Elizabeth, el amor y el deber
especiales
Prometo que yo no soy chismosa, aunque algunos rasgos debo tener cuando estudié para enterarme de ciertas cosas, asombrarme y contarlas. En el caso de esta historia de amor, por ejemplo, ya tenía indicios. En el Centro de Aislamiento de la Universidad Camilo Cienfuegos de Matanzas esta joven enfermera me contó con nostalgia sobre su novio:
“Imagínate, el último día lloramos los dos, porque es un mes separados y sin saber lo que pase, porque aquí puede pasar cualquier cosa, entonces, extrañándonos mucho, pero nos comunicamos por medio de las redes sociales, yo le mando fotos vestida así, con toda esta ropa, conversamos…”
Pero bueno, tampoco está bien que yo siga aquí hablando sin contarles desde el principio. Elizabeth Roa Rioseco trabaja en uno de los consultorios del médico de la familia del policlínico Carlos Verdugo, en la barriada de Pueblo Nuevo, en Matanzas. Tiene apenas 22 añitos y…
“La jefa de enfermeras de mi policlínico me llama y me dice que hace falta personal para un centro de aislamiento que va a reabrir, porque ya esto estaba desinfestado, listo para comenzar el curso…pero fue necesario retomarlo para el enfrentamiento a la Covid. Yo dije que sí y me incorporé con este primer grupo”.
El domingo 20 de septiembre llegó junto a un equipo de jóvenes: enfermeros, doctores, estudiantes y profesores universitarios, para atender a contactos de sospechosos y de positivos al nuevo coronavirus.
Las literas para dormir, la comida en bandejas escolares, nada les quedaba tan lejano a estos muchachos y muchachas que apenas rebasaban los 20 años, incluso hacerse amigos rápidamente era fácil, pero con los pacientes llegaron retos mayores:
“Lo más difícil es lidiar con necesidades o situaciones de los pacientes que no está en nuestras manos resolver, uno entiende lo difícil que es para ellos estar aquí varios días, con la preocupación por la salud y además con algunas incomodidades, uno quisiera poderlos ayudar en todo…”
Sin embargo, por el mismo camino llegan también las mayores satisfacciones: “El primer grupo que se fue nos dio las gracias, se hicieron fotos con nosotros, nos dijeron que se sentían muy agradecidos del trato, tanto las doctoras, los enfermeros, como de los estudiantes y profesores que están aquí apoyando, fue tan bonito, tan motivador que ellos se sintieran tan apegados, tan cariñosos, eso me gustó mucho, me llenó de ánimos”.
Pero volviendo al tema: no soy chismosa. Solo entré al perfil en Facebook de Elizabeth para enviarle una solicitud de amistad, tal y como habíamos quedado, oígame, pero quién no se emociona si en la primera ojeada aparece aquel muchacho guitarra en mano, dedicándole estas palabras a su novia:
“Para mi guerrera que está lejos y cerca a la misma vez… misión contra el Covid. Te amo mucho…”
Claro que tuve que comentar y chismearle que ella también lo extraña demasiado y que él tiene mucha razón de sentirse orgulloso. Para el reencuentro, tendrán que contar hasta 15 los días de trabajo, más otro tanto en aislamiento preventivo, luego sí, una semana para actualizar abrazos y ¿volverías?
“Sí, claro. La verdad lo que me motiva es que estoy loca porque se acabe esta pandemia ya, y si no venimos y trabajamos y los hacemos bien, si no aportamos cada uno lo que esté en nuestras manos, más va a seguir propagándose. Es mi trabajo estar aquí y mi deber”.
Y lo cumple con gusto, con optimismo. No disimula sus nostalgias, pero sigue alimentando sonrisas, multiplicándolas, como hace la gente enamorada.
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