Jubilación: ¿viaje hacia el olvido?
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Foto: Abel Padrón Padilla
El talentoso colega pinareño Ramón Brizuela, con quien compartí trinchera laboral en un ya muy lejano servicio social, publicó en su muro de Facebook un interesantísimo texto acerca de la jubilación.
Con ágil y chispeante prosa, el periodista comentaba las razones de por qué no se jubilaba:
“Hoy usted es un obrero, un técnico, un maestro, un científico, pero desde el preciso momento que se jubila se convierte en 'un viejito'. Usted pierde de un día para otro todos los años de estudios, las heroicidades laborales y cuando llega a la bodega nadie dice, yo voy detrás del doctor, del abogado, ¡No! ellos van detrás del viejito. Lo más que puede conseguir es convertirse en un tabaco. Sí, los mozalbetes le ceden paso en algún sitio, pero convertido en un ‘puro’…”
Si sus argumentos constituyen un serio motivo para reflexionar, igual lo son los muchos comentarios derivados de ese texto, que igual ratifican los lamentables sentimientos que embargan a una parte de quienes deciden concluir su vida laboral y acogerse al retiro o jubilación. Copio a continuación algunas de esas opiniones:
-Y cuando ese viejito dedicó 42 años a la educación y le pasa como a Toñito, ni adiós le dicen y ni en los recuerdos está.
-Mucha razón. A esa etapa mi esposo siempre le llamó muerte social.
-La pura realidad.... más que pura: DURA !! ... fotografiaste esas escenas... duele mucho con la facilidad que borran las personas, la historia de hombres y mujeres que han dado lo mejor de sí por sus profesiones y de un día a otro ya pasan desapercibidos.
-Excelente reflexión y muy verdadera, uno se muere dos veces: cuando te jubilas y cuando te lleva la parca.
Es doloroso constatar que así sucede en muchos casos. Claro, siempre hay sus excepciones. Conozco a quien, ya jubilado, no pasaba un cumpleaños sin que de su centro de trabajo le mandaran una postal de felicitaciones firmada por la dirección de la empresa. Pero ese caso no es lo que abunda.

Tendríamos que revisarnos -porque a todos nos va a tocar- y ponernos en el lugar de aquel que ya se alejó de su rutina laboral, para conducirnos tal y como nos gustaría que hicieran con nosotros.
Sin dudas, ha de provocar sentimientos muy lastimosos, frustrantes y contradictorios sentirse olvidado luego de haber transitado toda una vida de trabajo dando lo mejor de sí.
Las administraciones, los sindicatos, las organizaciones políticas y las gremiales, deberían, desde cada centro de trabajo, desde un pequeño taller, una escuela, un almacén… hasta un ministerio, deberían detenerse a considerar estas conductas -más bien omisiones, olvidos.
Porque aunque hayan subido las pensiones de los jubilados, no solo de pan vive el hombre, y ni con mucho –que no lo es- eso es suficiente para que alguien se sienta reconocido mientras, después de un activo ejercicio laboral, se dedica ahora a hacer los mandados, sacar al perrito o marcar en la farmacia.
Además, hay otras razones que hablan de la importancia de esos jubilados, quienes acumulan todo un saber y una experiencia que no debería caer en el olvido.
No hace mucho tiempo, esta redactora comentaba a propósito de esta última arista en ¿La sabiduría al sillón?
Y la New England Journal of Medicine, señala al referirse a la actual generación de adultos mayores en el mundo que esta “sigue siendo más productiva durante más tiempo, con menos deficiencias funcionales que cualquier generación anterior. Aunque algunas funciones cognitivas, como el tiempo de reacción y la memoria de trabajo, disminuyen con la edad; otras habilidades que requieren pericia y experiencia, conocimiento verbal, funcionamiento ejecutivo y resolución de problemas complejos, los componentes de la "sabiduría", no alcanzan su punto máximo hasta los 70 años”.
Sobre el texto de Brizuela, comentaba también un internauta que tales “olvidos” podrían ser un problema de idiosincrasia o de educación porque en todas las culturas no sucede así.
Ya dirán sociólogos y antropólogos si lo descrito pudiera asociarse a idiosincrasias. Lo que sí está claro es que el respeto, el reconocimiento y gratitud a una vida laboral en bien del país, engrandecen a quienes lo practican en todas las latitudes, en todas las geografías.
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