Michaelis Cué: «Yo no soy Enrique Chiquito»

Michaelis Cué: «Yo no soy Enrique Chiquito»
Fecha de publicación: 
14 Marzo 2023
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“Le presté el cuerpo, la voz y la sensibilidad, pero yo no soy Enrique Chiquito”, expresó Michaelis Cué, sobre su personaje en la serie infantil La Sombrilla Amarilla. Foto: Marian Eugenia Serrano Estepa

En el año 1967, un grupo de jóvenes protagonizaba la primera graduación de estudiantes de la Escuela Nacional de Arte de La Habana. Entre ellos, Michaelis Cué, actor de teatro, cine y televisión, proyectaba su alegría, al obtener la especialidad en Artes Dramáticas. Mientras recibía el anhelado título, en su mente se posaban recuerdos de su infancia, cuando soñaba con ser artista.

Desde niño le interesó de manera especial la lectura. Por eso, al culminar sus estudios de Nivel Medio decidió continuar superándose en la Universidad, mediante la carrera de Filología. Asistir al curso para trabajadores de forma presencial no resultó un impedimento para integrar el grupo Teatro Estudio. Allí trabajó en obras como Las tres hermanas, de Antón Chéjov, y Madre Coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht, bajo la dirección de Vicente Revuelta.

Sobre las tablas transcurrió gran parte de su juventud, conformando agrupaciones teatrales como Los Doce, Joven Teatro, Cubana de Acero, Teatro Mío y Teatro Extramuro.

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A inicios de la década de 1990, llegó a sus manos un proyecto que marcaría su carrera y la niñez de varias generaciones de cubanos. "Soy amigo de la narradora Ivette Vian Altarriba. Ella escribió La Sombrilla Amarilla y me comentó su deseo de que yo interpretara a Enrique Chiquito. Acepté y comenzamos a grabar en 1998".

"La Sombrilla Amarilla llegó a las pantallas y resultó un fenómeno. Grabamos treinta capítulos. Luego filmamos dos paquetes más y, aunque estaban escritos otros episodios, un día la televisión decidió dejar de hacerlo, pese al éxito y la cantidad de ventas al extranjero que tuvo el programa".

-¿Cuánto hay de usted en Enrique Chiquito?

Nada y todo. Le presté el cuerpo, la voz y la sensibilidad, pero yo no soy Enrique Chiquito. En ese sentido, no soy todos los personajes que he hecho, y al mismo tiempo, los soy.

El público acogió a La Sombrilla Amarilla de una forma tan increíble que todavía no he podido desmarcarme de Enrique Chiquito. Eso es bueno y malo al mismo tiempo, porque cuesta trabajo que los directores te vean como otro actor porque te encasillan, aunque siempre he dicho que para desprenderme de esa única imagen está el teatro.

-¿Cómo surgió Ara Teatro?

Durante los primeros años de la década del 2000, en el Ministerio de Cultura me mostraron el texto Marx en el Soho, de Howard Zinn. Se lo habían entregado a varios actores y a ninguno le interesaba el personaje. En aquel momento, el marxismo era como una "mala palabra". Siempre empaticé mucho con la figura de Marx, leí el monólogo y decidí hacerlo. En lo primero que pensé fue en no interpretar a Karl Marx, sino a un profesor de Filosofía que se encuentra el texto y lo anima para tratar de entender lo que sucedió.

Hice una versión más corta, de una hora, donde reflejé la relación de Marx con su familia. Lo presenté en México y luego me invitaron a otros países. En cada lugar me anunciaban como la Compañía Michaelis Cué, con Marx en el Soho. Me parecía muy vanidoso. En el 2015, busqué un nombre diferente y surgió Ara Teatro, inspirado en el pensamiento de José Martí que enuncia: "La patria es ara, no pedestal".

-En el 2021, interpretó al doctor Gonzalo, en la telenovela , dirigida por Lester Hamlet. ¿Cómo fue el proceso de realización? ¿Qué disfrutó más de esas grabaciones?

