Por La Habana, seguir dando lo más grande
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Ese bien pensado lema de “Por La Habana, lo más grande”, surgido al calor del 500 aniversario de la ciudad, no se apagó con el último de los fuegos artificiales que iluminaron el cumpleaños.
Mucha, muchísima gente, ha continuado dando lo mejor de sí, lo más grande, por la capital de todos los cubanos. Han sido enormes los trabajos e inversiones en bien de la urbe y continúan los esfuerzos.
A que no se perdiera el ritmo de lo que veníamos haciendo a propósito del aniversario 500, convocaba el Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, en la más reciente reunión del Grupo Gubernamental de Apoyo a la Capital, que vuelve a sus sesiones de trabajo a raíz de la pandemia.
Incluso, llamaba a reactivar proyectos que se vieron interrumpidos por la Covid-19, incluyendo construcción de viviendas mantenimiento o sustitución de los ascensores ubicados en edificios multifamiliares, el Plan Malecón, la rehabilitación del Centro Histórico de Guanabacoa…
Sin dudas, a pesar de las complejas circunstancias que vivimos, se sigue haciendo por La Habana; y dentro de todos esos esfuerzos, lo más importante fue y sigue siendo el empeño humano.
Ese mismo empeño que se ha crecido aún más, en La Habana y en toda Cuba, desde que el nuevo coronavirus llegara a nuestro país un aciago 11 de marzo. La gran mayoría de nuestro entramado social tensó sus cuerdas para hacer frente a la pandemia y, aunque ha sido duro, difícil y doloroso para no pocos, la Isla ha salido adelante.
No por gusto, sino por una decidida voluntad política de la mano de la ciencia, ya todas las provincias transitan, aunque no al mismo ritmo, por la etapa recuperativa.
Pero, contradictoriamente, mientras muchos se empeñan, otros –los menos- parecen ignorar que todavía vivimos una situación riesgosa y que en otras latitudes del planeta “el momento es dramáticamente serio”, como lo calificara Díaz-Canel en la Cumbre de la OIT.
Esta redactora vio hoy a contentos vecinos en torno a una mesa de dominó montada al aire libre, en los bajos de un edificio. Todo el mundo con su traguito en la mano,… y sin nasobuco. Botaban gordas, y también -¿sin saberlo?- andaban botando sus vidas. Porque cualquiera puede estar infectado por el SARS-COV-2, y seguir como si nada, asintomántico, contagiando, y trancando el dominó.
No por gusto se insiste una y otra vez en el elevado número de personas que al momento de dar positivos a la Covid-19 no presentaban síntoma alguno, ni un estornudo.
Pero ahí estaban los vecinos amantes del dominó; ahí estuvieron, este fin de semana, los bañistas que colmaron playas del este de la capital, y andaban apretaditos y relajados, muchos con el nasobuco abajo o sin él, también olvidando que no hemos dejado atrás la emergencia sanitaria.
Tanto es así que el Consejo de Defensa Provincial prácticamente acaba de indicar medidas más rigurosas en Arroyo Naranjo y también para el Consejo Popular Lawton, de Diez de Octubre. En este último, incluso se ha cerrado un cuadrante de 26 manzanas, donde residen más de 7000 personas. A una parte de estos les realizarán pruebas de PCR, y a otros, test rápidos, en dependencia de las particularidades epidemiológicas de cada área.
Es lamentable que esto haya ocurrido; pero, en parte, era también previsible. Como igual lo es la aparición de otros posibles contagios o evento de transmisión local a partir de una escasa percepción de riesgo, de indisciplinas e irresponsabilidades que andan ignorando que en este minuto, hacer por La Habana lo más grande, es cuidarse y cuidarnos, acatar estrictamente las indicaciones para la primera fase pos Covid-19 en que está la ciudad.
De no ser así, estaríamos echando por tierra el sacrificio de tantos, mostrando un egoísmo feroz.
Esos mismos que hoy vi disfrutando su dominó como si estas fueran unas vacaciones cualquiera, y que seguro festejaron el aniversario de la capital repitiendo "Por La Habana, lo más grande", podrían estar, lamentablemente, entre los próximos casos que informe el doctor Durán.
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