Una Mezcla musical apuesta por Cuba y Estados Unidos
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Fotos: Cortesía del entrevistado
La banda ha incorporado de forma atrevida estilos y géneros diversos, que van desde la sobriedad del jazz hasta la soltura del estilo yoruba, pasando por la trova y otras tendencias.
Su director, Pablo Menéndez, es un norteamericano que vino a estudiar en Cuba en la década del sesenta del siglo pasado, ha vivido en la isla desde entonces, y siempre ha defendido la importancia de nexos normales entre su país de nacimiento y la Mayor de las Antillas.
Luego del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, el intérprete y compositor previó un avance singular que repercutiría ampliamente en la cultura. Sin embargo, la actual administración norteamericana se ha empeñado en mantener la tradicional política de enfrentamiento.
En declaraciones a esta publicación, Menéndez explicó las razones que llevaron a la agrupación a aunar voluntades durante un concierto en el Teatro Brava, en California, en octubre del 2017, y disertó sobre el presente y futuro de las tendencias musicales.
¿El concierto organizado en San Francisco fue, en esencia, una presentación anti-Trump?
Sí, en junio del año pasado él se reunió con un grupo de personas radicadas en Miami y tomó medidas para retroceder los avances entre ambos países. Entonces se me ocurrió hacer un concierto para celebrar el indestructible puente musical de amistad que existe entre Cuba y la bahía de San Francisco.
Invitamos a músicos cubanos de varias generaciones residentes en California, y músicos norteamericanos que han dedicado gran parte de sus vidas a la música cubana o a la amistad con Cuba, empezando por mi madre, que fue la primera persona en desafiar públicamente en 1966 la prohibición de viajar a Cuba. Ella vino a Cuba a cantar en 1966 en una gira que fue noticia de primera plana durante semanas en este país, y se convirtió en un símbolo de las posibilidades de amistad entre ambas naciones. Gracias a ella conocí este país.
¿Tuvieron contratiempos para viajar a Estados Unidos?
Mientras esperábamos las visas, llegó el huracán Irma y la embajada de Estados Unidos fue prácticamente evacuada. Después sobrevino la campaña acerca de un supuesto ataque sónico a funcionarios norteamericanos y las cosas se complicaron. Parecía que no sería posible, pero muy inesperadamente, pudimos viajar. Yo no creo que ningún gobierno tenga el derecho de impedirme defender las relaciones normales entre Cuba y Estados Unidos.
¿El concierto fue bien acogido por el público?
El concierto tuvo una mezcla sonora muy propia de nuestra agrupación: la nueva canción o nueva trova, el son, la rumba, la música afrocubana, el jazz cubano, reggue, algo de rap… ¡una mezcla!
El evento empezó con la proyección del nuevo documental So Near, So Far, que trata sobre mi vida, fruto de una colaboración entre el cineasta norteamericano David Sandoval y Lourdes Prieto, una realizadora audiovisual cubana muy premiada. En abril de este año el documental recibió tres premios en el Festival de Cine Documental Santiago Álvarez In Memoriam, en las categorías Mejor Documental, Mejor Dirección y Mejor Fotografía.
¿Llevaron invitados cubanos?
Sí, pero la idea fue mezclar invitados diversos: estuvieron presentes jóvenes músicos residentes recién llegados a la zona, como DJ Leidys, una representante del hip hop de la Isla, y cubanos residentes desde hace años como Walfrido de los Reyes, Tito «De Cuba» y Fito Reinoso. Entre otros invitados, estuvieron norteamericanos como Greg Landau, Camilo Landau, John Santos, John Calloway. El público estuvo casi siempre levantado y la presentación fue muy impresionante.
La convocatoria de Mezcla en el área de San Francisco siempre ha sido bastante grande. Nuestra propuesta siempre ha interesado bastante por abordar distintos géneros de la música cubana. Esta versatilidad ha llamado mucho la atención. El público norteamericano está todavía muy dividido racialmente y nosotros también logramos mezclar diversos públicos.
¿Entonces Mezcla supone un cambio de propuesta, si se tienen en cuenta los estilos de otros grupos o intérpretes de Cuba que se presentan asiduamente en Estados Unidos?
Nosotros tratamos de vincular a cualquier persona, y llegar al público nativo. Fuimos capaces de llenar un teatro en San Francisco el mismo día, a la misma hora, y cualquier artista muy reconocido se puede estar presentando en alguna otra parte de la ciudad. Eso es un logro extraordinario.
El público se sintió partícipe de la solidaridad con Cuba y manifestó su desacuerdo con la política de Trump hacia la isla. Estuvo presente Gayle McLaughlin, exalcaldesa de Richmond, California, una mujer que le dicen «la Bernie Sanders del oeste» porque se mueve en una política progresista y está al frente de una asociación de amistad entre Richmond y el municipio habanero de Regla.
