La Orquesta Failde: una especie de vanguardia o «boom» danzonero
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Si se considera como la primera obra del «boom» latinoamericano a Rayuela (1962) de Julio Cortázar, o a la Vanguardia Artística del siglo XX, quienes buscaban innovación en la producción artística, tendríamos que catalogar al danzón que hoy se hace en Cuba como el intento continuo por la renovación radical en la forma y el contenido.
Como una especie de vanguardia o «boom» danzonero, la Orquesta Miguel Failde regaló al pública avileño dos noches cargadas de esos nuevos conceptos en el Teatro Principal de la Ciudad de los Portales, los días 7 y 8 de este agosto.
El danzón es un género musical cuya actualidad resulta para la juventud cubana un aspecto cuestionable. Es cierto, sabemos que es nuestro baile nacional, pero no constituye una prioridad en nuestros gustos musicales. Esto es endosable a la visión superficial que de él muchos tenemos. Lo vemos como algo viejo, algo que ya no tiene más que decirnos.
En el comienzo, escuchar o bailar danzón fueron momento de euforia... tal como lo es ahora el reggaetón... ¿Se imaginan a los jóvenes de la época emperifollándose frente al espejo para ir al Liceo y encontrarse con sus novias y disfrutar de las maravillas del nuevo baile? La diferencia entre ellos y nosotros no es tanta. Lo que nos separa es la actitud.
Los músicos extranjeros denominaron al danzón como «disparate musical», pues para ellos la interpretación musical —sobre todo el cinquillo— resultaba de suma dificultad.
Ethiel Failde, el joven músico director de la orquesta Failde, conversa sobre estos temas y sobre las nuevas direcciones desde la teoría y la práctica para fomentar el danzón y sus derivados en la actual cultura cubana.
¿Cómo defines en estos tiempos de post-modernidad el trabajo de la orquesta?
«Si los jóvenes ven a los músicos danzoneros o cualesquiera que defiendan la música tradicional cubana como un modelo de éxito, entonces tendremos parte del camino ganado con respeto a la seudocultura, o la parafernalia que se gesta ante cualquier producto banal.
«El Danzón gustó y gusta actualmente porque tiene ritmo, melodía y armonía. Su ritmo sujeción regular o simétrica de los sonidos constituye un motivo de verdadera seducción musical. Hacia ello hemos querido dirigir nuestro trabajo. En nuestra experiencia en el Kennedy Center se demostró que a la gente sí le gusta la música cubana, que la disfrutan. También en los espacios en los que nos presentamos está dado por hecho que se baila con Almendra, o con cualquier otro tema del repertorio nacional e internacional».
¿Qué diferencia a la Orquesta Failde de otras orquestas danzoneras?
«Hemos querido traer hacia este tiempo la música de nuestros abuelos, esa que se goza, pero que se respeta por el valor patrimonial que tiene. Nuestra orquesta tiene el gusto de estrenar mundialmente y hacer suyos danzones de contemporáneos compositores, escritos y dedicados a esta joven agrupación. Tuvo su debut el 26 de noviembre de 2009; en aquella época sus jóvenes integrantes oscilaban entre 15 y 19 años de edad, actualmente la edad promedio es de 23 años. Los músicos con los que cuento, son muchachos egresados de la Enseñanza Artística, y eso es uno de los logros que hemos tenido en este camino.
«A raíz del Festival CubaDanzón Internacional 2009 la Orquesta define su formato y estilo, que no difieren de la Orquesta creada por Miguelito Failde. Dada a la aceptación de público aumenta su repertorio gracias a la recuperación de partituras (copias de las originales de la época) donadas por músicos amantes del género y baile nacional: Ese complejo en sus inicios fue rechazado por romper con esquemas y ser del pueblo, pero después, contó con toda la aceptación y gusto de todos los bailadores».
¿Qué metas tiene la orquesta?
«El danzón es un género musical, esto quiere decir que para preservarlo hay que articular todos los mecanismos de conservación y de consciencia de preservación. Más claramente dicho, si el danzón no es una obra, ni un músico, sino una expresión sociocultural, entonces hay que preservar la expresión. Para ello se necesita, en orden lógico, un creador que componga para el género, un intérprete que se asegure de que la creación no quede solo en el papel, y un público que esté dispuesto a recepcionarla.
«Para ello, hemos soñado. Y digo esto, porque faltará ajustar voluntades y presupuestos. Pero la idea es tener un sello discográfico que promocione el sonido y también la imagen de las orquestas danzoneras que existen en Cuba. Cuando hablamos de traer a nuestro tiempo, hablamos de una responsabilidad que es un todo: imagen, sonido, producto, espectáculo y respeto por lo que se hace.
«Los medios de comunicación resultan un punto significativo en nuestro proyecto. La radio, la televisión e incluso la red de redes constituyen vías de gran utilidad para la promoción y el rescate por sus facultades comunicativas de largo alcance. Consideramos al territorio matancero, cuna del danzón, como nuestra base, pero somos conscientes de la necesidad de expandir nuestro proyecto sociocultural hacia la geografía nacional e internacional. Sin embargo, para tales fines resulta una limitante no contar con producciones discográficas que avalen (y faciliten) la empresa que nos trazamos».
¿Qué alegrías te dejan estas presentaciones en Ciego de Ávila?
«Estar en esta ciudad forma parte de un periplo por la zona central y oriental. Hemos tenido la suerte de estar en México y hay aceptación. En casi todas las provincias del occidente hemos hecho conciertos y sabemos que a la gente le gusta la sonoridad de la Failde. Pero tomar el pulso de esta zona ha sido bueno.
«Una pareja en la primera noche subió al escenario, eso en el mundo del danzón, es muy positivo. Para una pareja que entiende que lo que está sonando es bueno, es un gesto de respeto acompañar a la orquesta con un baile».
Aunque el éxito de la Failde es sin lugar a dudas, un éxito del panorama nacional, pareciera que en su Matanzas la voluntad de presentaciones, o espacios fijos para los jóvenes músicos es nula...
«En el municipio de Matanzas (en casa) parece no haber espacio para una orquesta de jóvenes que se empeñan en revitalizar nuestro repertorio tradicional y que han levantado con orgullo nuestra música y nuestra bandera en México o en Washington DC. He denunciado esta situación en congresos, reuniones e incluso en la prensa nacional durante cinco años y no cejaré. Al parecer la gestión y las buenas ganas de algunos funcionarios no han bastado para resolver el asunto, pero eso no me desanima. Estoy más que dispuesto al diálogo y a encontrar la mejor solución, con tal de beneficiar a nuestro pueblo».
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