ENTREVISTA | Alejandro Philips, más allá de Teófilo

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ENTREVISTA | Alejandro Philips, más allá de Teófilo
Fecha de publicación: 
9 Agosto 2025
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Alejandro Philips

Alejandro Philips recién concluyó el rodaje de Teófilo, un filme biográfico donde encarna a esa gloria del boxeo cubano, una caracterización que puso a prueba no solo su talento, también su constancia y capacidad de enfrentar grandes desafíos. Luego de una temporada tan intensa, ¿qué ocupa a este joven actor? 

«Estoy un poco descongestionando y dedicándole tiempo a mi familia; a mi hijo, que es pequeñito y necesita de mí; a mi mamá y a mí mismo; a estar un poquito en tranquilidad y en el calor del hogar».

Pero no significa que esté totalmente —digamos— fuera de la escena. De hecho, recientemente estuvo en el Teatro Karl Marx como parte de un espectáculo que el Centro Promotor del Humor ha llamado «Ecos del Aquelarre»:

«Claro, sigo con mi estándar comedy, me estuve presentando en el Festival Aquelarre, el Festival Nacional del Humor. En septiembre me incorporo con mi grupo Teatro El Público, con Carlos Díaz, que se retoma la temporada de Yarini en septiembre, y también estoy en el grupo Kilómetro Cero».

Justamente sobre el humor vale la pena conversar, pues quien lo vea sostener toda la carga dramática de Teófilo, puede no imaginarlo haciendo reír:

«Yo soy actor de formación y, durante la pandemia, vi un programa que hacía Kike Quiñones, que se llamaba El humor se piensa. Lo vi un día por azar y luego lo comencé a seguir. Me pareció muy interesante todo el mundo que había detrás del humor, toda la parte teórica y lo que podría llegar a ser el humor. Eso despertó en mí una vocación que creo que siempre estuvo, pero ese programa, particularmente, me hizo pensar en que podía ser también un camino a transitar.

«Entonces llegué a La Habana, vi a Kike y le dije que yo quería iniciarme en el humor. Me preguntó si había tenido alguna experiencia y le dije que no, y entonces empecé a escribir mis propias cosas, a investigar un poco más, a estudiar, a entender el humor, que es un mundo, y yo siempre digo que todo lo que uno va a hacer, lo primero es entenderlo. Tuve mucha suerte porque empecé primero en una peña, mi despegue o donde yo encontré un camino cierto que me interesaba aún más en el stand-up comedy, y allí justamente comencé a hacerlo bajo la guía de Michel Pentón, un tipo muy sabio respecto a esto del stand-up comedy

«Nos mantuvimos durante un año haciendo la peña en el Bertolt Brecht y eso me dio la posibilidad, junto a un grupo de jóvenes, de probar materiales, de escribir nuestras propias cosas. Hacíamos como una especie de taller con los propios materiales. Y ahí fuimos construyendo cada uno su estilo, su forma de trabajar y, sobre todo, basado en lo que cada cual quería decir, según lo que le interesaba.

«También nos ayudó Marco García, que vino a hacer un taller también; Doime... Bueno, recibí apoyo de varios artistas. Pero básicamente fue ahí, en la peña del Brecht, junto a Michel, Capitán Diez… una serie de jóvenes que comenzamos a hacer, a defender sobre todo el stand-up comedy. Inicié ahí y me enamoré del humor».

Enamorarse puede ser sorpresivo, pero si miras bien, casi nunca es tan casual o inexplicable. ¿Cuáles fueron los encantos del humor que enamoraron a Alejandro Philips?

«Yo siempre digo que lo que se vive haciendo stand-up comedy es increíble: eres tú solo frente al público, es una experiencia extraordinaria que me encanta. Y el ejercicio también de escribir, de armar un chiste, nadie sabe todo lo que hay detrás de un chiste que funcione y que tenga cierta elaboración. Además, creo que también es un arte muy agradecido; de algún modo, te garantiza un público, desde el punto de vista que necesitamos reírnos. También lo veo como una forma de divertirme. Me divierto mucho haciendo reír y divertirse a otras personas. Creo que, si la vida me lo permite, siempre dejaré un espacio en mi carrera para hacer humor».

Pero la verdadera pasión, o al menos la pasión primigenia de todos los actores, está sobre las tablas: «El teatro es mi gran vocación. El teatro es la madre de la actuación. Yo creo que es fundamental. El teatro es donde uno realmente puede poner todo lo que aprende, y es la experiencia más fehaciente que puedes tener, desde el punto de vista de la actuación. Es el background, el entrenamiento, para poder enfrentarte a los demás medios».  

Sobre sus experiencias en esta manifestación escénica, comentó: «Cuando yo llegué a La Habana, el primer grupo en el que yo estuve fue Teatro La Luna. Raúl Martín fue el que me acogió aquí. Lamentablemente, no pudimos concretar ningún estreno, pero trabajé poco tiempo con él. Durante la vida de estudiante, se hacen muchas cosas también, pero yo siempre tuve un sueño: trabajar con Carlos Díaz en Teatro El Público. Y bueno, en el último estreno de Carlos Díaz, en Yarini, tuve la posibilidad de hacer el personaje de Bebo La Reposa y, realmente, lo disfruté mucho. Es una experiencia que agradezco y que me parece fabulosa. También trabajé con Kilómetro Cero, con Lili Lam, en esa obra tan espectacular que es Kilómetro cero. Tuve la posibilidad de ir al Festival de Gibara con ellos e interpretar el personaje de Leo, que me pareció una experiencia también muy interesante».

¿Y la televisión está en la agenda de Philips? Respuesta inmediata: «Sí, me gustaría hacer televisión. La televisión es el medio del pueblo, la popularidad está ahí. Y claro, claro que me gustaría, pero bueno, las propuestas que tuve, en aquel entonces no las pude aceptar por la película, y por ahora no me ha llegado otra, pero claro. Yo creo que a mí me gustaría pasar incluso por la radio. A mí me gusta mucho la radio y quisiera también experimentar un poco en ese medio, que es como un clásico».

Está, por supuesto, disfrutando aún el proceso de Teófilo, pero consciente de que «la carrera del actor es así: tú terminas un personaje y ya vamos a ver el otro qué te depara, pues va a ser un viaje completamente diferente y, al igual, enriquecedor. 

«Muchas veces la gente me dice: pero ¿cómo tú haces humor y haces esto y haces teatro? Y yo siempre utilizo la analogía del músico. Tú con un violín lo mismo puedes tocar en una sinfónica, que en los Van Van, que puedes hacer música alternativa. Nosotros los actores tenemos un instrumento también que es nuestra voz, nuestro cuerpo, nuestra psiquis, y eso tú lo afinas y lo ajustas al estilo que estés defendiendo, al género. Eso es lo rico de esta profesión y, mientras uno pueda, hay que ser valiente e intentar hacerlo. Disfrutar el proceso siempre es lo más importante y lo que más uno agradece».

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