Diego El Cigala: «España se va al garete»

Diego El Cigala: «España se va al garete»
Fecha de publicación: 
15 Mayo 2013
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Cuando Diego El Cigala se enteró de la muerte de Bebo Valdés, se quedó petrificado. Estaba jugando un partido a la Play Station y ya no pudo soltar el mando. Ni hablar. Le habían llegado varias alertas a su teléfono móvil y la confirmación vendría minutos después a través de la televisión. "En ese momento empezaron a bombardear el teléfono de casa. Empecé a hablar con México, con Argentina, pero claro, cada conversación que tenía con cada uno era una llorera. Opté por colgar el teléfono".

La sensación de desamparo llenó un vacío dejado por el recuerdo de un proyecto ligado al cubano y que supuso todo en la carrera de este cantaor. Lágrimas Negras fue el disco que hizo trascender a El Cigala más allá del flamenco para traspasar todas las fronteras musicales y geográficas posibles. Un punto de inflexión que le reportó dinero, fama y la confianza necesaria para afrontar nuevos géneros musicales, como los que incluye en su último trabajo El romance de la luna tucumana. Una muestra del nuevo Cigala que nació tras el encuentro con el pianista, una incursión en los clásicos de la música argentina: desde Gardel, Goyeneche, pasando por Mercedes Sosa o Martín Fierro. "Soy muy inquieto. En los tiempos que corren hay mucha música de bote, plastificada, música basura, y yo tengo que estar todo el rato con cosas que me motiven. En la música latinoamericana encuentro sonidos muy enriquecedores", justifica.  

En su opinión, tanto en el flamenco como en el repertorio argentino hay que "tirar de archivo para atrás" para descubrir las joyas de la corona, tan relucientes y contundentes como los anillos que porta el entrevistado en tres de los dedos de su mano derecha. "Los grandes las han dejado para que los que tengamos un poco de visión podamos, desde el respeto, darles personalidad con los sonidos del alma. Yo no puedo cantar como Camarón por la sencilla razón de que haría el ridículo. Tampoco voy a llevar los clásicos argentinos a un flamenco ortodoxo porque no cuajaría. En la música se trata de tener personalidad, poner interpretación. Darle sentimiento", explica.

El disco fue grabado en tres semanas, a razón de 12 o 13 horas diarias. Los músicos, liderados por Diego García y su característico sonido de guitarra, se metían a grabar a las cuatro de la tarde y culminaban la jornada a las cuatro de la madrugada. La clave, cuenta Cigala, era pasarlo bien. "Al final la música es divertirte. Y conforme tú te lo pases bien el público podrá percibir toda la enjundia del disco. La música no se puede atar, porque si no el primero que ya está atado eres tú". Dicha filosofía fue clave para afrontar el miedo que supone reinterpretar clásicos gigantescos. El riesgo de precipitarse por el abismo de los osados era grande. "He tenido miedo, lo que pasa es que no me paré. Lo hice con mucho respeto pero sin pensar en las consecuencias", relata. La guinda final la puso la voz de Mercedes Sosa que le envió su hijo por correo electrónico. "Fue como si bajase de los cielos y entrase por la ventana un rato, cantase con nosotros, y otra vez se fuera. No se puede cantar mejor", explica emocionado.

Riesgo y aventura

Valentía y sensibilidad son dos de las cosas que echa en falta El Cigala en los músicos actuales. Huir del camino fácil. "La posibilidad de hacer un disco de flamenco siempre está ahí. Lo difícil es meterte en todo este embolado y salir indemne. Que digan: ‘El Cigala ha hecho otra cosa diferente'. A mí no me vale que me digan que he hecho un discazo. Los flamencos le piden más desgarro en su canto, más flamenco. Diego no lo ve: "Hubiera resultado una caca del 15", concluye alarmado. "Tengo que buscar mi sonoridad. Busco aportar algo, que a tus hijos puedas contarle que el disco de Cigala hay que escucharlo. Esa es mi meta. Si no me hubiera hecho futbolista".

Las otras fronteras que ha traspasado el cantante son las geográficas. El Cigala se marcha de España hacia República Dominicana, que además le concede la doble nacionalidad. "Me voy porque quiero. Es verdad que hay mucho menos trabajo. No hay ayuntamientos, no hay promotores, no hay conciertos. Esto se va al garete. Pero yo tengo un mercado que llevo muchos años conquistando, como es México o Argentina", explica el cantaor, consciente de que en España ya hay poco que rascar. "Si en España cogiésemos ese saber de los dominicanos... En Latinoamérica viven del carajo con mucho menos, con alegría y armonía. Aquí hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades durante mucho tiempo. Y ahora mismo el país está en hecatombe. Lo que más me duele es que personas como yo que hemos pagado carreras para que nuestros hijos estudien y tenga un porvenir... ¿Qué futuro les viene a mis hijos? Ninguno. La gente de 20 a 25 años no va a encontrar trabajo en 4 o 5 años y yo estoy trabajando para el gobierno y que luego vengan estos bandidos y se lo lleven", suspira.

Ida y vuelta

El Cigala cruzará el charco en dirección contraria a la que un dí viajó Bebo Valdés. Paradojas de la vida, si el cantaor no hubiera ido a casa de Trueba aquel día allá por 2001 y no hubiera visto Calle 54, quedando fascinado por el piano de Bebo, quizás hoy Romance de la luna tucumana no existiría. "Fui uno de los primeros en ver ésa película, aún no estaba editada. La primera imagen que vi fue a Bebo interpretando Lágrimas negras y me puse a llorar". El director les presentó y tras 15 minutos de charla entre los músicos se toparon con la hermosa sensación de hablar con alguien como si te conocieras de toda la vida. "Lo invité a tocar en mi disco", recuerda.

-Bebo ¿cuantos días vas a estar aquí?

-20 o 25 días, contestó.

-¿Grabamos un disco? Replicó El Cigala.

Lo que sucedió después ya lo conoce todo el mundo. Sin disquera y sin saber lo que iba a pasar hicieron un disco en tres días, del cual se vendieron 1.400.000 copias y recibieron numerosos premios, entre ellos un Grammy al mejor álbum. "Para mí el mayor premio que tuve fue conocer a Bebo Valdés. Conocí a mi héroe de Marvel. Ha sido lo mejor que me ha pasado en la música", destaca. La pena, dice, es que haya muerto sin recuerdos víctima del alzhéimer. "Si hubiera podido darle un recuerdo antes de morir sería el instante en que nos conocimos. Fue mágico. De todas formas, yo siempre lo voy a llevar dentro de mi corazón. Fuera de un escenario y arriba. Ahí ya se enciende la luz de Bebo, una voz que dice ‘vamos mi sangre. Canta como el gitano que eres que yo tocaré el piano como el cubano que soy". De hecho, El Cigala ya tiene tres luces: Chavela, Camarón y Bebo. Sus tres luciérnagas.

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