Javier Sotomayor: Nada como competir en unos Juegos Olímpicos
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Foto: tomada de Deporcuba
En un ambiente olímpico por la cercanía de los Juegos de París-2024, el mejor saltador de altura de todos los tiempos, el cubano Javier Sotomayor, consideró hoy aquí un orgullo sin igual competir bajo los cinco aros.
Claro que es algo especial acudir a unos Juegos Olímpicos con posibilidades de subir al podio, pero ya el solo hecho de poder representar a su país es una experiencia importante para cualquier atleta, comentó a Prensa Latina el monarca estival de Barcelona-1992 y recordista mundial con 2.45 metros, marca impuesta hace casi 31 años.
El Soto, como le llaman cariñosamente en la isla, se encuentra en París invitado junto a otras glorias del deporte universal, activas y retiradas, a un evento promocional organizado por el gigante de la ropa deportiva Adidas.
De acuerdo con el también seis veces campeón mundial (cuatro bajo techo y dos al aire libre), los Juegos Olímpicos pueden considerarse la máxima expresión del deporte y ganarlos un orgullo infinito.
Aunque el nativo de Limonar, Matanzas, hace 56 años dejó hace mucho tiempo de competir, hablar del tema de la fiesta bajo los cinco aros le resulta evidentemente agradable y familiar.
Por eso acepta entrar en un terreno complicado, el de los pronósticos, en particular la marca requerida para conquistar la gloria olímpica en el salto de altura de París-2024, cita señalada del 26 de julio al 11 de agosto.
Decir la marca exacta es difícil, porque en los Juegos Olímpicos hay mucha presión y depende de las estrategias, sobre todo cuando hay varios saltadores con opciones; en el actual contexto, creo que el podio más alto pudiera estar por 2.36 o 2.37 metros, manifestó.
En cuanto a las posibilidades del cubano Luis Enrique Zayas en la Ciudad de la Luz, Sotomayor estimó que mejorando un par de centímetros su mejor salto (2.33) estaría entre los candidatos a medalla.
Inevitable la cuestión del récord mundial conseguido en Salamanca, España, el 27 de julio de 1993, un resultado que ahora mismo parece de otro planeta.
Cuando logré mi primer récord universal, 2.43 en 1988 en la propia Salamanca, no imaginé -expuso- que casi 36 años después yo seguiría con este honor, porque desde el salto inicial de dos metros, en 1912 por el estadounidense George Horine, no solían durar mucho las marcas.
El Soto se superó a sí mismo en dos ocasiones, en julio de 1989 con el 2.44 de San Juan, Puerto Rico, y el galáctico 2.45.
Algunos atletas han intentado romperlo, pero honestamente no puedo predecir quién y cuándo lo superará, confesó.
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