La variante «furtiva» no es causa de alarma
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En días recientes, los titulares sobre una variante ómicron «furtiva» han evocado la noción de que una nueva y malvada forma del coronavirus está creando en secreto una desastrosa nueva ola de COVID-19.
Según los científicos, ese escenario es bastante improbable. Sin embargo, la nueva variante, la cual tiene el nombre científico BA.2 y es una de las tres ramas de la familia viral ómicron, podría prolongar la ola de ómicron en buena parte del mundo.
Hasta el momento, la BA.2 no parece provocar una enfermedad más grave y las vacunas son tan eficaces en su contra como lo son contra otras formas de ómicron. No obstante, sí muestra señales de propagarse con mayor facilidad.
«Esto podría implicar picos más altos de infecciones en lugares que todavía no llegan a un punto máximo y una ralentización de las tendencias a la baja en lugares que ya habían experimentado un pico con la variante ómicron», comentó Thomas Peacock, virólogo de la Universidad Imperial de Londres.
En noviembre de 2021, los investigadores de Sudáfrica fueron los primeros en sonar la alarma sobre la ómicron, la cual tenía 53 mutaciones que la diferenciaban de la cepa inicial del coronavirus aislado en Wuhan, China. Algunas de esas mutaciones le permitían escapar de los anticuerpos que producen las vacunas o las infecciones anteriores. Otras mutaciones parecen hacer que la variante se concentre en la vía respiratoria superior, en vez de los pulmones. Desde entonces, los cambios genéticos de la ómicron la han vuelto la variante que domina en el mundo.
Sin embargo, a semanas de la aparición de ómicron, investigadores de Sudáfrica comenzaron a encontrar unas pocas variantes misteriosas parecidas a esta. Los virus compartían algunas de las mutaciones distintivas de la ómicron, pero les faltaban otras. También tenían algunas mutaciones propias que eran únicas.
Pronto fue evidente que la ómicron estaba compuesta por tres ramas distintas que parten de un ancestro común. Los científicos llamaron a las ramas BA.1, BA.2 y BA.3.
Las primeras muestras de la ómicron pertenecían a la BA.1. La BA.2 era menos común. La BA.3, la cual era todavía más inusual, parece ser el producto de una especie de sexo viral: la BA.1 y la BA.2 infectaron al mismo tiempo a una persona y sus genes se revolvieron para crear un nuevo híbrido viral.
Al principio, los científicos centraron su atención en la BA.1 porque su presencia superaba a las otras en una proporción de 1000 a 1. Una buena racha les facilitó rastrearla.
Las pruebas PCR ordinarias suelen detectar tres genes del coronavirus. Sin embargo, las pruebas tan solo pueden identificar dos de esos genes en la BA.1 debido a una mutación en el tercer gen, conocido como espícula.
En diciembre, investigadores de Sudáfrica encontraron una creciente cantidad de pruebas PCR que no detectaban el gen de la espícula, una señal de que la BA.1 se estaba volviendo más común (la variante dominante en ese momento, conocida como delta, no provocaba fallas de la espícula en las pruebas PCR). Conforme aumentó la presencia de la ómicron, menguó la de la variante delta.
A diferencia de la BA.1, la BA.2 no tiene la mutación de la espícula que produce los errores en las pruebas PCR. Debido a que no se pueden usar las pruebas PCR para rastrear la BA.2, algunos científicos la apodaron la versión «furtiva» de la ómicron.
Sin embargo, la BA.2 no era invisible: los investigadores de todas maneras podían rastrearla analizando las secuencias genéticas de las muestras de pruebas positivas. Y en cuanto la delta casi desapareció, los científicos pudieron usar las pruebas PCR para notar las diferencias entre la BA.1 y la BA.2: las muestras que provocaban las fallas de la espícula contenían BA.1, mientras que las que no causaban errores tenían BA.2.
En semanas recientes, la BA.2 se ha vuelto más común en algunos países. En Dinamarca, la BA.2 representa el 65 por ciento de los nuevos casos, según lo informó el jueves el Statens Serum Institut. Sin embargo, hasta ahora, los investigadores de ese instituto han encontrado que las personas infectadas con la BA.2 no son ni más ni menos propensas a ser hospitalizadas que las que tienen la BA.1.
El viernes, el gobierno británico divulgó otro análisis incipiente sobre la BA.2, en el que encontró que la variante representa tan solo un porcentaje menor de los casos en ese país. No obstante, los estudios en toda Inglaterra muestran que está creciendo más rápido que la BA.1 porque es más transmisible.
El hallazgo más tranquilizador de los investigadores británicos fue que las vacunas son igual de eficaces en contra de la BA.2 como de la BA.1.
A partir de muestras de pruebas recientes, Trevor Bedford, un experto en virus del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson en Seattle, encontró un patrón similar en las secuencias virales en Estados Unidos. Bedford estimó que alrededor del ocho por ciento de los casos en Estados Unidos era de la BA.2 y agregó que esa cifra está aumentando rápido.
«Estoy bastante seguro de que será la variante dominante en Estados Unidos, pero todavía no sé qué implicará eso para la pandemia», opinó Nathan Grubaugh, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Yale.
Es concebible que la BA.2 pueda producir una nueva ola, pero Grubaugh cree que es más probable que los casos de COVID-19 sigan a la baja en las semanas por venir. También es posible que la BA.2 cree un pequeño repunte en el declive o simplemente ralentice la caída. Los experimentos en curso sobre la BA.1 podrían ayudar a los científicos a mejorar sus proyecciones.
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