Transformar la televisión en tiempos de la Covid-19
especiales
Los espacios televisivos han encontrado en las rutinas productivas en línea las más diversas maneras de expresión. En tal empeño ha sido clave la labor de directores, asistentes, editores, locutores, guionistas y otros miembros de los colectivos de los distintos programas. El editor, por ejemplo, ha sido el encargado, sin permitir que se pierda la esencia de cada programa, de ir hilvanando las piezas de modo que el espectador se mantenga en sintonía con la habitualidad de cada propuesta. Cual rompecabezas, el editor ha asumido una lectura con la rapidez que exigen los tiempos y con la nitidez que el televidente requiere para no ir en busca de otras opciones.
Un programa musical como Lucas, con conductores en casa, encargados de enviar los materiales al igual que las entrevistas de los protagonistas/realizadores que son entrevistados para la emisión, durante seis meses ha logrado que los nuevos videos no falten. Del mismo modo no se ha ausentado de las pantallas el esperado Lucasnómetro.
La nueva categoría para concursar con videos hechos en casa ha dado espacio a una factura y una visualidad nuevas y necesarias, como respuesta a estos tiempos de distanciamiento por la situación epidemiológica que afecta al mundo. En ese caso, si bien la calidad no es homogénea, lo cierto es que se aprecia un potencial importante a tener en cuenta para cuando todo regrese a la normalidad.
Para 23 y M su cuidadoso archivo de momentos memorables del programa ha facilitado que, en tiempos de pandemia, las personas “refresquen la memoria” a propósito de acontecimientos que han marcado la cultura cubana. El espacio dirigido y con la conducción de Edith Massola ha puesto en pantalla una retrospectiva con regio sentido de la cronología, por tanto, ha logrado con una dinámica edición traer al presente la frescura y vitalidad que distinguió a determinados acontecimientos.
Un espacio diseñado para los jóvenes, como Paso libre, lleva consigo aplausos, pues en este verano tuvo que crecerse el equipo de realización en difíciles condiciones para grabar, no obstante, tomando las medidas necesarias de protección y distanciamiento consiguió sus propósitos y dejó consigo muchas puertas abiertas.
En el caso del promocional Al Mediodía, en estos momentos un reducido equipo de trabajo, fuera del edificio del Instituto Cubano de Radio y Televisión (Icrt) en este último mes, ha encontrado en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana el espacio perfecto para transmitir el programa en vivo. Una edición inmediata de los materiales que diario recibe el espacio por correo electrónico propicia que el público habitual siga compartiendo los deseados avances televisivos, al tiempo que se mantiene conectado con propuestas de manualidades, culinarias, educativas para niños y adolescentes, deportivas, y algo muy importante: con aquella mirada acuciosa que creó, justo para el promocional televisivo, el Proyecto Sicología con Cuba.
Son estos algunos ejemplos de espacios que el televidente no ha extrañado, a pesar de las contingencias en que han tenido que reinventarse. Valga destacar que en cada uno, desde especificidades notables, el editor, como artista, fiel velador de la imagen y la palabra, se ha convertido en pieza esencial en pos de una coherencia discursiva que el televidente advierte y agradece.
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