Lo que le pasó a André, poema a Sotomayor y algo más

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Lo que le pasó a André, poema a Sotomayor y algo más
Fecha de publicación: 
10 Abril 2024
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Georges André es el favorito de la prueba de salto alto en la cita olímpica de Londres 1908. Antes de realizar su último intento, orgulloso de la vestimenta con la que actúa en el atletismo, camina por el terreno del estadio White City como si la exhibiera en un desfile de modas.

Venció a la varilla colocada a 1.88 metros, está empatado en el segundo puesto con el húngaro Itsvan Somody y el inglés Con Leahy.

Al galo no lo asusta el 1.90 conseguido por Harry Porter, sacado de la chistera por el de Estados Unidos para situarse al frente. André ha conseguido en los entrenamientos mucho más y se siente seguro de obtener la medalla de oro, mientras deja la plata y el bronce a los principales contrincantes, ahora que se galardona así desde San Luis 1904.

Ha sido superada la ridícula premiación anterior consistente en sombrillas, sombreros, frascos con perfumes... Los peores regalos: cajas de tabacos, boquillas, cachimbas, algo insólito al relacionar el vicio y los certámenes atléticos, aunque en la actualidad hay instalaciones, escuelas, programas deportivos anunciadores de mercancías cerveceras y roneras, incluso los hay por empresas de este tipo, sin esquivar usarlas para promover certámenes, proyectos, procesos, aniversarios. Barbaridades de este mundo náufrago disfrazado de civilizado.

Volvamos al ruedo. André viene con impulso grande hacia 1.91. Vuela. Los pa... ¡No! La parte baja de su hermoso pantalón ha chocado con la varilla y la tumba.  Despídase de la corona, George. Será uno de los ocupantes del tercer puesto.  Dicen que se deshizo de la prenda de marras.

Lectoras y lectores, esta anécdota me motiva a un atrevimiento: poner a su consideración esta línea mías dedicadas a Javier Sotomayor, incluidas en mi libro de poemas deportivos Como un violento juego de pelota.

SALTA, MUCHACHO, SALTA…
Huésped del cielo e inmortal ausente
respira eternidades enlazado
n esas criaturas de luz que lo saludan.
Emilio Ballagas.

Salta, salta, Sotomayor. Soto, Soto, Saltamayor. El récord son pedazos de un espejo vencido/bajo el cielo de España. Las gradas te abrazan, mil besos te rodean. Prefiero ver lo que muy pocos ven. Aquí están. Machado, Federico, Miguel. La muerte ha sido derrotada. Los brincos de su infancia en patio de Castilla le asaltan: tu salto ha obrado el milagro/de suavizar la tristeza que acompaña a Antonio como una herida en el costado, abierta definitivamente cuando/el enemigo fascista y la desunión dogmática/derrumbaron la República. /En ese penar que le arrancó la vida está todo el dolor del mundo.

Salta, salta, Sotomayor /Soto, Soto, Saltamayor. García Lorca te compara con un torero que utiliza con elegancia el capote, entra a fondo con la espada y camina después airoso Tu miura es la varilla en alto que te espera. Arrancas, corres, saltas, la dominas. A lo andaluz te dice el poeta: Rumba hispana enlazada con la nuestra, ¿quién puede vencer tanto ritmo sabroso?  Les descubro las huellas de las balas que nos arrebataron tanta ternura convertida en arte.

/Salta, salta, Sotomayor. Soto, Soto, Saltamayor. El Pastor de Orihuela acaricia su fusil: sabe que lo usará, más tarde o más temprano, para que la paz sea verdadera, para defender las mieles y los versos, para que la vida sea de todos y no de unos pocos. Es el látigo de Jesús contra/los mercaderes. Confiesa: la victoria me emociona, no me asombra. Pertenece a una patria de blancos, negros y a la mitad como Pablo me enseñó; ahora, sin la condena del redil.  

Salta, salta, Sotomayor. Soto, Soto, Saltamayor. A Pablo de la Torriente se le enciende la mirada y te dedica una de sus crónicas olímpicas, luego de esconder en una broma los sufrimientos que lo invaden. Escribe: Soto es el desquite del Andarín Carvajal, un cuarto puesto que debió ser plaza dorada, birlada por la miseria; el desquite del haitiano Silvio Cator, esa plata en salto largo que Dios, Changó quien fuera, debió ascender a oro.El Soto lo logra porque desde las montañas de Cuba vino la libertad, recorrió todos los sitios, la alimentaron de amor, le dieron fulgor de universo.

El Rusito Raigorodski disfraza de bongó un taburete, improvisa un guaguancó; le hacen coro Alberto Sánchez y Rodolfo Trompá.Salta, salta, Sotomayor.Soto, Soto, Saltamayor. Nos alegras la vida, si señor. Nos conviertes en campeones, sí señor. Unes a Cuba y España, sí señor. Despiertas de cada uno, lo mejor…/

Estos hombres que fertilizaron con su sangre la tierra de Cervantes, Góngora y Quevedo, continúan cantándote y amándote, redivivos en tu proeza bajo el cielo de España. Salta, salta, Sotomayor. Soto, Soto, Saltamayor.

El matancero, Limonar su patria chica, Javier Sotomayor es el recordista mundial de salto alto con 2.45, logrado en 1993 en Barcelona. También dijo adiós a la maca del orbe en la categoría de cadetes en el Mundial de 1984 con 2.33, la juvenil en el Mundial de esas edades en 1986 con 2.36, la mundial bajo techo entre los adultos con 2.43 en 1989.

Campeón olímpico en Barcelona 1992 con 2.34 y medallista de plata en Sydney 2000 con 2.32. Tres veces titular panamericano y tres coronas centrocaribeñas. Es uno de los más grandes deportistas cubanos de todos los tiempos, está entre los más destacados del mundo en todas las épocas y es el mejor saltador de altura que hasta el momento ha existido.
 
Pierre de Coubertin expresó en 1923: "Los Juegos Olímpicos no tienen como única misión la de exaltar la sola potencia muscular. Al contrario, han de ser intelectuales y artísticas...". En 1922 había dicho al inicio de una importante reflexión: "El deporte debe concebirse como productor de arte y como ocasión de arte. Pues genera al atleta, que es una escultura viva..." No se equivocó.

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