Girasoles por más días felices

El lunes, dicen, fue el día más feliz del año. Según la web que recoge todas las celebraciones mundiales, el 20 de junio es una fecha para la felicidad. Supuestamente, esto se sustenta en análisis de las emociones de miles de personas durante este día en específico, y lo suscriben meteorólogos y psicólogos.

En inglés, se le llama el Yelow Day, porque, afirma el artículo publicado en la página digital diainternaciolade.com, «de acuerdo con la psicología del color, el amarillo que caracteriza a este día tan especial simboliza la felicidad, el optimismo, el positivismo, la diversión, la inteligencia y la creatividad».

Entre los argumentos para seleccionar esta fecha, se enumeran la proximidad de las vacaciones y la llegada del verano. Nos sugiere el texto celebrarlo con un paseo a la playa, una comida familiar o un encuentro entre amigos.

En la foto, un campo de girasoles y unos brazos abiertos resumen el espíritu de ese día que, si lo pensamos bien, podría ser cualquiera, preferiblemente todos. ¿Qué lo impide? Muchas veces, nuestra propia noción de la felicidad.

¿Qué es la felicidad? «Es una actitud ante la vida. Hay gente que no sabe ser feliz, tienen todo y no lo disfrutan, viven sufriendo por lo que les falta», reflexionó una amiga que pasa mil trabajos, pero está segura de tener «el sartén de la felicidad por el mango, porque no depende de nadie ni de nada, solo de mí misma, y no me la dejo robar».

Su definición y la del diccionario resultan bastante cercanas:

1. Estado de ánimo de la persona que se siente plenamente satisfecha por gozar de lo que desea o por disfrutar de algo bueno. «La felicidad era el objetivo último del ser humano, y la riqueza (es decir, la propiedad libre, individual y absoluta), su principal baluarte».

2. Cosa, circunstancia o suceso que produce ese estado. «No podía imaginar una felicidad tan grande al conseguirlo».

Y si es así de fácil, ¿por qué tanta gente no es feliz? Estudios desde la psicología consideran que, muchas veces, tiene que ver con carencias de significado en nuestras vidas. El hecho de no plantearnos una meta o propósito por el cual seguir adelante puede hacernos sentir infelices.

«A veces estoy triste, pero siempre soy feliz», sentencia mi amiga y, aunque parece una paradoja, no lo es, necesariamente.

Esta opinión la encontré mientras le preguntaba a Google si, efectivamente, es posible estar triste y ser feliz:

«Por la sencilla razón de que ser y estar son acciones distintas. Cuando hablas de ser feliz, te refieres a aquellas cosas que dan sentido a tu vida, al resultado de la suma de muchos aprendizajes que nada tienen que ver con lo que te pasa o te deja de pasar».

Con mi amiga, la conversación sobre la felicidad transcurrió en la calle Salud de Centro Habana. Caminábamos hacia la Iglesia de la Caridad del Cobre, porque este lunes fue uno de esos días en que mi amiga se sentía triste, pero no renunciaba a ser feliz, así que compró girasoles para pedirle a la Virgen de la alegría que le preserve su noción de la felicidad, esa que la mantiene a salvo del calor excesivo de este 20 de junio cubano y de todos los demonios que le hacen muecas a la vida cotidiana. Girasoles con fe para no olvidarse de ser feliz.