A Estados Unidos, el país que sanciona y certifica en espurias listas de condena la conducta de aquellas naciones que no se doblegan a sus intereses, le costará mucho tiempo recuperar ese «faro de luz» que alguna vez fue el Capitolio.
Manifestante afuera de oficinas de la policía que fueron incendiadas el fin de semana en Portland, donde se han agravado las protestas contra el racismo. Foto Ap