Cuba: Faltar a la palabra empeñada ¿está de moda?

Cuba: Faltar a la palabra empeñada ¿está de moda?
Fecha de publicación: 
16 Marzo 2022
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¡Qué tiempos aquellos de los abuelos! A cada rato los recuerdo no solo por la gratificación personal de rememorar tiempos felices con la familia, sino también porque quien daba su palabra al asumir un trabajo la cumplía al pie de la letra, bastaba un estrechón de manos y quedaba cerrado el trato.

La palabra dada era la principal tarjeta de presentación, y no evoco que se firmara ningún contrato. Existía tal grado de confiabilidad, que ya con el hecho de expresar verbalmente el compromiso de ejecutar tal tarea, tal encomienda, era suficiente.

Así era el grado de credibilidad que emanaba de la imagen del operario, del albañil, del mecánico automotriz, del plomero, del zapatero, del herrero y de un sinfín de personas que tenían a bien ofrecer sus servicios y cumplirlos con calidad y en el plazo acordado.

Pero en los tiempos que corren, desdichadamente no podemos sentirnos con esa certeza de que lo pactado va a tener generalmente un buen final.

Y ciertamente, no es que haya ocurrido una degeneración genética en algunas personas y haya trastocado su respeto hacia quien le encarga un trabajo, no es nada clínico, pero sí de mucho menoscabo en su escala de valores éticos, de falta de consideración, y diría más, de dignidad deteriorada.

No prometamos algo que no sepamos si vamos a cumplir. Dicen que el tiempo da y quita la razón, pero no dejemos que la palabra ensucie la verdad y que nuestra auténtica tarjeta de presentación ante los demás sea una farsa.

Hace días que observo cómo, a pesar de un contrato firmado, el representante de una cooperativa automotriz va dando plazos y evasivas, y ya acumula nueve meses sin que haya cumplido con lo estipulado en la reparación de un automóvil.

Ante tanto incumplimiento, no cabría mejor medida que rescindir el contrato, no pagar por la exigua parte que ha hecho y hasta pedir una indemnización por el tiempo perdido; no obstante, la persona afectada le ha dado otra oportunidad para demostrar que aún se puede seguir confiando en el mejoramiento humano.

Preocupa constatar que confiar en la palabra empeñada se ha convertido en sinónimo de ingenuidad y de riesgo, en muchos casos.

Cada día nos encontramos con hechos como el de la cooperativa automotriz. Si repasamos rápidamente lo que ocurre en nuestro entorno, en nuestra vivienda necesitada de reparación postergada debido a la falta de un albañil que cumpla, o aquel vecino que optó por asumir él mismo los trabajos de plomería en su casa ante la mala experiencia con el fontanero, entonces concluiremos que quien toma con ligereza el valor de su palabra no sabe cuán letal puede llegar a ser en el respeto que le tienen los demás.

Bien valdría que en nuestra sociedad aboguemos por revitalizar ese concepto denominado “palabra de honor”, por cuanto representa como un pilar de integridad y coherencia, de respeto hacia los demás.

Comentarios

Es algo ya cotidiano toparse con esta situación desde hace ya tiempo que no existe la seriedad en el cumplimiento de los plazos, por eso en el caso de encargar un trabajo a una empresa se debe incluir en el contrato (que debe existir ante nada) de forma clara el tiempo de terminación del trabajo concluido además del tipo de arreglo monetario en caso de no cumplirse con la fecha acordada, lógicamente este ajuste del pago ira en detrimento del ejecutor o sea de la empresa, cuando esto se haga se veremos si sigue o no la falta de la palabra empeñada
kamuravicem@gmail.com
Se puede aceptar cualquier referencia de modernidad, que incluye la pérdida de valores, entre ella la honestidad, el faltar a la palabra empeñada, pero sigo comulgando con aquella idea que como dice la autora del artículo, viene de los abuelos; como dice un expresidente y muy sabia persona, el mejor contrato es un apretón de mano. Ríos de tinta han corrido para explicar todo lo que debe tener un contrato, inclusive las cláusulas que aseguran su cumplimiento. Pero, hoy vemos, a diario, incumplimientos de los contratos mejor elaborados, y ni hablemos de las reclamaciones. Entonces, que esté rigurosamente escrito, pactado y juridicamente excelso, no asegura su cumplimiento, porque siempre va a depender, más que de factores objetivos, que existen, existían desde antes y seguirán existiendo, de la voluntad y seriedad de las personan que pactan y deciden el cumplimiento de lo pactado.
energetico@blauvaradero.tur.cu

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