Catherine Murphy: El bloqueo es injusto, es antiético y es ilegal

Catherine Murphy: El bloqueo es injusto, es antiético y es ilegal
Fecha de publicación: 
26 Abril 2021
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La norteamericana Catherine Murphy es socióloga y cineasta. Con la mirada de género en vena y un amor por Cuba largo y profundo, nos mira y habla sobre las mujeres de esta isla.

«Me corriges si cometo muchos errores con el idioma», me dice al final de la entrevista, y no puedo menos que sonreír desde este lado del mar y del teléfono, porque Catherine nació en Estados Unidos, pero habla un «cubano» casi perfecto.

Lo aprendió a pie y en bicicleta durante los días duros del período especial, en los noventa, y lo entrena constantemente. Por ejemplo, cuando la conocí, en 2008, poco después del paso devastador de tres huracanes, estaba esta «gringa» en Cuba, acompañando a La Colmenita y el grupo de clown liderado por su paisano Patch Adams, en el campamento que emplazó Kcho y la Brigada Martha Machado en Santa Cruz del Sur.

Catherine Murphy es socióloga y cineasta. Con la mirada de género en vena y un amor por Cuba largo y profundo, nos mira y habla sobre las mujeres de esta isla:

«Me siento muy bendecida por haber pasado varios años en Cuba, trabajando y estudiando en los 90. Conocí a muchas mujeres cubanas en diversas ramas, de diferentes generaciones, identidades raciales, religiones, geografías y sectores de la sociedad: artistas músicos, poetas, científicas, médicos, amas de casa, trabajadoras y obreras, educadoras comunitarias, educadoras como tal, y siento que, si fuera a tratar de llevar una historia, en esa infinidad de particularidades hay una colectividad como cubanas que es un apasionado compromiso con la familia, con  sus comunidades, con su nación y con la independencia, con el legado hermoso y fuerte de la independencia cubana; de construir, de soñar ese país con todos y para todos, con todas y para todas, y para el bien de todos y todas y de construirlo cada día».

—¿Cuáles ves como nuestros principales logros?

—Yo veo que los logros fundamentales son haber encontrado respuestas robustas a muchos de los principales desafíos del mundo, construir un sistema de educación para todos, un sistema de salud para todos, erradicar problemas sociales como el desalojo, que es un problema en el mundo enorme. Este compromiso de tratar, con los medios existentes, de cuidar a la población lo más posible es, no solo un enorme logro, sino una lección para el mundo de que es posible.

«La mayoría de las mujeres en Cuba tienen un hijo y, como promedio familiar, menos de dos, y entonces un estudio muy interesante dio como cinco factores que eran: reducción de pobreza en general, acceso a la salud en parrticular y a la planificación familiar y a los anticonceptivos, más específicamente. Además, el acceso a oportunidades laborales y de estudios, y también la ausencia de políticas que limiten el tamaño de la familia: es por decisión propia, no porque lo impone el gobierno o salud pública, o porque lo multan, como ha pasado en otros lugares; es decir, tener una alternativa colindante con lo central, hermoso e importante que puede ser la maternidad y la familia. Las mujeres cubanas también tienen real acceso a oportunidades educativas y laborales que habían sido hasta la Revolución prácticamente prohibidas para la mujer o para la gran mayoría de las mujeres. Eso distingue, diferencia a Cuba de la gran mayoría del mundo.

«Además, el camino en el cual ya Cuba está para celebrar la diversidad en todas sus manifestaciones en la sociedad, ha habido muchos avances, pero claro, es un largo camino para recorrer, para incrementar la tolerancia social a celebrar las diversidades... tanto de orientación sexual como identidad de género, la diversidad racial que existe en Cuba, por supuesto, diversidades regionales, y también tener un compromiso permanente con la equidad de la mujer, que Cuba ha avanzado tanto en eso, hace décadas ya, y es un tema permanente, porque hay que desarraigar patrones tan antiguos para que podamos todos ser más sanos y tener una sociedad más equitativa».

—¿Cuánto crees que el bloqueo obstaculiza el avance de Cuba en esos y otros ámbitos?

—Para mí el bloqueo toca cada aspecto de la economía cubana y de la vida en Cuba, porque hay muchos aspectos de la vida que deben ser más simples y son más complejos, más complicados, toman más tiempo a las mujeres y a las familias cubanas, los hombres también, pero a nivel de la familia, la mujer carga mucho con estas cosas, y no veo que haya aspecto de la vida en Cuba que no esté profundamente tocado y afectado por el bloqueo. 

«El bloqueo es injusto, es antiético y es ilegal, según las leyes internacionales, y tiene que terminarse. Cuba ha podido avanzar mucho, a pesar del bloqueo, pero los avances serían muchos más: hay medicamentos que no se consiguen ahora en pandemia, alimentos importantísimos, materiales de construcción, piezas de repuesto... También libros, tecnología... toca cada aspecto de la vida en Cuba, y es un milagro que Cuba haya podido resistir, sobrevivir y lograr tanto en presencia del bloqueo».

