«No he conocido a una mujer más valiente que Celia» (+ INFOGRAFÍA)
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El 9 de mayo de 1920 nació en Media Luna, en el oriente de Cuba, Celia Sánchez Manduley. Colaboradora de Frank País y después de Fidel Castro, desempeñó un papel esencial para la sobrevivencia de la guerrilla en la Sierra Maestra durante sus primeros meses. Después de alzarse, se convirtió en la primera mujer en ocupar directamente la posición de soldado en combates del Ejército Rebelde.
A propósito de su aniversario, Cuba Sí conversó con Adelaida Béquer Céspedes, investigadora de la Oficina de Asuntos Históricos de la Presidencia de la República que fue cercana a ella en los tiempos de la lucha contra la dictadura batistiana.
¿Cómo conoció a Celia?
La conocí porque mi papá era el juez de Pilón, en la actual provincia de Granma, y el de ella, el médico. Siempre estaban muy unidos. Les gustaba mucho la Historia, hablar de ella. Yo estaba siempre en su casa. Fueron pasando los años y nos fuimos identificando. Nos reuníamos en el portal para hacer tertulias. Aunque ella ya tenía formación política, yo no, pues era más joven.
Cuando Fidel resultó condenado en el juicio del Moncada y fue para el presidio en Isla de Pinos, ella nos planteó que colaboráramos. Hacíamos cake y otras cosas para vender y poder mandar ayudas a los revolucionarios presos. Ella fue influyendo poco a poco en mi formación político-revolucionaria.
Foto: Ariel Pazos. La investigadora Adelaida Béquer, quien sirvió durante décadas como oficial en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, fue testigo de las labores conspirativas de Celia en Oriente.
¿Cuáles fueron los primeros pasos de Celia en la lucha revolucionaria?
Inicialmente creó una agrupación a la que denominó Bartolomé Masó Márquez, en honor a ese patriota. Más tarde logró contactar con la gente del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), al que se incorporó.
El sargento Rubén Matos, jefe del puesto de Pilón, imaginaba que ella andaba en algo. Celia visitaba a campesinos como Crescencio Pérez, Guillermo García y personas vinculadas al Partido Ortodoxo que tras la muerte de Eduardo Chibás quedaron sin perspectivas.
En una reunión planteó la situación de Matos, que no la dejaba vivir, y alguien dijo “vamos a secuestrarle a los hijos”, a lo que respondió “¡esto no es una película de vaqueros!”. Matos tenía dos hijos: Pedrito y Rubén. Pedrito era novio de la hija del farmacéutico. Inteligentemente, cuando Celia iba a moverse, invitaba a la novia de Pedrito y así evitaba el acoso del sargento Matos. Aun así, no le quedó más remedio que irse a Manzanillo.
Allí no era dirigente del M-26-7, aunque prácticamente lo fue. El jefe era Adalberto Pesant González, alias Beto, que murió con el grado de capitán en la Sierra Maestra tratando de extraer la dinamita de una bomba no explotada.
Tuvo contacto con Frank País, quien necesitaba a alguien que pudiera influir en la gente de la costa. Ella se movía en un carro descapotable por los pueblos del litoral, entre obreros y campesinos. Esa era su base social, la gente más humilde.
¿Cuál fue su rol en el contexto del desembarco del Granma?
Poco antes del desembarco del Granma, Frank País fue a Manzanillo con Pedro Miret. Le dijo a Celia que necesitaba recorrer la costa, sin explicarle para qué. Ella, muy inteligente, supuso de qué se trataba.
Los días antes del arribo del Granma recibió de Pesant la orientación de alistar a su gente de la costa. Enseguida se movió hacia allá en un jeep con él y César Suárez. Fue avisando a la red y subió a la Sierra, a casa de Crescencio Pérez, o del hijo ─no se pudo precisar con exactitud─, que era al lado. Llevaba un radio pequeño de pilas por el que iba oyendo las noticias del alzamiento en Santiago de Cuba del 30 de noviembre, que debía coincidir con el desembarco.
Si hubiera sido por decisión propia, se hubiera incorporado inmediatamente a la guerrilla. Pero Fidel los mandó a buscar a ella y a Frank. Fue cuando el periodista norteamericano Herbert Matthews entrevistó al líder del Ejército Rebelde. Fidel les pidió que enviaran un refuerzo capaz de resistir las condiciones, pues los expedicionarios quedaron diezmados tras el combate de Alegría de Pío.
¿Cómo se organizó ese refuerzo?
Celia tenía un primo por parte de madre que administraba una finca a las afueras de Manzanillo, donde había un marabuzal muy alto, de hasta 10 metros. Frank y Celia se mandaron a correr para buscar gente, alimentos, ropa, botas, armas… Escogieron sobrevivientes del 30 de noviembre y muchachos de varios sitios de Oriente. Limpiaron un poco el marabuzal y pusieron allí las hamacas.
Celia tomó los datos de quienes iban llegando. Pidió nombres de a quién avisar en caso de muerte. Los futuros combatientes fueron vacunados contra el tétanos. No podían fumar ni hablar en voz alta. La comida se hacía en casa del primo y se llevaba en un jeep.
Aunque en la práctica Celia quedó al frente de ese grupo, Frank había nombrado a Jorge Sotús, el compañero que estuvo al frente de la toma de la policía marítima en Santiago, el único objetivo que pudo controlarse durante el levantamiento.
Después del triunfo traicionó. Era valiente, pero fresco y vanidoso. Tenía problemas con la gente allí. Celia lo llamó aparte a contar y controló la situación. No he conocido a una mujer más valiente Celia.
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