ARTE EN LA RED: El nacimiento de las naciones americanas
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Está la negra, está la blanca, está la india: tres mujeres desnudas que de alguna manera se resumen en la figura central, la que se eleva sobre el pedestal: la América toda.
Mario Carreño emula con los titanes del arte renacentista: es fácil descubrir referentes, pero también es evidente la necesidad de resignificarlos. América tiene su propia poesía, por lo tanto, su visión propia de lo divino y lo humano.
Están aquí los moldes de la gran tradición greco-latina, pero parecen «contaminados» con la sensualidad de los pueblos nuevos: el imperio del mestizaje, el vigor de la carne.
América rehúye de la uniformidad: esta es la fiesta de los matices. Y resulta disímil el grupo que aprecia la alegoría central: desde guajiros y vendedoras de frutas hasta conquistadores y jugadoras de tenis…
Y como «telón de fondo», la arquitectura única de estas tierras, las del norte y las del sur, una arquitectura que tomó de aquí y allá y se hizo distintiva.
Hay una placidez, una armonía, una tranquila felicidad en este cuadro que poco o nada tienen que ver con la historia de nuestros pueblos; pero el que sepa ver, que vea… Una pista: observen los objetos que están a los pies de las mujeres desnudas.
Los partos no suelen ser sosegados.
Mario Carreño: El nacimiento de las naciones americanas. 1940. 146 x 199 cm. Colección de la Consolidación del arte moderno cubano (1938-1951) del Museo Nacional de Bellas Artes.
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