Locomóvil para los 115 años de Pablo Neruda

Locomóvil para los 115 años de Pablo Neruda
Fecha de publicación: 
7 Julio 2019
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A fines de 1950, Neruda adquiere un nuevo juguete, un locomóvil en desuso que veía desde la carretera a la altura del actual balneario de El Tabo, a unos 2,9 kilómetros de Isla negra. El tren forma parte de la infancia del Premio Nobel de Literatura 1971, pues su padre -José del Carmen Reyes Morales- abandonó el campo para trabajar como obrero en los diques del puerto de Talcahuano, hasta alcanzar el cargo de ferroviario en Temuco, como Neruda lo detalla en sus memorias "Confieso que he vivido". Del locomóvil que veía desde el entonces balneario El Consistorial dispuso que su locación final fuese en el patio de su casa en Isla Negra. La obsesión del vate requirió el esfuerzo de muchas personas, incluyendo bueyes y tractores, según algunos testimonios, para trasladar las más de cinco toneladas. Se tuvieron que sortear además peligrosos obstáculos, como el cruce de los antiguos puentes de madera que había en el trayecto.

Este locomóvil en particular fue fabricado en Inglaterra por la compañía Ransomes Sims & Jefferies aproximadamente entre 1915 y 1919. Fue empleado en un aserradero local del fundo Santa Margarita, siendo representativo de una importante industria en la región de Valparaíso desde mediados del siglo XX.

Por su locación destacada, tamaño y relación con la historia de vida e imaginario asociado a Pablo Neruda y su casa en Isla Negra, el locomóvil, también confundido a veces con una locomotora de trenes, es uno de los objetos más recordados por los más de 150.000 visitantes que desde todos los rincones del mundo llegan a la hoy convertida en casa museo de Isla Negra.

Luego de más de 100 años de existencia, de los cuales los últimos 60 han sido inactivos en un ambiente salino y altamente corrosivo para los metales, el locomóvil presentaba un estado de corrosión muy avanzado por su cara externa. Esto ponía en riesgo incluso el colapso de partes o volcamiento de ellas, por lo que la Fundación Neruda decidió restaurarlo.

El tratamiento de conservación y restauración fue un proceso lento y meticuloso que demoró cerca de un año. Junto con la completa renovación interior, se pintó el locomóvil con los colores que Neruda había elegido, tal como se evidencian en las fotografías del archivo histórico de la Fundación.

"Tan poderoso, tan triguero, tan procreador y silbador y rugidor y tronador! Trilló cereales, aventó aserrín, taló bosques, aserró durmientes, cortó tablones, echó humo, grasa, chispas, fuego, dando pitazos que estremecían las praderas. Lo quiero porque se parece a Walt Whitman". (Pablo Neruda, Una casa en la arena, 1966).

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