Danza Contemporánea de Cuba: joven para toda la vida
especiales
Foto: Jean-Charles Couty
Danza Contemporánea de Cuba, la compañía madre del movimiento de la danza moderna en el país, llega a su aniversario 61 en momentos difíciles para las artes todas.
Los salones de la agrupación, en el Teatro Nacional, están ahora mismo vacíos. No hay montajes. No hay ensayos. No hay clases.
Hace tiempo que los teatros están cerrados y la posibilidad de ofrecer temporadas no parece muy cercana.
Los bailarines —y todos los trabajadores— están en sus hogares, cumpliendo con las medidas de confinamiento.
Pareciera que no hay razones para celebrar.
Pero las hay.
La primera de todas: la certeza de que habrá un futuro.
El orgullo de una historia pródiga.
Y los deseos de crear, que la pausa circunstancial no ha menoscabado.
Por los salones ahora silenciosos han pasado algunos de los más importantes coreógrafos cubanos y extranjeros.
Regresarán.
Ahí se han formado promociones de excelentes bailarines, quienes han ubicado a la agrupación en la vanguardia de la danza escénica en la región.
Regresarán.
Una gran compañía es el entramado maravilloso de sueños y empeños de los que la integran y la integraron.
Y es la expresión de una fuerza que encuentra caminos.
Los caminos de Danza Contemporánea de Cuba están trazados.
Y no faltan ganas de recorrerlos
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