¿Día internacional del feo?

Parece que lo mismo que reza arriba se lo preguntó un internauta, probablemente de esos que las cebollas lloran al verlo- y sin encomendarse a ninguna convención ni organismo internacional, decretó que el 22 de febrero fuera declarado el Día Internacional del feo. “Yo, mediante sumarísimo Referéndum, (lo) he aprobado por unanimidad...”, y punto.

En verdad, aunque se conmemoran días rarísimos, los feos no tienen el suyo, al menos no aparece luego de una búsqueda normal en Internet.

Claro, no hablo de feítos de a medio o de a diez centavos, como somos la mayoría, hablo de feos con mayúscula, de feos XXL.

Y, por favor, que nadie interprete esto como una postura discriminatoria ni nada parecido. En verdad lo discriminatorio es que se les ignore cuando se celebran desde el Día Mundial de la Urticaria Crónica, el de la bicicleta, y también, claro está, el Día Mundial de la Belleza.

Aunque no aparece en el listado de Wikipedia de los días internacionales, parece haber sido establecido en 1995 por el Comité Internacional de la estética y la cosmetología.

Ser feo es una postura ante la vida, que lo digan si no aquellos tan, pero tan feos, que cuando quieren mandar un selfie por correo el antivirus empieza a chillar y no los deja.

Entre los pocos beneficiados ante el espejo por el ADN, algunos subrayan que ser feo no tiene desventaja alguna, incluso hay hasta quien se vanagloria de pescar parejas hermosísimas, y eso sin tener carro, ni mucha plata ni mucho título de estudios, aclara y concluye: “como bien dice el famoso dicho, la suerte de los feos los bonitos la desean.”

Robert Redford, que sí tuvo quince aunque a estas alturas ya no lo parezca, afirma seguramente evocando sus propias viviencias que “ser guapo no te da la felicidad...pero sí te la pone al alcance de la mano”.

Está la otra cara de la moneda: aquellos que dicen poner la mano en la candela para suscribir que las personas bonitas tienen la vida más fácil. Estos que ven el vaso medio vacío en vez de medio lleno comentan que los feos pasan más trabajo para hacer amigos, para que los elijan si hace falta hablar en el matutino o en un acto...

Un amigo - que no lloró al nacer sino lo hizo el médico que lo trajo al mundo cuando lo vio-, ejemplifica que si tu gata tenía cinco gaticos y decidías quedarte con uno solo, elegías al más bonito. En consecuencia, para él, belleza y fealdad coquetean hasta en la frontera entre la vida y la muerte.

El pez borrón (Psychrolutes marcidus) o pez gota es considerado uno de los animales más feos del mundo.

La ciencia y el patico feo

A inicios del año pasado el Journal of Business and Psychology dio a conocer un estudio que revela cómo ser demasiado bello puede tener sus desventajas.

La indagación analiza datos de 20 mil jóvenes estadounidenses, catalogados de acuerdo a su atractivo físico, a quienes se les dio seguimiento mediante entrevistas entre sus 16 y 29 años.

La indagación evidenció que, con independencia del atractivo físico, aquellos que eran más concienzudos, extrovertidos y menos neuróticos ganaban significativamente más que otros.

Asimismo, pudo saberse que los sujetos etiquetados como "muy poco atractivos" siempre ganaron más que aquellos que eran “atractivos”, “de aspecto promedio”, o "no eran atractivos".

Al interpretar estos resultados los estudiosos especulan que como los escasamente agraciados mostraron a su vez puntuaciones muy bajas en cuanto a “apertura a experiencias”, ello podría condicionar su alta dedicación a una tarea específica “persiguiéndola obsesivamente hasta la exclusión de todas las distracciones, y finalmente entrando así en la vanguardia de su campo.”

Mas no se pronuncian como una conclusión acabada, solo lo valoran como una alternativa posible.

Otros estudios sobre los feos detallan entre los puntos a su favor que quienes no son bonitos asimilan mejor los elogios, viven menos pendientes de su aspecto, son recordados mejor, parecen más amables y resultan menos intimidatorios.

En cuanto a esto último una investigación conjunta de las universidades de Valencia y la de Groningen constató hace unos cuatro años la inquietud que las personas atractivas producen en otras. Al pedirles a un grupo de hombres que hicieran sudokus frente a una mujer hermosa, pudo comprobarse que aumentaban en ellos los niveles de cortisol, la hormona encargada de provocar desasosiego.

El profesor de la Universidad de Illinois, psicólogo Edward Diener, desde su especialización en el tema de la felicidad –de la mano de la autoestima - indica que no existe correspondencia entre un mayor atractivo físico y mayor autoestima.

Es decir, no puede afirmarse que los feos se quieran menos a sí mismos; aunque sí se ha comprobado que aquellos más bonitillos usualmente confrontan problemas de autoestima, señala el experto. Ello parece deberse a que los halagos sobre la apariencias física son tan efímeros como el propio aspecto exterior de ahí que se interioricen menos que otros referidos al carácter, la inteligencia o a determinados talentos o conductas.

Aunque por fealdad en las personas se entiende usualmente, y así lo explican los diccionarios, lo relativo a los rasgos físicos, muchas otras fealdades hay que no reflejan los espejos ni se disfrazan con pintalabios. Esas son en verdad las de apaga y vamos.

Por eso mejor darle de comer todos los días a ese ser lindo que todos -o casi todos- llevamos dentro con independencia de lo que diga Photoshop. Nada es más conveniente que sacarlo a la luz, mostrarlo sin pudor ni reparos olvidándonos de la epidermis, de la envoltura, de la cáscara que guarda al palo, como decían las sabias abuelas.