Alejandro Valdés: Madurez y preseas rumbo a Tokio 2020 (+VIDEO)
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No solo por el hecho de haberse convertido en Budapest en doble medallista bronceado universal, sino también por la madurez que ha adquirido, con la que enfrenta la lucha y la vida.
En Budapest, salvo ese pleito semifinal en el que cedió 3-4 ante el rocoso indio Bajrang Bajrang, y la sonrisa 2-0 sobre el experimentadísimo azerí Haji Aliyev, resolvió sus restantes duelos por superioridad técnica. De hecho, esos fueron los únicos cuatro puntos que recibió en suelo húngaro, a lo que confesó no haberse mostrado del todo atinado para cambiar su estrategia de combate antes.
Bundesliga al desnudo...
Valdés, quien incursiona en su cuarta temporada en la Bundesliga alemana y exhibe un balance soñado de 38 sonrisas y dos reveses, peleará sus cuatro últimas batallas antes de enero en los 72 kg, respondiendo a cambios de divisiones por lo que quizás esté en desventaja con sus oponentes: “suelo pesar 68 kg entrenando normalmente, pero igual saldré a dar pelea”, respondió vía electrónica.
Sobre esa competición en la cual comparte en el Weingarten con Reineris Andreu (57 kg), y los grequistas Oscar Pino (130) e Ismael Borrero (67) Valdés ahondó:
“La Bundesliga me ha ayudado muchísimo a ganar en confianza, ver las cosas más claras e involucrarme en posiciones y técnicas de las cuales creía con anterioridad que no podía salir airoso de ellas. He enfrentado a medallistas mundiales y olímpicos.
En lo psicológico abrí mi mente, eliminé errores, amplié mi repertorio y confirmé que la lucha cubana posee clase mundial.
Este torneo tiene sus complejidades. Te mantiene entrenando con un régimen bien exigente, pues se pelea sábado y domingo y el pesaje oficial es entre 30 y 45 minutos antes de tu batalla. Yo nunca he afrontado dificultad para realizar el peso.
Pienso que los alemanes notaron que los luchadores cubanos somos serios en el trabajo, nos entregamos a fondo. Hay muchos atletas de alto nivel, como rusos, iraníes y de otros países europeos que no poseen el mismo nivel de compromiso con el equipo. Son un poco más individualistas. Ahora es una competición mucho más fuerte, pues se aumentó el número de extranjeros permitidos en cada club que antes era de solo dos. En el Weingarten, por ejemplo, somos cuatro cubanos, además de tres europeos, o sea, siete foráneos.
Siempre he buscado elevar y aportar a la lucha cubana desde mi posición. Esta experiencia nos da fogueo internacional, lo cual contribuye luego a obtener resultados más fáciles.
En el Mundial por ejemplo, de cinco libristas, cuatro discutimos medallas y el quinto quedó séptimo. Eso habla de calidad”.
Viajando en el tiempo, ¿qué dejó Barranquilla y el Mundial?
Alejandro Valdés durante su pleito semifinalista del Mundial de Budapest vs. el indio Bajrang. FOTO: United World Wrestling
“Para el Mundial llegué bien preparado. Cuatro combates en la Bundesliga y 15 días de base de entrenamiento en Italia, que constituyeron un modelaje competitivo previo ideal. Me sentía seguro, con fuerza. El bronce y la forma en que manejé los combates creo que lo confirmó.
Barranquilla y los Centroamericanos, pese a ser un torneo regional, evidenciaron crecimiento en la lucha. De hecho, en mi categoría hay muchachos que vienen bien, realizan campos de entrenamiento en Europa y están pulsando y aprendiendo cómo se compite al más alto nivel. En mi caso tuve que hacer una preparación muy exigente, pues había sufrido una lesión en el codo derecho en febrero en el Cerro Pelado. Eso me obligó a realizar colchón con los 57 kg durante mucho tiempo y me limitó.
No podía hacer pesas, me cuidaba de las entradas a tackle. Así tuve que enfrentar el clasificatorio por decisión del colectivo técnico. Luego tuvimos la Copa del Mundo y allí todavía estaba un tanto resentido. Terminé con tres victorias y solo perdí con el japonés discutiendo el tercer lugar.
Como los resultados seguían saliendo llegó el Campeonato Panamericano. Las cargas continuaron bajando y no estaba bien. Me resentí el brazo y la preparación no me dio para llevar el mismo ritmo de combate ante el estadounidense. Me sentí cansado, esa es la verdad”.
¿Cuánto le cambia la perspectiva a un luchador el ser doble medallista universal de mayores?
“Fui subcampeón del orbe Juvenil, pero no tiene el mismo significado. Todos aspiran a ser medallistas en Mundiales absolutos. Creo que el primer compromiso que tengo es con mi hija, mis padres, mi familia. Ellos me han apoyado muchísimo en momentos difíciles de mi carrera.
El nivel de exigencia que puede tener un atleta he aprendido a verlo desde otro punto de vista. Los psicólogos me han ayudado a interpretar de otra forma el deporte. Mi temperamento es ansioso, y ellos me han enseñado a controlarlo. Les agradezco infinitamente a todos, pero en especial al doctor Luis Gustavo. Con él me identifico de otra manera. Fue uno de los primeros que me atendió por el 2007, me dio consejos que los siento frescos como si hubiesen sido ayer. Me ayudó a disfrutar y no sufrir lo que hago.
