Los orígenes de nuestra Feria Internacional del Libro
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Los orígenes de lo que hoy conocemos en Cuba como Feria Internacional del Libro se remontan a 1937. Ese año, entre el 20 y el 27 de mayo, actividades similares a las que actualmente se realizan fueron desarrolladas en los terrenos de La Punta, parte del malecón habanero y en el Paseo del Prado.
Aquella primera experiencia contó con apoyo gubernamental. Editoriales relevantes como Minerva, La Moderna Poesía, Martí, Económica y Divulgación Literaria estuvieron involucradas, al igual que otras representaciones estatales y de la sociedad civil.
Según los recuentos históricos, el evento fue impulsado por los historiadores Emilio Roig de Leuchsenring y José Luciano Franco. El alcalde de La Habana participó en la inauguración y la clausura fue realizada por doctor José María Chacón y Calvo, director de Cultura del Ministerio de Educación.
Se ha dicho que esa feria tuvo escasa repercusión en los medios de comunicación de la época. Sin embargo, trasciende un artículo de Ramón Vasconcelos, publicado en El País, en el que el periodista comentó que el debut cubano le pareció superior a la primera feria del libro de Madrid: “Más cuidada la selección, más atención oficial para el librero (…) Sin exposiciones, sin ferias de libros, sin inquietudes intelectuales, sin vivencia espiritual, una capital no puede llamarse culta”.
El triunfo de la Revolución propició el fomento de la lectura y la creación literaria. En tal sentido, resaltan dos hitos: la Campaña de Alfabetización y la creación de la Imprenta Nacional. Con un aumento del mercado de libros y del interés del público por la literatura, para 1982 existían condiciones para la organización de un evento literario de envergadura.
De tal modo, la primera Feria Internacional del Libro fue celebrada ese año en el Palacio de Bellas Artes, con presencia de varios países latinoamericanos en calidad de observadores. Estuvo dedicada a los cubanos José Martí y Nicolás Guillén y a Jorge Dimitrov.
Hasta 1998 las convocatorias fueron bienales. También en ese año se estableció la condición de país invitado; correspondió a México ser el primero en ostentarla. La tradición de dedicarla a algún autor arrancó en el 2000, con Cintio Vitier como primer homenajeado.
Desde sus inicios hasta la actualidad, la Feria Internacional del Libro ha sido un espacio de diálogo de la literatura nacional con la del mundo, y entre estas y los públicos. Los programas del evento incluyen presentaciones de textos, premiaciones, coloquios, homenajes, conferencias y lecturas. A ellos suelen sumarse otras manifestaciones artísticas, como presentaciones musicales, teatrales, danzarías y fotográficas que generalmente suscitan el interés popular.
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