Dualidad monetaria y cambiaria y distorsiones en los precios: nudo gordiano de la economía cubana
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Chocamos con ellos todos los días. Para algunos son indescifrables, para otros, causa de malestar. Hablar de precios en Cuba es como hacerlo de pelota: todos tienen su versión del problema y su librito para resolverlo.
Sin embargo, a juicio de expertos, los precios son una manifestación de fenómenos más complejos que gravitan alrededor de la economía cubana.
Cuba es una nación con una economía abierta, altamente dependiente de las importaciones y sujeta al bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos, señalado como uno de los principales impedimentos para su desarrollo
Lo anterior no significa cerrar los ojos a problemáticas internas relacionadas con la estructura productiva del país, entre las que sobresale la dualidad monetaria y cambiaria, la cual representó en la década de los noventa una respuesta ante un momento de crisis, pero que en la actualidad resulta insostenible.
A lo largo del tiempo varios países (incluida Cuba) han tenido circulando más de una moneda; pero hoy la Mayor de las Antillas incorpora a esta situación la existencia de dos tasas de cambio: un circuito en el que 1 CUP=1 CUC=1 USD y otro en el que 25 CUP=1 CUC=1 USD. Esto provoca distorsiones en disímiles escenarios de la vida económica del país, siendo los precios la manifestación más cercana a la población.
Historia
El primer impacto de la dualidad monetaria y cambiaria en el sistema de precios del país se percibió en los años 90 del pasado siglo a partir de la despenalización de la tenencia de divisas y la creación de las tiendas recaudadoras de estas.
Los precios en este tipo de mercado se formaban teniendo en cuenta índices (precios) mínimos porque tenían como objetivo extraer dinero de la población para lograr un equilibrio monetario. En ese momento también se multiplicó el precio de productos no esenciales como los cigarros y las bebidas, y se eliminaron además algunas gratuidades.
En el circuito mayorista existían precios formados en dólares y otros en CUP. Se segmentaron los mercados tanto mayoristas como minoristas con impactos en la formación de precios.
En el año 2003 se introduce el peso convertible (CUC) que tuvo un efecto en la formación de los precios mayoristas mediante el reconocimiento del componente importado de bienes y servicios en el total de gastos de las empresas.
Dos años después el mundo entró en una crisis y la tendencia del mercado internacional fue al incremento de los precios, sin embargo, en esa etapa, como medida de protección a la población, se estableció una congelación de los precios minoristas en las cadenas de tiendas.
Ese proceso continuó en el 2012 cuando se aprobaron las políticas de precios mayoristas y minoristas del sector agropecuario y las tiendas recaudadoras pasaron a regirse por índices (precios) máximos.
Esta tendencia continuó en el 2016 con otro conjunto de medidas para acrecentar la capacidad de compra del peso cubano. El año pasado el aumento del salario en el sector presupuestado y de las jubilaciones y algunas pensiones significó también el establecimiento de límites a los precios.
Distorsiones
Los sucesivos cambios en la política de precios del país durante estos últimos 30 años respondieron a necesidades de cada contexto, pero a medida que se extendió en el tiempo la dualidad monetaria y cambiaria se hizo cada vez más evidente la inviabilidad de esta situación. Con ello coincide Margarita de la Caridad Acosta Rodríguez, directora de Política de Precios en el Ministerio de Finanzas y Precios.
Al comentar en exclusiva a la Agencia Cubana de Noticias sobre las distorsiones que se aprecian en el actual esquema, la especialista apunta que la dualidad monetaria y cambiaria es un elemento importante, pero no se pueden soslayar otras irregularidades.
Acosta Rodríguez explicó que conformar un precio en Cuba es muy complejo puesto que confluyen varios métodos como el de gastos y, además, se designan convertidores a determinadas familias de productos para que se reflejen los costos de los insumos y materias primas que tienen un componente de importación.
El método de gastos implica la suma aritmética de todos los costos de determinado bien o servicio, pero con ello se traslada al consumidor el pago de ineficiencias del productor relacionadas con la obsolescencia tecnológica, el mal uso de la capacidad instalada, entre otras problemáticas.
Aparece aquí un complejo entramado institucional en el que participan subsidios asumidos por el presupuesto del Estado o métodos indirectos, entre ellos que determinadas mercancías incorporen en su precio los subsidios de otros bienes y servicios de primera necesidad. De esta forma se van conformando distorsiones que generalmente implican un desestimulo a la producción y la exportación.
En ese laberinto, quienes producen (empresas, trabajadores y campesinos) se ven ante dos fenómenos: a veces les resulta más tentador importar que exportar, o cobran su salario que se forma en un ambiente de uno por uno, pero luego deben ir a un mercado de uno por 25 a realizar su consumo.
Ante esa realidad los productores no reciben señales del mercado porque los precios minoristas no son continuidad de los mayoristas, y tampoco perciben la mayor parte del precio final, que generalmente beneficia al vendedor minorista.
Según argumentó Acosta Rodríguez hay muchos subsidios intermedios que en ocasiones van dirigidos al productor o para asumir la diferencia de precios de cara a la población. Por ejemplo, en el año 2020 la Ley del Presupuesto destinó más de 21 mil millones de pesos para garantizar la continuidad del proceso productivo en la empresa estatal y alrededor de tres mil millones para subsidiar bienes y servicios de la canasta familiar normada.
Esa desconexión también se expresa en que los precios mayoristas están algunos en un tipo de cambio del uno por uno para determinados productos (los de la canasta familiar normada, por ejemplo), mientras que otros se venden a las cadenas de tiendas, o a otros mercados empleando diferentes convertidores, lo que significa que implícitamente expresan tipos de cambio diferentes superiores a uno.
Por otra parte, en el circuito minorista productos como el arroz, el azúcar y los frijoles se venden a precios extremadamente bajos como parte de la canasta familiar normada, y esos mismos alimentos se comercializan más caros de manera liberada.
Aclara la directiva que estos distintos convertidores se aplican a los precios minoristas de productos liberados en el comercio interior atendiendo a la familia de productos, el comportamiento de la oferta y los programas priorizados de país (por ejemplo el de ahorro de agua y el de la construcción), así como con carácter recaudatorio.
Más allá del efecto de la dualidad monetaria y cambiaria existen otras dificultades que impactan en la situación actual de los precios en Cuba y están relacionadas con las facultades otorgadas para la aprobación de estos.
Según Acosta Rodríguez, mientras que en el ámbito mayorista han habido importantes avances —aunque no todos los necesarios—, como la facultad dada a la Organización Superior de Dirección Empresarial para fijar precios; los minoristas todavía se encuentran muy centralizados, generalmente a nivel de ministerios.
El precio, por lo general, es un indicador de efecto, aunque también puede ser generador de causas. Su capacidad de transversalizar varios objetivos económicos de un país puede servir para estimular otras categorías como el salario y la productividad.
En el caso de Cuba el avance en el ordenamiento monetario pone sobre la mesa la posibilidad de encontrar e implementar soluciones a problemáticas que ha tenido que enfrentar la economía. Para el sistema de precios ello significará transitar de un enfoque administrativo a otro de carácter financiero que contribuirá a promover encadenamientos productivos, el fomento de exportaciones y el incremento de la capacidad de compra.
El reto estará en la flexibilización, tanto en las facultades de aprobación como en los métodos de formación de precios. El ordenamiento monetario sobre todo debe lograr una corrección de precios relativos, lo que de conjunto con las demás medidas debe contribuir a transformar el sistema de precios del país.
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