Disfruté mucho trabajar con Lester Hamlet, que fue mi alumno de Actuación. Resultó un proceso muy enriquecedor para ambos. Me permitió bordar ese personaje. Al inicio, la historia te presentaba que abordaría el tema de los implantes cocleares, donde el doctor Gonzalo sería el eje. Después, saltó para otra cosa y el tema principal quedó al margen.

-También ha participado en el programa humorístico de televisión Vivir del Cuento

Fue una experiencia muy agradable. No soy humorista y los actores del programa me dijeron: "Tranquilo, aquí para hacer reír estamos nosotros". El personaje de Dios es muy agradecido y simpático, pero estábamos preocupados por la reacción del público. Sin embargo, lo asimilaron de una manera extraordinaria. Entonces, me quedaré haciéndolo cada cierto tiempo porque tampoco da para un personaje habitual, pero le sirve a Pánfilo para resolver algunas cuestiones. Cada vez que lo necesite, ahí estará Dios.

-¿Disfrutaremos de una nueva temporada de La Sombrilla Amarilla en la televisión cubana?

No. En algún momento se pensó con fuerza, pero ya ha pasado mucho tiempo. Los protagonistas somos Norma Reina Morales y yo, pero gran parte del elenco vive fuera de Cuba.

-Ha recibido numerosos reconocimientos por su trayectoria como la Orden por la Cultura Nacional (1996), y el Premio ACTUAR por la Obra de la Vida (2019). ¿Qué ha representado para usted ser galardonado con estos premios?

No me interesan para nada. Todo eso es subjetivo. La Orden por la Cultura Nacional es un reconocimiento por mi obra. Si viene lo demás me da alegría, pero tal vez hay gente que lo merece más que yo y no lo tiene. De la misma manera que quizás yo merezca cosas que no me han otorgado.

Por ejemplo, tengo la Orden por la Obra de toda la Vida de la UNEAC, y no tengo la Medalla por el 60 Aniversario de dicha institución. Eso sucede porque quienes determinaron que yo merecía la Orden no son los mismos que deciden a quien le entregan la Medalla. A estas alturas de mi vida, la única realidad que me importa es que mi pueblo me quiere mucho y cada día me ofrece todos los premios.

-¿Puede hablarme sobre sus nuevos proyectos?

En teatro, ninguno. La razón es el transporte. No puedo ir a los ensayos con un grupo teatral pagando cien pesos a un taxi todos los días.

Mientras tanto, en la televisión hago lo que me vaya cayendo, porque me llevan y me traen en un carro. Este año realizaré una gira por Estados Unidos con la obra Marx en el Soho, y debo regresar a Paraguay con la misma presentación.

-¿Qué mensaje le envía a los jóvenes que sueñan con dedicarse a la actuación?

El arte conlleva un riesgo diario. Por eso, la clave es persistir y estudiar mucho. Debemos mirar el fracaso como experiencia, porque forma parte de nuestro trabajo. El valor está en las veces que sabemos levantarnos de las caídas. Mientras yo tenga fuerzas para levantarme, la vida es una maravilla. También, la lectura es fundamental. Les recomiendo acudir a los clásicos, es como vivir otras épocas.

-Ahora le diré unas palabras. Respóndame con una frase que significa cada una para usted:

Teatro: Mi vida.
Familia: Lo más sagrado.
Amigos: Soy un hombre muy solitario. He tenido grandes amigos, pero ya todos han muerto o se han ido del país. La amistad es una forma de amor muy profunda.
Público: El estímulo y el azote.
Cuba: Entrañable.
Su hija Carolina: Mi pasión. Es una niña de mi madurez. Tengo otros dos hijos, pero ella creció con La Sombrilla Amarilla, iba conmigo a los estudios de televisión y a todas partes. Es mi preocupación diaria. A los 19 años se fue a vivir a España y viene a visitarnos cuando puede, pero no me conformo con su ausencia.

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