Las ansias de querer triunfar no me estaban dando buenos dividendos. Me estaban llevando a fracaso esos deseos desmesurados de ganar. Quería llegar al final pero no veía el camino. En competencia me tocaba una pelea no muy complicada y me veía en el podio. Cuando regresaba al presente inexplicablemente perdía ese pleito.
Tuve que controlar esos estados de ánimo, cuestión que desde el Mundial de París 2017 se me ha dado casi perfecto. En reiteradas entrevistas en esos escenarios sobre la posibilidad del podio o el título, mi respuesta siempre fue la misma: voy paso a paso, cuando termine la competencia veremos qué sucede”.
Antes de cumplir siete años su madre lo había matriculado en lucha sin que su padre, el otrora gladiador de equipos Cuba, Enrique Valdés, lo supiera. Lo curioso es que padre e hijo fueron entrenador y alumno en diferentes categorías, hasta llegar a la preselección nacional ambos.
“Fue un camino difícil. Me exigía tanto como preparador que como padre. Tras ser subcampeón mundial juvenil en el 2008, el gran resultado no caía. Disfruté el bronce de París, pero este aún más, pues mi padre presta colaboración como entrenador en Italia y estuvo en Budapest siempre a mi lado. De hecho, también me alegré por él y el bronce del cubano nacionalizado italiano Abraham Conyedo en los 97 kg bajo su tutela".
Casi con 29 años los dioses de la lucha le sonrieron en la Ciudad luz por vez primera a Calabaza, quien no ha tenido la ruta nada fácil: “Desde que entré en el equipo nacional siempre tuve que dar más del 100%. No tenía rivales fáciles. En esos inicios tenía duelos con Yowlys Bonne, Andy Moreno, y Maikel Pérez. Luego en 65 desde la primera categoría del 2014 repetía Bonne, Franklin Marén, y otros huesos. Ese peso me vino como anillo al dedo pues no tengo que bajar mucho de peso y no pierdo potencia”.
Fanático del gladiador estadounidense Jordan Burroughs, Valdés también ha redondeado su arsenal como gladiador. A su fuerza física, sus turcas, bomberos y corbatas temibles, agregó el tackle a las dos piernas con cabeza por dentro como técnica de exterminio, basado además en una buena combinación de explosividad para iniciar ese movimiento y la fortaleza antes mencionada. Además elevó su capacidad para desbalancear desde los cuatro puntos,
Como también creció su componente defensivo en esa posición y de pie.
Su hoja de servicios adiciona a sus dos preseas de bronce, dos séptimos escaños del orbe (Moscú 2010 y Estambul 2011) y esa misma posición en los Olímpicos de Río 2016.
En los últimos dos certámenes universales acumula ocho sonrisas y dos fracasos, de ellas seis desenlaces airosos por superioridad técnica.
Los 65 kg solo vieron repetir podio en el ciclo 2013-2016, a representantes de Rusia e Irán (Soslan Ramonov y Ahmad Mohammadi).
En el actual, solo Calabaza y dos exponentes de Rusia, han repetido en el tercer escaño. Indicador sólido de cara a Tokio 2020.
Una faceta inédita
Heredero de una tradición familiar culinaria de nivel, confiesa que ambos padres son buenos cocineros, Valdés posee faceta de emprendedor, pues administra su Wrestling Café desde el 4 de agosto del 2017, enclavado en Ave. 31 y calle 50, municipio de Playa:
"Este es mi espacio de relajación, hallo el equilibrio con lo que hago a diario en los colchones y eso me reconforta. Siempre anhelé tener un establecimiento propio y fue bastante difícil lograrlo. La idea estaba rondando, pero no se había puesto en práctica. Cada vez le fuimos incorporando detalles para abrirlo de la mejor manera en que yo pude hacerlo. Mi mamá encontró el local, acondicionarlo fue complejo. Hicimos transformaciones prácticamente completas, y el ser principiantes hizo que nos tomara más tiempo. A eso súmale el mobiliario y la decoración a tono con la lucha, optimizar los espacios en un local pequeño…
Soy un poco vago para la cocina, me atrevería a hacer otras cosas, pero no lo hago. Me muevo en lo básico, pero si algo me queda rico son los flanes. Quizás por el hecho de no haberme visto necesitado. Sé que si lo hago acá le daría vida a mi local, pero la idea surgió en conversaciones con la mamá de mi niña, que fue mucho tiempo gastronómica y felizmente la pude concretar. Con sus altas y bajas, con obstáculos, como todo en esta vida, pero ahí está.
Eso sí, me considero perfeccionista en todo lo que hago, y el Wrestling Café, a pesar de tener su esencia en la lucha, quiero que funcione como una ventana deportiva, tanto cubana como Mundial. De hecho, la experiencia de la Copa Mundial de Fútbol de Rusia, fue muy positiva”.
Perfeccionista, una palabra que define a Alejandro Valdés dentro y fuera de los colchones. Su hija, la familia, la posibilidad de una medalla bajo los cinco aros en Tokio 2020, así como continuar en la ruta del éxito en su Wrestling Café constituyen ideas perennes en su mente, pero sin que la ansiedad se vuelva a antojar su enemiga…
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