Los hay iguales y peores que Trump
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Montaje Reuters
No, no estamos pensando en Adolfo Hitler u otro siniestro personaje de la historia cuando hacemos este trabajo comparativo con Trump como protagonista.
Muchos piensan: “si no estuviera Trump”, pero esto, aunque muy deseable, no significa gran cambio en las perspectivas de un sistema que quiere ser hegemónico a toda costa, pisoteando los derechos humanos a diestra y siniestra.
Si no estuviera Trump, asumiría un vicepresidente que no es menos malo, y lo mismo pasaría si pensáramos en el resto del grupo de halcones que conforman su equipo de trabajo, Pompeio incluido.
Trump, como buen caradura —algo bueno tenía que tener—, a pesar de su incultura general, es comunicativo, televisivo, sabe hablar a las masas y comunicarles a estas mensajes y promesas que luego no cumple, pero ya el daño está hecho.
Así se granjeó las simpatías de los estados donde Obama había incumplido lo prometido, dejando sin empleo a decenas de miles de trabajadores, de todas las razas y creencias, incluidos supremacistas blancos, y negros y latinos que no tenían donde caerse muertos.
Le creyeron, y aunque en minoría, en voto popular logró los electorales, admitiendo que eran elecciones injustas, porque no predominaba la mayoría, pero que las había ganado con el sistema legalmente aceptado.
Muchas veces se habla de las discrepancias de ciertos personajes nombrados por Trump con el propio presidente, quien se ocupa de eliminarlos totalmente. Nada prospera contra un mandatario que juega con todos los elementos, hasta medios de comunicación inicialmente adversos, pero al final lo respaldan, para evitar que elementos progresistas puedan acceder al poder en una nación donde la democracia es nominal, no participativa.
Lo que no se ve
Esos que pudieran llamarse iguales o peores que Trump, son quienes gobiernan realmente en Estados Unidos, y le dicen al mandatario hasta dónde puede expresarse como presidente.
Ellos son neoliberales con la presencia omnipresente del grupo Israel First; capitalistas nacionales, vinculados a los ideólogos de derecha; generales adscriptos a la Seguridad Nacional y al aparato del Pentágono, así como a la industria de defensa; y élites empresariales, enlazados con el capital global.
Trump parece que dice y hace mucho, pero aparte de sus errores garrafales y habilidades en los negocios propios, en la “otra política” todo está bien elaborado por quienes controlan el poder.
Extensísimo sería explicar todo esto, que requeriría de trabajos adicionales, pero centrémonos en que esos enemigos de Trump, esos que dicen serlo desde ramas del poder, pueden ser peores que este.
Durante la presidencia de Obama, Wall Street y el Pentágono compartieron cómodamente el poder con los multimillonarios y la élite de los medios masivos de comunicación.
Estaban unidos en la búsqueda de una estrategia imperialista “globalista”, acentuando múltiples teatros de guerra y tratados multilaterales de libre comercio y en el proceso de reducir a millones de obreros estadounidenses a la esclavitud permanente.
Con la asunción de Trump, esta élite de poder enfrentó desafíos y la emergencia de una nueva configuración estratégica que buscó cambios drásticos en la política militar y económica de Estados Unidos.
Los consejeros políticos de Trump, principalmente su estratega, Steve Bannon, intentaron romper la política de guerras múltiples de Obama y presiones sobre Rusia, aunque sí mantenerlas sobre China.
Todo esto fracasó, por lo cual los consejeros de Trump fueron obligados a renunciar, y este, a aceptar lo que el establishment quería mantener y ahondar.
Begin to begin
Así, Trump tuvo que reemplazar la estrategia nacionalista de Bannon por un reanimado enfoque de guerra militar múltiple al estilo de Obama.
Su régimen volvió a lanzar ataques contra Afganistán y Siria, intensificó las sanciones contra Rusia e Irán, apoyó la guerra de Arabia Saudita contra el pueblo de Yemen y puso toda la política del Medio Oriente en manos de su asesor político, el ultrasionista Jared Kushner, magnate inmobiliario, y del embajador de EE.UU. en Israel, David Friedman.
Los generales abrazaron a los sionistas neoliberales en el Tesoro y a los militaristas globales del Congreso, y fueron “purgados” todos los asesores y consejeros de Trump, junto con Bannon: la alianza sionista globalista con los generales ahora controla el poder.
Al comentar toda esta hecatombe, que deja en un futuro incierto al país, el sociólogo y politólogo norteamericano Robert Fisk comentó:
“Los estadounidenses tienen mucho que aprender y desaprender. Nuestra ventaja estratégica puede residir en el hecho de que la vida política en Estados Unidos no puede empeorar —realmente hemos tocado fondo y (salvo una guerra nuclear) solo podemos mirar hacia arriba”.
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Pedro luis gonzalez hernandez
Anónimo
Anónimo
Arlen del Corral Howland
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