—Y tú, que has vivido como una cubana más, ¿cuánto crees que afecta en especial la vida de las mujeres?

—El bloqueo tiene daños concretos que incluyen falta de medicamentos para temas de la salud de la mujer; el problema del transporte: como la mujer sigue siendo la principal responsable para la esfera doméstica, no en cada familia, pero sí en la mayoría de las familias, la mujer sigue ejerciendo ese papel de la principal responsable para preparar los alimentos, cuidar a los niños, a los ancianos, a las personas en la familia cuando hay una situación de salud, es decir, ese papel de cuidadoras que es por una parte muy hermoso, es muy importante poderlo dar y recibir, pero muchas veces se convierte para las mujeres en una sobrecarga, entonces todo este trabajo es multiplicado, es más complicado con las limitaciones del bloqueo: si hay que moverse para trabajar en el día, pues las mujeres siguen teniendo una doble jornada, entonces se encuentran con las limitaciones del transporte y tienen que venir después a ponerse a cocinar, a lavar, etc., a repasar las tareas con sus hijos, y eso hace mucho más largo el horario cotidiano para la mujer.

—¿Te ha impresionado especialmente la historia de alguna de nosotras?

—A mí me han impresionado tantas historias de mujeres cubanas en todos los años que llevo en contacto con la isla, que no tendré nunca tiempo para mencionarlas a todas. En mi primera etapa allá, en que estaba investigando un poco los temas ambientales, la agricultura ecológica y la soberanía alimentaria, conocí a mujeres campesinas, mujeres productoras, activistas comunitarias, en fin, son muchas, muchas...

«Pero luego comencé a grabar entrevistas que me impactaron tanto, me conmovieron tanto los testimonios de las mujeres cubanas que participaron en la Campaña de Alfabetización del año 61... Entonces coleccioné, grabé decenas de entrevistas durante casi diez años, testimonios de las más jóvenes mujeres brigadistas, y eso para mí fue como una lupa, es decir, para mí era muy importante que esa historia tenía una repercusión en Cuba o que los cubanos y las cubanas también la sentían suya y les hablaba, les era relevante, les llegaba, pero para mí también era muy central llevar estas historias a los Estados Unidos, donde ha habido una incomprensión, una falta de información, pero también falsa información, información negativa sobre Cuba, y creo que la Campaña de Alfabetización va un poco al corazón de todo el proceso de desarrollo social que lleva ya 60 años evolucionando en Cuba, construyéndose en Cuba, haciendo contra viento, marea y bloqueo, pero también va muy profundo a la vida de las mujeres, a la transformación de la vida, de las realidades de las mujeres, de su propia autoconcepción, de su autoestima, de su visión del mundo, de su país y de sí mismas, y plantea ese íntimo vínculo entre la liberación de la nación y la liberación de la mujer. Esa historia para mí es infinitamente inspiradora.

«También me complace mucho que en este año de "quédate en casa" he logrado sacar algunos testimonios nuevos, y próximamente espero poder sacar a la luz y compartir un testimonio de dos de las primeras maestras voluntarias, de los llamados iniciales de esa red que en el 60 sentó los cimientos sobre los cuales se pudo hacer la masiva campaña del año siguiente».

—¿Cuánto crees que podría aportarnos un mayor vínculo entre las mujeres cubanas y norteamericanas?

—Eso es una necesidad que tenemos ambas, porque tenemos mucho que aprender unas de las otras. Tenemos nosotras en Estados Unidos mucho que aprender de las mujeres cubanas y sus estrategias, sus avances, sus asignaturas pendientes... Me siento muy orgullosa de formar parte de una organización que se llama US Women and Cuba Colaboration o Colaboración de Mujeres entre Cuba y Estados Unidos, que se formó en los años 90. Tenemos una red nacional en Estados Unidos de mujeres académicas, activistas y artistas y en otras ramas también, que hemos sido impactadas por poder viajar a Cuba y conocer a las mujeres cubanas, y estamos comprometidas a seguir construyendo puentes recíprocos y mostrando solidaridad con nuestras hermanas cubanas, y también reclamando por el fin del bloqueo en nombre de las mujeres de ambos pueblos.

«También en la Universidad de La Habana, la profesora Norma Vasallo lleva años organizando un encuentro de mujeres entre Cuba y Estados Unidos que ayudó mucho a construir estos lazos, es otro granito de arena que también he experimentado. Hay más cosas que nos unen que las que nos separan, y tenemos que trabajar juntas para no permitir esa enemistad, ni permitir las agresiones de Estados Unidos contra Cuba».
 

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