DE LA HISTORIA OLÍMPICA: En el Olimpo reinan las damas en el 32, el 48 y el 56
especiales
En los Juegos Olímpicos el reinado correspondió a las mujeres en Los Ángeles 1932, Londres 1948 y Melbourne 1956.
En la ciudad norteamericana ningún competidor llegó a la altura de la representante de la sede Mildred, Babe, Didrikson. Se impuso en 80 con vallas y jabalina. También logró el subtítulo en salto alto, solo superada, al acumular menos fallas, por su coterránea Jean Shilley. Fueron tres roturas a los récords mundiales con 11.7, 43.68 y 1.65.
Babe tenía calidad para contender y triunfar en los cien metros planos y el relevo corto, pero su delegación no la inscribió. Lo había demostrado en el campeonato nacional de su país efectuad previo a la magna justa: actuó en diez pruebas y ganó cinco.
Mildred era una buena basquetbolista, se embulló con el atletismo y brilló en su nueva pasión. En realidad, su mayor amor resultó el golf. Después de obtener nueve cetros en los torneos de aficionados de su patria, debutó entre los profesionales con victoria en el concurso de 1940. Invencible, elaboró collar de 20 coronas consecutivas.
Actuó en la Copa de Estados Unidos de 1954. Edad, 40 años; operada recientemente. Su mal no tenía remedio y ella lo sabía. Pocos pensaban que podía volver al deporte. Volvió. En Salem, Massachusetts se agenció aquella Copa. Era su despedida. Dos años más tarde falleció. En una encuesta periodística realizada en 1950 fue escogida la mejor deportista del planeta en ese medio siglo; entre los hombres, Jim Thorpe.
Fanny Blankers-Koen iluminó la Olimpiada de la Austeridad, efectuada en la capital inglesa con tremendas heridas espirituales y materiales debido a la segunda conflagración mundial, lesiones de la que no estaba indemne ninguna nación. Por lo cosechado en el certamen, la bautizaron el Rayo Holandés.
Presente en Berlín 1936, allá terminó sexta en salto alto con 1.65 e igual puesto en el relevo 4 x 100. Se desató en Londres: peldaño cimero en la prueba reina (11.9), los 200 (24.4), los 80 con obstáculos (11.2) y en la lucha por el cambio de batón (47.5). Burló la mejor marca del planeta en la lid de vallas y en la semifinal de los 200 dijo adiós al olímpico con 24.3. De haber actuado en pentatlón, salto de altura, y de longitud poseía grandes posibilidades de otros tres máximos galardones: le pertenecían los óptimos registros del orbe en dichas especialidades.
Cuatro hijos. 32 años de edad. Entrenador, el esposo. En su poder, 21 plusmarcas universales, 32 holandesas, cinco coronas europeas y 58 de ¡Cuánto no hubiera conquistado de no existir una tregua bélica de 12 años! De todas formas, es considerada la mejor atleta del mundo en el siglo XX.
Melbourne 1956. La soviética Larisa Latynina en los ejercicios libres. Danza. Con mayor fuerza de los músculos en favor de lo artístico. Salta aquí, impone el cuerpo allá. Es mar encrespado su brazo, suave ahora. Las piernas vencen dificultades que ellas mismas crean. Difícil de definir.
Los jueces lo definen, más allá de darle la presea dorada de esta especialidad al calificar su labor con 18, 732, empatada con la húngara Ágnes Keleti: la de la URSS es la máxima acumuladora (74, 933), encabeza los saltos al caballo (18, 833) y el sitio primero por equipo (444, 80). Es la segunda en las asimétricas (18, 833) y añade el bronce de los ejercicios combinados de su seleccionado que entonces se convocaban.
En mi opinión en estos Juegos ningún deportista estuvo por encima de ella. Por su quehacer posterior los expertos la consideran la gimnasta más brillante de su tiempo. Grande entre los grandes astros de todas las etapas, hasta que llegó Phelps era dueña de la mayor cantidad de premios olímpicos al acumular 18, nueve de ellas doradas. Al retirarse del deporte activo, fue una magnífica entrenadora, incluso de la selección femenina de la Unión Soviética.
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