Fidel por siempre en su deporte

Fidel por siempre en su deporte
Fecha de publicación: 
25 Noviembre 2020
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Como hombre de pueblo con alma de deportista, estuvo en todo momento cercano a sus atletas. Foto: Roberto Morejón

 

Defensor del deporte como derecho del pueblo y máximo inspirador de los triunfos de Cuba en los últimos 60 años, Fidel Castro Ruz constituye presencia imborrable en el movimiento atlético de la Isla.

«En cada medalla conquistada estará presente su inmenso legado, ese que nunca olvidaremos», subrayó Ana Fidelia, doble campeona mundial en el atletismo.

El líder de la Revolución Cubana, como hombre de pueblo con alma de deportista, estuvo en todo momento cercano a los atletas de una pequeña nación que, poco a poco, se hizo gigante en el escenario competitivo internacional.

Querido por un pueblo que aprendió a seguir su ejemplo, se ganó la simpatía y el cariño de cada atleta cubano que, con sus resultados, retribuía su genial idea de llevar el deporte a cada rincón del país.

Sin él, hubiera sido muy difícil alcanzar las medallas olímpicas y mundiales que hoy exhibe con orgullo el movimiento deportivo de una Isla respetada en el mundo por contar con exponentes de la talla de Alberto Juantorena, Teófilo Stevenson, la propia Ana Fidelia o Javier Sotomayor.

Ellos, junto a muchos otros que dieron gloria a Cuba en disímiles escenarios competitivos, son el fruto de una Revolución que vio nacer el 23 de febrero de 1961 el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder).

Ahí estuvo la mano de Fidel, como sucedió con la eliminación del profesionalismo en 1962, para dar paso a la actividad física como derecho del pueblo, masividad que años después y hasta hoy rinde sus frutos.

Su pasión y el convencimiento de que se trata de una actividad necesitada de estar al alcance de todos, animaron sus acciones en este ámbito.

Elevar la calidad de vida y la cultura de la población a través de estrategias para fomentar y desarrollar el hábito de la práctica del ejercicio físico desde los niños hasta los ancianos, fue una máxima afianzada a partir de su preocupación constante.

«Nuestra Revolución ha establecido el principio de que el deporte es un derecho del pueblo, a lo cual podríamos añadir que el deporte es también un deber del pueblo», dijo al respecto.

«La política deportiva del país se encamina también a desarrollar las cualidades físicas y deportivas de aquellos niños y jóvenes especialmente dotados para el deporte, al objeto de desarrollar al máximo esas capacidades con fines competitivos», añadió en torno a otro matiz de un sector que concibió con visión integradora.

Hoy, cuando vivimos el cuarto aniversario de paso a la inmortalidad, se confirma líder indiscutible de la obra que colocó a Cuba en el panorama deportivo mundial desde el protagonismo de sus hijos más humildes.

 

 

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