Durante el concierto, ella nos entregó un diploma por el trabajo de solidaridad y la influencia musical de Mezcla en Estados Unidos. Fue un momento de ovación y cantamos con mi madre la canción Together We Can Move Mountains, y el público la recibió de pie y cantando con nosotros. Esto está en YouTube.
La exalcaldesa dijo que las relaciones entre Cuba y Estados Unidos no estaban en su mejor momento, pero lucharíamos juntos por eliminar el bloqueo. En ese momento, todo el público se levantó de nuevo a aplaudirla. La música de Mezcla es el mejor complemento que uno puede aportar a un momento como ese. Terminamos con el tema San Francisco tiene su propio son y una conga cubana tocada por estudiantes de música de una escuela de San Francisco que ya nos había visitado en Cuba.
¿El concierto tuvo repercusión en los medios de comunicación de Estados Unidos?
Varios medios hablaron sobre el evento, como San Francisco Chronicle, pero los grandes medios en Estados Unidos están tan monopolizados, que es muy difícil llegar a la gran prensa o a la televisión. Me han dicho que ya los periódicos no contratan a los periodistas para hacer reseñas culturales. No obstante, la radio progresista en Estados Unidos tiene cierta presencia mediática, al igual que las emisoras de jazz, y ellos sí hablaron sobre nuestro concierto.
¿Crees que el apoyo del público refuerza la idea de que los norteamericanos desean continuar los lazos culturales con Cuba?
A nivel cultural, las personas están aferradas a no renunciar a estos logros en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. La presencia de artistas cubanos en los más recientes Premios Grammy es impresionante, y estoy convencido de que a la industria de allá le interesaría mucho importar la música cubana, si le dieran una oportunidad.
¿Nunca se han presentado en Miami?
No nos han contratado ahí. Parece que es difícil hacer un concierto en Miami con algo como lo nuestro. La mayoría de la población cubana ahí ansía identificarse con la cultura de su país, pero hay grupos extremistas que mantienen mucha presión para que eso no suceda.
No obstante, esos grupos no tienen fuerte influencia en San Francisco. La población cubana de la zona de San Francisco es bastante amistosa y mantiene buenas relaciones con Cuba. No soy adverso a tocar en cualquier lugar de Estados Unidos, pero es difícil conseguir un contrato para tocar en Miami.
La vida cultural de Miami es muy diferente a la de Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Seattle. Cuando conseguimos las visas, solemos ir a esas ciudades. También hemos estado en Rochester, Nueva York; Aspen, Colorado; Sonoma, California… El cliché es que la cultura tradicional latina es «lo comercial»: el baile, el goce, la diversión de bares y cantinas. No existe, a veces, un gran conocimiento de la música latina desde otro punto de vista. La comunidad latina en Estados Unidos tiene que luchar por defender propuestas como las nuestras, pues no hay intereses comerciales que las promuevan.
Pero esa tendencia a lo meramente comercial se ha extendido incluso a Cuba…
En Cuba somos casi inmunes a esa realidad, pero no tanto. Cada vez que entras a un restaurante, ves una pantalla con productos de Ritmoson Latino, porque es lo que les gusta a los gastronómicos, quizás lo que ellos escucharían en sus casas. Pero ningún extranjero en un restaurante cubano se detiene a observar una pantalla con Ritmoson Latino. Si pusieran los cien videos más pegados de Lucas, por ejemplo, los extranjeros les prestarían más atención porque eso no lo tienen en su país.
¿Hay formas de hacer cambiar esa realidad?
Es complicado. Las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones han creado una situación de democracia extrema donde el público puede escoger lo que quiere, y es muy difícil guiarlo por un camino específico. En otros tiempos, la realidad era distinta, porque las disqueras podían imponer un artista. Hoy es imposible.
En estos momentos, la música «inteligente», o la música para personas pensantes, está en gran desventaja en la industria y la promoción cultural. Nosotros tenemos trabajo suficiente, y aun así, muchos se preguntan si todavía existimos. Es una situación dramática.
Nosotros necesitamos mayor presencia en la Televisión Nacional. Las disqueras cubanas siempre han estado en crisis y casi siempre apuestan por los jóvenes, o por los más viejos, después del éxito inesperado del proyecto Buena Vista Social Club.
Al parecer, nosotros estamos en el medio. A nosotros, en Cuba, nos grabaron un disco a principios de los años 80 del siglo pasado, pero desde entonces, hemos dependido de alguna disquera extranjera o hemos logrado cosas por esfuerzo propio. Sin embargo, aunque ya la gente no suele comprar discos, nosotros vendemos todo lo que llevamos a los conciertos.
¿Ser un músico norteamericano radicado en Cuba te ha impuesto algún desafío?
A veces los que nacen en una isla, la que sea, piensan que los extranjeros no tienen problemas; pero imagínate que venga un empresario a contratar a un músico para tocar música cubana. Por supuesto que la imagen que busca no es la de un extranjero residente. Por eso mismo, uno tiene que hacer la música muy bien, o no te miran. ¡No nos queda de otra que entregarnos al 100%!
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