La marcha cambia de rostro
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Olímpica desde Londres 1908, la marcha es la única especialidad del atletismo que todavía está supeditada a la subjetiva opinión de un juez sobre la técnica de los corredores, pero eso parece que pasará a la historia.
Si el fútbol tiene su tecnología de la línea de gol y el tenis su Ojo de Halcón, la marcha debe tener en poco tiempo de manera oficial el Race Walking Electronic Control System (RWECS), un pequeño aparato que pesa menos de 15 gramos, se ata a los cordones de la zapatilla y detecta lo que el ojo humano no puede: si un atleta pierde el contacto con el suelo en su pisada y, por tanto, debe recibir un aviso del juez.
En el propio atletismo hace rato ya existen métodos infalibles para saber cuándo un corredor se roba la arrancada por una milésima de segundo o un saltador sobrepasa la línea límite por un milímetro, pero la marcha parecía anquilosada en el tiempo, presa de la subjetividad.
En la actualidad, son al menos tres los jueces encargados de valorar que no haya una pérdida de contacto notable, que permita al atleta correr en lugar de marchar. Se le hace una advertencia a quien viole lo establecido, y a la tercera es descalificado.
Sin embargo, determinar quién marcha y quién corre ha generado muchísimas polémicas a lo largo de los años, porque para el ojo humano es muy complicado determinar lo que puede ser una ausencia de contacto de milisegundos (0,002 a 0,004 segundos) del pie del marchista.
Hace una década se intentó algo similar con una plantilla inteligente que detectaba si la marcha de algún participante era irregular, pero el proyecto se vio interrumpido por la pandemia de Covid-19 y por la complejidad logística de introducir plantillas en las zapatillas de los marchadores.
No obstante, el pasado domingo se probó el RWECS con éxito en el Gran Premio de Madrid, prueba de máxima categoría del Tour Mundial de Marcha, aunque se trataba de un test piloto y por ende no se hicieron públicos los resultados ni nombres de los atletas detectados.
Evidentemente el chip exigirá a los corredores una técnica más depurada, e incluso un frenazo en seco de los récords porque pondrán más cuidado para no fallar, pero les permitirá estar tranquilos y no cargar con la frustración de que haya ganado alguien de quien existen dudas.
También habrá que regular exactamente qué tiempo está permitido perder ese contacto con el suelo, porque por ejemplo, no es lo mismo hacerlo cuando el marchista se acerca a una mesa para coger una botella de agua.
La tecnología desarrollada por la Universidad Politécnica de Barcelona podría aplicarse oficialmente este mismo año, pero la meta está en el Campeonato Mundial de 2027 y los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
Parece la mejor manera de eliminar cualquier suspicacia en esta especialidad, que seguramente cambiará notablemente de rostro.
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