Manuel a lo Manuel

Manuel a lo Manuel
Fecha de publicación: 
27 Abril 2023
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Imagen principal: 

Foto: De la autora

La reciente celebración en Cuba de la XXIII Bienal Internacional del Humor Gráfico, dejó gratos sabores en el paladar del arte de hacer reír en serio. A base de homenajes, los organizadores del evento revivieron algunas etapas de fértil lucidez en la caricatura cubana. 

En una edición así fue difícil entonces —por no decir que imposible— prescindir de la obra de Manuel Hernández (Manuel). De las sedes ubicadas en La Habana, la galería 12 y 23, en El Vedado, llenó sus paredes con 40 de sus creaciones.


Foto: Panchito González (Prensa Latina). Disfrutar sus trabajos de antaño fue para Manuel un retorno a las etapas de mucha creatividad en los medios periodísticos.
 

Con el lisonjero título de “Manuel es un manual”, la exposición estuvo repleta del fino y sarcástico humor que siempre definió su quehacer. Obviamente, esa fue apenas una muestra de la fecunda labor que convirtió a este artista del dibujo satírico en todo un “rey Midas” dentro y fuera de Cuba.  

Porque ya en los años 1980 había ganado el Gran Premio Esopo de Oro, en el Salón Internacional de Gabrovo, Bulgaria. También de haber sido seleccionado entre los 100 mejores caricaturistas del mundo. 

En aquel período, el semanario Dedeté — suplemento humorístico del periódico Juventud Rebelde—, los periódicos Granma y Palante, la revista Bohemia…, eran algunos de los medios nacionales que publicaban, de manera asidua, sus famosas caricaturas.
 


Foto: Tomada del sitio Artcrónica
 

Hoy, con 80 años cumplidos, en Manuel parece latir todavía esa especie de talante juvenil que siempre lo desmarcó entre sus semejantes, y hace que lo amemos de una manera especial. 

A él me une una amistad que sobrepasa las tres décadas. Corría el año 1989 y lo embosqué para una entrevista que luego se publicó, a página completa, en el Resumen Semanal Granma —hoy Granma Internacional—. 

Y aun cuando yo era una estudiante de Periodismo, Manuel aceptó la osada propuesta sin flaquear. Lo que primero fue una admiración hacia sus caricaturas desopilantes y agudas, luego se reafirmó en un cariño incondicional y recíproco que sirvió de pivote a esta relación que dura hasta hoy.

Así que cada oportunidad para vernos —como asistir su exposición homenaje— es una cita a la que nunca falto.


Foto: Tomada de Cubahora.

 

Él siguió viviendo en la ciudad de Matanzas. Allí está su casa, la familia y su “emporio” artístico. Incluso, cuando comenzó a trabajar en el Dedeté, tras concluir el Servicio Militar, siempre hizo los viajes cada semana a La Habana. Un polaquito blanco era el “Rosinante” que lo mantenía, a galope, entre ambas urbes. 

NACÍA UN CRONISTA

El Valle de Guamacaro, en la localidad matancera de Limonar, fue el hermoso paisaje donde se escuchó el primer llanto de Manuelito —alguien dijo, quizá en broma, que su primera risa— en el mes de enero de 1943. En 1957 emigró a la capital provincial y allí echó raíces. 

Siempre que habla de los comienzos, las referencias van a la niñez, a los paisajes de su valle cañero, a lo fácil que se le daba dibujar desde el humor —¿o viceversa?—, de los grandes maestros José Luis Posada, Juan Padrón, Virgilio Martínez. De ellos cosechó la esencia para alimentar su genio. 


Foto: Tomada del sitio Artcrónica

 

Con su obra, la realidad cubana e internacional comenzó a trascender en forma de crónica. Las relaciones de pareja, la moda, la familia, la literatura, el ámbito laboral, campesino, social, la guerra, los conflictos entre gobiernos, las acciones imperialistas de Estados Unidos… 

A toda —o a casi toda—, la actualidad, él encontraba el modo de sacarle lasca. Todavía debe recordarse la ingeniosidad con que puso la esvástica en el apellido de un presidente estadounidense para denotar la naturaleza fascista de este.

En aquella entrevista que sostuvimos, Manuel contó que concibió la caricatura en la época de la guerra de Viet Nam.

“Se me ocurrió sustituir la x por la esvástica negra en el nombre de Nixón (Richard). De pronto, un chiste más se convirtió en algo internacional. Los medios de prensa comenzaron a escribirlo de esa forma e incluso se hicieron carteles”. 

NUEVAS IDEAS, NUEVOS FORMATOS

Años más tarde y otras circunstancias aventuraron su arte en formatos muy ajenos a los periódicos y revistas. Comenzó a dibujar empleando como soporte la cerámica. Técnicas nuevas, nuevas temáticas, la misma creatividad.   

La huella guajira en sus genes afloró impetuosa y directa en platos, jarrones, cuadros. Parejas de campesinos, florestas, mujeres, la tierra, repletos de sus colores más legítimos.


Foto: Tomada del sitio Artcrónica.
 

Bajo esa aura creció la historia del caricaturista, del pintor, de Manuel, y con ella cientos de reconocimientos para bendecir su existencia. Además de varios lauros a nivel mundial, tiene el Premio Nacional de Periodismo José Martí (2001) y el Premio Nacional del Humor (2006).

Durante nuestro encuentro más reciente en la Bienal,  me confesó que la exposición le daba el placer de poder regresar a los caminos transitados.
 


Foto: Tomada de TVYumurí.
 

“Luego de tantos años resulta difícil recordar toda la obra realizada desde 1968 en que me inicié en estos trajines. Sin dudas, siento mucha añoranza por los viejos tiempos en la redacción del periódico con mis colegas caricaturistas, muchos de ellos ya ausentes. 

“Hoy ya no hago tanto humor. Más bien me dedico a trabajar la pintura, la cerámica; sin embargo, sigo siendo el mismo, no puedo ser más que el mismo hombre de siempre.”


Foto: De la autora.
 

Y no le falta razón. Allí lo vi, como antes, como lo conocí: fumando imperturbable, anhelando una tacita de café, haciendo chistes, riendo con todos, cargando con una sencillez sin oropeles. 
 


Foto: Tomada de Cubaperiodistas.
 

No quedan dudas. Es como él dice, el mismo Manuel de siempre, auténtico como aquel guajirito que nació en el Valle de Guamacaro y con quien pacté, afortunadamente, una amistad  a prueba de cualquier garabato de la vida. 
 

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