¡Alerta pos-aeropuerto!
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El Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana retomó sus operaciones comerciales, regulares y chárter el pasado domingo 15 de noviembre tras meses de cierre a causa de la pandemia. Foto: Susana Antón / Periódico Granma.
Las reglas del juego cambiaron. Ahora gana o, mejor dicho, vive o viven, quienes jueguen limpio, sin hacer trampas, y cumpliendo con todas las medidas. Por el contrario, quienes subestimen o ignoren las pautas del juego tienen más posibilidades de fracasar, y cuando nos referimos a fenómenos epidemiológicos como la Covid-19, la pérdida puede ser en grande.
Con la reapertura del Aeropuerto Internacional José Martí en La Habana a vuelos foráneos prevenientes de diversos puntos de origen como también a viajes nacionales, el arribo de miles de pasajeros en una sola jornada, y el reto de dejar a consciencia propia la realización como es debido de una cuarentena y el aislamiento social, pudiéramos entrar en jaque-mate.
No es por presenciar el guión de las apocalípticas películas protagonizadas por el actor y productor norteamericano Nicolas Cage, pero el escenario avista por momentos dentro de una nebulosa inquietud el aumento de casos importados y la transmisión autóctona en grupos de familiares y amigos por tan solo no mantener distancia incluso cumpliendo con la cuarentena.
Comentan que, con la pandemia, las personas han desarrollado más de lo habitual un síntoma psicosocial conocido como preocupación, que bien pudiera definirse como un estado mental que desarrollamos cuando anticipamos hechos o consecuencias desagradables e incluso imprevisibles. Nos referimos a esa preocupación a escala individual, familiar y social.
Claro está que ese temor impera y más ahora en términos generales y en especial a las autoridades sanitarias y gubernamentales de la nación. Y es que el primer destello, con el despunte de casos positivos al SARS-CoV-2 provenientes del extranjero está ocasionando fuertes desvelos y crisis de ansiedad en suelo santiaguero, donde se respiraba total calma, libre de coronavirus.
Pensemos en esos viajeros que ante el agobio de una nostalgia infinita por sus familiares en Cuba y la confianza en la negatividad del primer PCR obvian el resultado de la segunda prueba. En el joven que se siente tan saludable como a prueba de virus y pudiera desarrollar la enfermedad asintomática y sale sin miedos a socializar con sus amigos.
También está el caso de las personas que siguen negando la existencia de la pandemia y actúan egoístamente frente a otros. Será casi en su totalidad el hecho de que quien arriba no tenga otra opción que convivir con su familia bajo el mismo techo, y tanto el distanciamiento físico entre ellos como la cuarentena familiar que ello conlleva no resulte ser estricta.
Quizás tampoco queden fuera los mercenarios pandémicos, los que a cualquier costo y corazón frío arribarán a la Isla con el propósito de contagiar a personas, de complejizar el estado sanitario en la nación y poner en riesgo la vida de muchos compatriotas. Si le parece exagerado, compruebe en la historia, ya hemos sido testigos y víctimas de hechos horrendos.
Hay mucho y de sobra para preocuparse, pero si de verdad le preocupa todo el contexto actual en que estamos viviendo, preocúpese y a la vez ocúpese de autocuidarse, de cuidar a los de su alrededor, a sus seres queridos, de no delegar su responsabilidad en manos de otros, de tomar todas las medidas higiénico-sanitarias, de mantener distancia física, nadie como uno mismo será capaz de cuidarse mejor. Pensemos como país, como una nación en sí y autocuidémosnos entre todos.
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armando amieva
Osmani
Alejandro
Rafael
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