación de un director que nunca ha descuidado la banda sonora de sus creaciones.
Está muy bien recrear y resaltar situaciones y personajes desde canciones o reconocidos temas del acervo universal, pero aquí, puntualmente, pareció que la música desdramatizaba más de la cuenta muchas de esas situaciones, hasta el punto de que lo que debió reforzar lo melodramático casi llegó a resultar farsesco. Es posible que haya sido una intención decidida y bien pensada; sin embargo, esa relativa indefinición tonal pudo dejar estupefacto a más de uno.
Utilizar fragmentos de Giselle para remarcar la locura de un personaje es simpático, partiendo del referente. Pero regodearse en la Patética de Chaicovski para reforzar el conflicto de una trama pareció excesivo, asumiendo también la fuerza referencial. Es juego o es falta de contención. O las dos cosas al mismo tiempo.
Emotivos fueron los finales de los capítulos, con las interpretaciones de hermosas y en ocasiones emblemáticas canciones por parte de los actores. Las implicaciones de esos temas reforzaron la proyección de los intérpretes y sus tramas y establecieron una especie de relato paralelo que enriqueció el entramado.
En un comentario de hace algunas semanas hablamos del riesgo de la multiplicidad de tonos en el pauta actoral, reforzado por un casting desigual. Minó en alguna medida la coherencia esencial de la puesta. De igual modo, la coralidad de la historia (con tantas líneas de acción, tantos núcleos emulando) desdibujó jerarquías necesarias.
La que se supone que haya sido la pareja principal estuvo muy poco tiempo junta en la telenovela... y las peripecias de la pareja protagonista será siempre eje del género. La historia de amor fue más endeble que otros afluentes.
Y en otras tramas (particularmente la más escabrosa, la policial) hubo ciertos problemas de narración, como si faltaran escenas conectoras o el montaje no se hubiera resuelto del todo.
No faltó belleza, sensibilidad e ingenio en la visualidad. La fotografía reservó momentos muy interesantes (cierta pretensión cinematográfica, bien concretada).
Fue notable también el aprovechamiento de espacios de la ciudad que contribuyeron a consolidar contextos (nuestras telenovelas suelen ignorar las marcas de identidad que aportan las locaciones).
Ahora bien, ciertos extrañamientos en la puesta (que pudieran resultar atractivos por su relativa novedad en el género) terminaron por desdibujar énfasis muy propios del género. Es como si el realizador tratara de evitar lugares comunes traspolando recursos de otras narrativas. La tan comentada conversación en la Avenida de Paula, con el tráfico y un plano general "distrayendo" la atención es un ejemplo.
Hubo también ciertos desniveles en la calidad del sonido, ambientes por encima del nivel de los diálogos... por habituales en la producción dramatizada nacional parecen ya problemas endémicos.
Concluye Tú y no pasó inadvertida. Ese es un gran mérito en tiempos de abrumadora avalancha audiovisual. El capítulo final, el próximo viernes, seguramente desatará la polémica en las redes. Y eso, a todas luces, es lo que buscan los realizadores, el director. Lester Hamlet ha hecho su telenovela... y todavía dará mucho de qué hablar.
LEER MÁS: ZAPPING: Tú, la telenovela cubana (I)
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