Maritza Arribas puso en jaque a su propia historia

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Maritza Arribas puso en jaque a su propia historia
Fecha de publicación: 
4 Noviembre 2025
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La ajedrecista santiaguera califica como “lo máximo” su desempeño en el recién concluido certamen universal sénior, en el que se agenció la presea de bronce en la categoría de mayores de 50 años. Foto: Tomada de Fide América

Encarar a Maritza Arribas frente a un tablero de ajedrez es siempre un reto que se debe asumir con los cinco sentidos en alerta. Para la santiaguera nunca ha existido un rival menor, e imponerse en cada partida se convierte en una cuestión de supervivencia.

Con cara de “pocos amigos” se sienta a la mesa, sin importar horarios, porque el triunfo es la única meta. Su energía para jugar parece irreal y aunque a sus 54 años asegura que algo ha cambiado, lo cierto es que sus resultados parecen desmentirla. 

Para quienes tengan alguna duda, vale recordarles que en 2025 dominó el Campeonato Nacional de partidas Blitz –modalidad en la que suele influir la frescura juvenil–; compartió reinado con Aramís Álvarez en el certamen nacional de Blitz para parejas mixtas y se convirtió en reina continental sénior, en la categoría para mayores de 50 años.

Como si todo eso no fuese suficiente, celebró ahora con un resultado inédito: medalla de bronce en el Campeonato Mundial Sénior de Ajedrez de Gallipoli 2025. 

«Esto no tiene comparación», asegura horas después de vivir en la localidad italiana una experiencia que no estaba en sus cálculos más optimistas. 

Maritza tiene muchos resultados para la comparación. Cuenta con 11 coronas nacionales absolutas (recordista de la Isla), varias en la categoría juvenil y múltiples premios en eventos internacionales. Además, atesora el mérito de haber integrado en 17 ocasiones el equipo olímpico femenino de la Isla.

Su fama dentro y fuera de casa es bien merecida. Con la mención de su nombre se puede ilustrar buena parte de la historia de una generación formada por destacadas jugadoras.

En Gallipoli la santiaguera concretó 7,5 puntos de 11 posibles, después de derrotar en la última ronda a la georgiana Sopio Tereladze. Así, escoltó en el podio a la escocesa Ketevan Arakhamia-Grant (8,5) y la legendaria sueca Pia Cramling (7,5).

De lo vivido en esa justa, y en especial del formidable cierre accedió a conversar con JIT, en un “rápido intercambio de jugadas” facilitado por el entorno digital.

¿Entonces, fue la última partida la más complicada? 

Sin dudas, por todo lo que representaba. Además, tenía de un lado a Pia y del otro a la española Mónica Calzeta enfrentando a la israleí Masha Klinova, que también tenía opciones de ser medallista.

Estábamos todas con los mismos puntos y yo sabía que Pia ganaría, porque le llevaba mucha diferencia a la rival. Luego, la otra partida terminó en tablas y sabía entonces que me la jugaba al todo o nada.

¿Cuánto hay de nervios en un momento así? 

Muchos… muchos nervios, aunque confieso que antes los podía controlar mejor. Creo que es algo de la edad. La tensión aumentó mucho en el final, ambas nos apuramos por el tiempo y cometimos errores.

Fue la última partida en terminar. En el salón solo estábamos nosotras y los árbitros. Mi rival cometió el último error y la logré rematar. Cuando me dio la mano en el saludo final yo no podía moverme y hasta se me salieron las lágrimas.

A todo eso le sumas el haber compartido todos esos días con jugadoras que estuvieron en la élite y que conoces desde hace muchos años… Jugué contra varias rusas de mi época, que ahora están nacionalizadas por otros países. Con algunas desde que éramos juveniles y siempre fueron “durísimas”.

¿Qué sensación te deja esta medalla?

La verdad, ha sido lo máximo… por mucho. Y también ha sido espectacular la oportunidad de compartir el podio con dos mujeres que fueron grandes en sus mejores momentos. Aún me pellizco para creerlo…

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