En el Día de África, ¿ya tienes tu turbante?
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Sangre, rebeldía, fuerza y espíritu de lucha llegaron a Cuba hace cinco siglos junto con los primeros esclavos africanos -del millón 200 mil que se calcula fueron traficados a la Isla-, para marcar una herencia cultural en el ADN de los nacidos en esta tierra.
La necesidad de una mano de obra resistente y barata dio origen, por un lado, a uno de los mayores genocidios conocidos por el mundo -aun hoy, a ciencia cierta, no se conocen cuántos africanos murieron sofocados por las aguas del Atlántico y el Mar Caribe-, a la vez que dotó a la cultura cubana de ritos, costumbres, orishas, de una Sociedad Secreta Abakuá, de Congos, Arará, Yoruba…
De manos esclavas, Cuba conoció picantes, el ajiaco, el quimbombó, el arroz mezclado con frijoles, el cerdo asado en púa, el plátano, el ñame, el uso de la caña brava para calmar el asma y hacer crecer el cabello; de sus ritos religiosos a ritmo de tambores, nació la combinación para géneros como la rumba y el son, etiquetas país reconocidas en todo el orbe.
También desde África llegaron los turbantes o pañuelos, que, conocidos como “foulard” en francés o “gele”, en sus variados tamaños, formas y colores, representan a las mujeres de ese continente, como símbolo de identidad, resistencia, estatus, poder, belleza, sabiduría, que a la vez deviene medio de protección contra la intemperie y los espíritus.
Según precisan las fuentes consultadas, no se trata de atar por atar el pañuelo, pues la forma en que se haga puede comunicar un tipo de mensaje en específico. Así, una mujer africana que llevase un turbante poniéndolo inclinado hacia la parte derecha, expresaba a su entorno -y en especial a los hombres- que estaba casada; pero si lo usaba inclinado hacia la izquierda, advertía su estatus de mujer soltera y libre.
De igual forma, se entiende que, cuando el nudo está a medio lado, es para sincronizarlo con la posición del sol, mientras que, si se hacen tres vueltas, es una conmemoración a la madre, el padre y los hijos; así, llevar un turbante, con sus colores y nudos, significa todo un ritual cultural que habla de la esencia de quien lo luce.
La persistencia de estas huellas perceptibles a simple vista contrasta con el hecho de que, (con excepción de los estudios del reconocido antropólogo Don Fernando Ortiz, tercer descubridor de Cuba), hasta mediados del siglo XX predominara el interés por los nexos de la Cuba-nación con Europa (España en primerísimo lugar), Norteamérica y América Latina, de acuerdo con el investigador David González López, en su texto Relaciones Cuba-África: marco para un bojeo bibliográfico.
Explica que ello se debe, en un primer orden, a la condición colonial-dependiente de África y de Cuba, lo que se unió con “el desprecio por la cultura africana esparcida a la diáspora, y los rumbos y prioridades de la sociedad cubana desde 1902”.
Sin embargo, ese enfoque cambió radicalmente con la orientación adoptada por la política cubana a partir del triunfo de enero de 1959, enfocada en cambiar las relaciones raciales internas y fomentar su política exterior con África, en una historia cimentada en profundas raíces culturales y que ha bebido de la solidaridad y el internacionalismo.
Más de 300 mil cubanos combatieron en África por la independencia del continente, y las tierras de Argelia, el Congo, Etiopía y Angola vieron correr su sangre, en una contienda en la que, como reconocía el presidente sudafricano Nelson Mandela, constituía la primera ocasión en la que un país provenía de otro continente, no para llevarse algo, sino para ayudar a los africanos a conseguir su libertad.
Esa misma lucha por África, ante los ojos del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, significaba “pagar nuestra deuda de gratitud con la humanidad”, y por ello pedía, para el continente explotado durante siglos y del cual fueron arrancados millones de hijos para convertirlos en esclavos, un decisivo apoyo, “por un mundo más justo y más humano”.
Hoy, Cuba y los países de ese continente son protagonistas de visitas de gubernamentales e intercambios de alto nivel, testigos de cómo la colaboración bilateral se profundiza y diversifica, mientras cuatro mil 286 colaboradores de la salud de esta Isla y los 452 brigadistas de la Henry Reeve combaten la COVID-19, como mismo lo hiciera ante la epidemia del ébola hace un lustro.
De igual forma, líderes, organizaciones y pueblos de África han permanecido junto al país caribeño en la lucha contra el bloqueo impuesto por los Estados Unidos, al votar cada año en favor de la eliminación del mecanismo de coerción unilateral en la sede de la Asamblea General de Naciones Unidas, y, por décimo año consecutivo, aprobar, en el marco de la Unión Africana, una resolución condenando la injusta política.
En ese contexto, Cuba se suma cada 25 de mayo a las celebraciones por el Día de África, fecha que recuerda el momento en que 32 líderes de ese continente se reunieron en Addis Abeba para formar la Organización de la Unidad Africana (OUA), hoy Unión Africana (UA), a la vez que conmemora la descolonización e independencia de ese continente con tanta riqueza cultural.
Este año, las celebraciones tuvieron como centro las redes sociales, donde figuras como Omara Portuondo, Inés María Chapman, Mariela Castro y Ana Fidelia Quirós, bajo las etiquetas #ChallengeAfricano, #DeCaminoalDíaDeÁfrica y #EcosDeÁfrica, retomaron la ancestral tradición y sonrieron, gustosas, luciendo su turbante. Y tú, ¿ya tienes el tuyo?
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